Ya hay luz al final del túnel. Gracias al avance de la vacunación la pandemia sanitaria de la Covid-19 está remitiendo en España. Aunque no debemos dejar de ser prudentes y responsable, ahora que falta tan poco para vencer al coronavirus; y lo sucedido en países como Reino Unido o Israel -o con el macrobrote de Mallorca- debe recordarnos que la relajación de las medidas de seguridad nos puede salir muy cara, en un futuro no muy lejano podremos decir definitivamente adiós a esta pesadilla epidémica que tanto dolor y angustia nos ha causado.
Pero si las vacunas van a resolver la pandemia vírica, la «otra pandemia» -la crisis económica y social- ha terminado de estallar este año, ha venido para quedarse con nosotros durante mucho más tiempo.
¿Cuáles serán los efectos estructurales de esta «pandemia-crisis», y qué consecuencias tendrán en la vida de la inmensa mayoría de la población?
Varias noticias pueden darnos los contornos de la respuesta. Hace pocos días, el diario económico Cinco Días titulaba: «Cada vez hay más ricos y España supera ya el millón de millonarios». En el artículo se nos asegura que la proyección es que en 2025 haya en nuestro país 1,8 millones de españoles con un patrimonio superior al millón de dólares.
Dejando aparte la verosimilitud de la última afirmación, otras informaciones no nos dejan ser tan optimistas. El Informe que todos los años elabora Oxfam Intermón sobre la desigualdad en España, ya señalaba en enero que la tasa de pobreza relativa había pasado a lo largo del 2020 desde el 20,7% hasta el 22,9%, lo que supone un millón de personas más por debajo de la línea de pobreza, estimada en 24 euros al día, hasta alcanzar los 10,9 millones de personas en nuestro país. De ellas, cerca de 800.000 personas han caído en la pobreza severa, teniendo que vivir con menos de 16 euros al día.
El aumento del número de pobres no es la única manifestación del aumento de la desigualdad. Según informaba la ETT Adeco en marzo, el salario medio en España sufrió en 2020 la mayor caída en medio siglo. Y no sólo es un efecto de la pandemia o del número de trabajadores en ERTE (cobrando el 70% de su salario habitual). Fuentes gubernamentales afirman que los salarios bajarán los próximos tres años, pese a que se espera que la economía española vuelva a crecer con fuerza -en torno al 6,5%- en 2021.
Aumentan los ricos y sus astronómicas rentas. Y aumenta la miseria y los trabajadores pobres, esos que, a pesar de tener un empleo, no llegan a final de mes. Son unos 7,8 millones.
Como si estuvieran conectadas por una balanza, ambos hechos están relacionados. Porque para que una hiper-reducida élite de millonarios aumenten sus caudales e incluso engrosen levemente sus filas… amplias capas de la población trabajadora deben ver redoblada la explotación que sufren, deben ver reducidos sus salarios y degradadas sus condiciones de vida y de trabajo, deben ver como la precariedad, la temporalidad y la jibarización de sus derechos laborales se hace norma, se hace estructural.
No es un proceso inocente, impersonal y mecánico. Es el fruto deliberado de un plan. Hace ahora un año por estas fechas, los máximos representantes de bancos, monopolios y capital extranjero se reunieron en una “macro cumbre” organizada por la CEOE, donde diseñaron una “hoja de ruta” para proteger sus beneficios y cargar las pérdidas de la pandemia sobre trabajadores, pensionistas, autónomos…
Y ese plan lo están ejecutando. Ana Patricia Botín, presidenta del Banco de Santander y cabeza de la oligarquía, acaba de declarar que, gracias a la vacunación y a la llegada de los fondos europeos, “España se va a salir del mapa, las estimaciones de crecimiento se van a quedar cortas, podemos crecer por encima del 9%”. Escondiendo que no será un crecimiento “equitativo”: unos ganarán y otros perderán.
Mientras los grandes bancos han declarado en el primer trimestre del año, en plena pandemia, beneficios -no pérdidas- por valor de casi 8.000 millones de euros, el poder adquisitivo de los salarios ha sufrido la mayor caída registrada en los últimos 45 años, y hasta 8 millones de personas han visto sus rentas recortadas.
Para que haya un edén de hiper-acaudalados, hay que ampliar las vastas estancias del averno de los empobrecidos, de los explotados.
Por eso, la única “vacuna” posible para escapar al destino que han decretado para la inmensa mayoría de la población se llama Redistribución de la Riqueza. Hay que aguar su festín celestial, exigiendo que esta crisis la paguen ellos.