El poeta y cantautor canadiense Leonard Cohen – considerado uno de los poetas y cantautores más influyentes y respetados de la música pop- ha fallecido a los 82 años.
Publicó su último disco hace apenas un mes -‘You want it darker’- una obra de serena despedida, y luego partió. Así nos ha dejado Leonard Cohen, uno de los poetas cantantes más prolíficos y respetados de todos los tiempos. A sus espaldas una veintena de discos impedirán que nunca se vaya del todo. Temas como ‘Hallelujah’, ‘So Long, Marianne’, ‘Suzanne’, ‘Dance me to the end of love’ o ‘First We Take Manhattan’ perdurarán en la historia de la música.
Ha muerto con las botas puestas, con ese traje elegantemente entallado y ese característico sombrero de Sinatra, creando -enfermo y “confinado en sus barracones”- el que consideraba uno de sus mejores discos. Su hijo instaló los instrumentos de grabación en su propia casa y grabó en los mejores momentos del artista un disco en el que se declaraba preparado para el final de su vida.
Los canciones y poemas de Cohen podían tardar años en su maduración mineral antes de ser susurrados con voz cavernosa, melancólica y erótica al micrófono. Pero como de una fuente subterránea, brotaban sin parar, hablando de amor y tristeza, de sexo o de guerra, de denuncia política o de espiritualidad, siempre mezcladas con ironía e inteligencia.
Cohen mantuvo con España una relación íntima e intensa. Empezó a tocar la guitarra de adolescente con la ayuda de un profesor de flamenco español que desapareció de repente, como si hubiera decidido que ya no tenía más que enseñar al cantautor que luego sería. También nació pronto en Cohen la fascinación por Federico García Lorca, a quien homenajea en ‘Take This Waltz’, versión en inglés del poema ‘Pequeño vals vienés’ del granadino, que también dió nombre a su propia hija, Lorca.
Su poesía y su cercanía a España le dieron a Cohen el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011, y su nombre sonó durante años para el Nobel de Literatura. El canadiense se mostró abrumado en Oviedo por el cariño del público y dijo humildemente: “Siempre he tenido sentimientos ambiguos sobre los premios de poesía. La poesía viene de un lugar que nadie controla y nadie conquista. Así que me siento un poco como un charlatán al aceptar un premio por una actividad que no domino”.
Quizá Cohen tuviera razón y fuera la poesía la que lo dominara a él. El caso es que hoy la poesía terráquea ha perdido una voz de caverna.
Everybody knows the war is over
Everybody knows the good guys lost
Everybody knows the fight was fixed
The poor stay poor, the rich get rich
That’s how it goes
Everybody knows
Todo el mundo sabe que la guerra ha acabado
Todo el mundo sabe que los buenos perdieron
Todo el mundo sabe que la lucha estaba amañada
El rico sigue rico y el pobre sigue pobre
Así es como funciona
Y todo el mundo lo sabe.