Las palabras pueden engañar. Los números nunca lo hacen. En las elecciones generales del pasado 28 de abril, VOX obtuvo 2.677.173 votos, el 10’26% de los votos emitidos, pero que solo representan el 7’27% del censo electoral. En otras palabras, solo 7 de cada 100 españoles apoyaron a esta formación en las elecciones generales. En sí mismos, unos resultados muy por debajo de los esperados.
Sin embargo, los resultados de las elecciones europeas, autonómicas y municipales de este 26 de mayo solo pueden considerarse de ‘gatillazo’ comparadas con las elecciones pasadas. Cogiendo los datos de las europeas, la formación de Abascal obtuvo 1.388.681 votos, casi la mitad de lo que sacaron en las elecciones generales, en las que la abstención solo aumentó 10 puntos. O lo que es lo mismo, el 6’2% de votos y el 3’7% del censo electoral. Si antes a VOX solo les apoyaron 7 de cada 100 españoles, ahora solo lo han hecho 4 (redondeando hacia arriba).
Porcentaje de voto que además se repite en autonómicas y municipales. En Madrid capital, que los ultras pintan como su gran triunfo, solo obtienen el 7’63% de los votos. En Valencia, un 7’25%. En Zaragoza, un 6’15%. En Cádiz, un 3’97%. Y en Barcelona, un 1’16%.
VOX solo puede entrar en gobierno (con el permiso de PP y Ciudadanos) en Madrid, Murcia y Melilla. Y en el caso de Ceuta, el PP solo le necesita a él. Pero en el resto de comunidades autónomas, a excepción clara de Andalucía, la presencia de Vox es o irrelevante para la formación de gobiernos, o directamente inexistente.
Pueden ser claves en la formación de 16 gobiernos de capitales de provincia, y siempre porque así lo permitan PP y Ciudadanos.
VOX es la franquicia en España de un frente impulsado y financiado por Steve Bannon, ex-asesor de Donald Trump y lider de la alt-right (extrema derecha supremacista) norteamericana que trata de montar una especie de “Internacional de la ultraderecha” llamada The Movement, al que pertenecen partidos como la Liga de Salvini o el Frente Nacional de Le Pen. Sin embargo, en España esta ponzoñosa semilla transgénica tiene las raíces muy cortas, y su tallo se arrastra por el suelo.
Mientras otros países como Francia, Italia o Suiza han visto surgir a la extrema derecha desde hace ya años, en España no ha sido hasta las miles de horas de propaganda que recibieron en forma de atención mediática. Solo para rápidamente ser trasquilados.
La Agrupación Nacional de Le Pen, La Liga de Salvini o Ley y Justicia en Polonia han ganado las elecciones europeas. En otros países, como Finlandia, Alemania o Grecia, la ultraderecha retrocede, pero lo hace tras varios años de importante presencia institucional. La extrema derecha en otros países de Europa ha llegado a tener porcentajes de voto como el 37% (Polonia), 29% (Suiza), 21,3% (Francia), 21,1% (Dinamarca), 20,3% (Austria), 12,6% (Alemania)… en España VOX se mueve en un techo del 10%, ahora reducido al 7%.
Los valores de la inmensa mayoría de la población española son antagónicos a los de la extrema derecha. Frente a la leyenda negra, la realidad es que España es un país abierto, solidario, progresista y mayormente de izquierdas. Eso no quiere decir que debamos bajar la guardia, o minusvalorar la capacidad que va a tener VOX para meter ruido, enfrentamiento y división en los parlamentos autonómicos y en los ayuntamientos. Pero no debemos dejar que lo estruendoso de sus formas y lo escandaloso de sus proclamas y exigencias nos haga verlos mayores de lo que en realidad son.