Convergencia, condenada por el cobro de 6,6 millones de comisiones ilegales en el caso Palau. El 3%, el atraco a las arcas públicas catalanas, define a las élites independentistas que, como Mas o Puigdemont, han encabezado el procés.
Todo comenzó con la sospechosa facilidad con que los billetes de 500 euros -una marca siempre unida a la corrupción- circulaban por el Palau de la Música. Pero era algo más que un “chanchullo” local. Según ha acreditado el fiscal en el juicio “el Palau de la Música era la cañería por la que transitaba el dinero que Ferrovial quería hacer llegar a Convergencia Democrática de Catalunya”.
El expolio de los fondos del Palau de la Música -un atraco valorado en 23 millones de euros- estaba suficientemente acreditado con la confesión de sus dos principales ejecutores, Felix Millet y Jordi Montull.
Los Millet no son advenedizos, no representan al Bárcenas o al Correa catalán. Forman parte del nódulo de la burguesía catalana, de “las 300 familias” que consideran Cataluña como su propiedad.
Pero no han sido los únicos condenados. El ex tesorero de Convergencia, Daniel Osácar ha sido también condenado a cuatro años y cinco meses de cárcel por tráfico de influencias y blanqueo de capitales. Y CDC obligada a devolver con su patrimonio comisiones ilegales por valor de 6,6 millones de euros.
Es la primera vez que se acredita la financiación irregular de Convergència, que el expresident Pasqual Maragall había popularizado con el nombre de 3%, en alusión al porcentaje del importe de las adjudicaciones que se quedaba el partido.
Existió, según la Audiencia de Barcelona, “un acuerdo criminal” entre Ferrovial -una de las principales constructoras de la oligarquía española- y Convergencia. Ferrovial pagó comisiones a CDC por la adjudicación de grandes obras públicas como la Ciudad de la Justicia o la línea 9 del metro.
El montante representaba, no el 3% sino el 4% del valor de la obra, distribuyéndose un 2,5% para el partido y un 1,5% para Millet y Montull como intermediarios.
Es algo más que un caso de corrupción. Es la radiografía perfecta de una nueva élite, una auténtica burguesía burocrática, representada por los Pujol, Mas o Puigdemont, que vive de arramblar con los recursos públicos y parasitar la riqueza de Cataluña.
Sorprende que la Audiencia de Barcelona haya absuelto a los dos directivos de Ferrovial acusados, alegando que sus delitos ya han prescrito. Es curioso que los delitos de la oligarquía siempre prescriban. Porque Ferrovial no es una víctima sino parte de los ladrones. A través de las comisiones se aseguraba su ración de los presupuestos públicos a través de multimillonarios contratos.
E indigna escuchar a los actuales dirigentes del PDeCAT posicionarse sobre el caso Palau. Para Artur Mas, “la desvinculación entre CDC y el PDeCAT es absoluta”. Y la actual dirección del partido que lidera Puigdemont afirma que el caso Palau “tiene que ver con Convergència Democràtica de Catalunya”, alegando que ellos son “una formación nueva, creada en 2016”.
El 3% ha creado la actual élite independentista. No existe un solo dirigente del PDeCAT que no tuviera una responsabilidad dirigente en Convergencia.
La Audiencia de Barcelona considera probado que los tesoreros de CDC “garantizaban que otros responsables del partido, que no han podido ser determinados” ejercieran las presiones oportunas sobre los cargos públicos de su formación tanto en la Generalitat como en ayuntamientos gobernados por Convergència. Entre ellos el ayuntamiento de Girona, presidido por Puigdemont.
Los que dicen defender Cataluña “frente al expolio de Madrid” son miembros de “la mafia del 3%”, cuyo único objetivo era atracar a conciencia a todos los catalanes.
El estigma del 3% nace en el Palau de la Música, recorre a Pujol y Artur Mas, en Barcelona o en Andorra, y llega hasta Bélgica con Puigdemont.