Y la liberación de China del yugo extranjero fue un trascendental punto de apoyo para la catarata de procesos descolonizadores, que dieron origen al Tercer Mundo.
Una transformación material sin precedentes
Si el siglo de dominio imperialista sobre China había arrojado al país al abismo del empobrecimiento, la revolución supone un cambio radical en la vida de millones de chinos.
Si en 1949 la esperanza de vida apenas llegaba a los 35 años, en 1982 se había elevado a los 68. Y el analfabetismo, que llegaba al 80% antes de la revolución, había bajado a menos del 15% en 1976.
En el nuevo Estado proletario, los campesinos, aplastados bajo un milenario dominio de los terratenientes, se convirtieron en dueños de las tierras que trabajaban.
Nadie, ni sus más feroces detractores, puede negar la extraordinaria repercusión de la revolución china.
Y tras el triunfo de la revolución en 1949, la ley igualó los derechos de hombres y mujeres y legalizó el divorcio. Un giro trascendental en una sociedad rígidamente patriarcal, donde las mujeres estaban excluidas de toda actividad social.
La revolución que nadie esperaba
En 1921, 12 delegados fundan el Partido Comunista Chino, representando a solo 57 militantes. China era entonces un país semicolonial, ocupado por potencias extranjeras, y dominado por “señores de la guerra” . Pocos habrían apostado a un triunfo comunista.
Seis años después de su fundación el PCCH, para huir de una feroz persecución, se refugiaba en las montañas. Allí se forman los primeros soviets, donde se organiza un auténtico poder popular.
Pero una nueva campaña de exterminio se abate contra los comunistas, y el PCCH debe refugiarse en el norte del país, protagonizando una “Larga Marcha” de más de 12.000 kilómetros.
Casi inmediatamente tuvo que enfrentarse a la invasión de un Japón imperial que parecía destinado a dominar Asia. Y, tras la IIª Guerra Mundial, los hechos anunciaban la victoria de un gobierno del Kuomintang, el partido de la burguesía china generosamente respaldado por EEUU.
En cada uno de estos momentos, el Partido Comunista Chino tenía menos armas, menos dinero o menos territorio que sus rivales. Y en todos acabó llevándose, ante la sorpresa de muchos, la victoria.
La historia de la revolución china es la de un proceso que, gracias a una línea justa, construyendo un partido revolucionario y apoyándose en la energía del pueblo chino, es capaz de conquistar una victoria que nadie esperaba.
Cuando en octubre de 1949 se toma el poder, se ha producido un cambio histórico. Pero, como vamos a comprobar, la revolución no se detiene, y debe enfrentar nuevos retos.