El acuerdo firmado por el PP con Vox para gobernar juntos en Castilla y León no es una buena noticia. El PP concede a Vox la presidencia de las Cortes autonómicas, la vicepresidencia del gobierno autonómico y tres consejerías por conocer. El líder del PP Fernández Mañueco ha acabado aceptando todas sus exigencias y Vox logra así todos sus objetivos.
Mañueco adelantó las elecciones para gobernar en solitario y ha acabado en brazos de Abascal. El PP sienta un precedente: por primera vez en democracia la ultraderecha entra en un gobierno.
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La “era Feijóo” en el PP se inicia de la mano de los ultraderechistas en el gobierno de Castilla y León. Vox ha pasado de ser el “apoyo exterior” a estar en el gobierno de Castilla y León. Este es un cambio sustancial porque ya está llamando a las puertas de la próxima estación, el gobierno de las Junta de Andalucía si Moreno Bonilla necesitara de sus votos y, por qué no dispuesto a entrar en el gobierno del país si el PP suma mayoría con Vox en las elecciones generales.
El paso dado por el PP en Castilla y León va más allá del gobierno autonómico, significa “blanquear a la ultraderecha” como socio y parte de una alternativa de gobierno de España con el PP.
Así lo están presentando sin reparos los medios de la derecha. ABC editorializa presentando el acuerdo como un “pacto legítimo, democrático y necesario”. La Razón señala explícitamente cómo este pacto es un “banco de pruebas para un proyecto potencialmente exportable en otras citas electorales… y se ha reforzado la alternativa al peor gobierno {en referencia evidente al de Pedro Sánchez}”. Y El Mundo saluda el pacto porque “permitirá la gobernabilidad” en Castilla y León, pero sobre todo señala las “repercusiones políticas en toda España…, se inicia una experiencia inédita”; marca la tendencia de Vox según las encuestas: “sigue sin tocar techo en sus expectativas electorales tanto en las distintas comunidades autónomas como de cara a las próximas generales”; para terminar fijando cuál es el objetivo de esta operación; “PP y Vox son dos agrupaciones condenadas a entenderse si quieren dotar a España de una alternativa a la alianza del inquilino de La Moncloa con las fuerzas que aspiran a derribar la Constitución”.
Donald Tusk, presidente del Partido Popular Europeo (PPE), haciéndose eco de lo que piensan en Berlín y en París, ha tachado el acuerdo como “una triste sorpresa” y lo considera como una “capitulación ante la extrema derecha”
El aviso que llega de Bruselas
El contrapunto lo ha puesto desde la Unión Europea el Partido Popular Europeo (PPE). El presidente de los populares europeos, Donald Tusk, ha tachado el acuerdo como “una triste sorpresa” y lo considera como una “capitulación ante la extrema derecha”. Según Tusk el pacto no puede ser una tendencia en España: “Espero que sea solo un incidente o accidente y no una tendencia en la política española”. Una valoración que corroboran otros dirigentes europeos como el alemán Manfred Weber, líder del grupo del PPE en el Parlamento Europeo: “Casado subrayó siempre que no estaba a favor de cooperar con Vox”. O Michel Barnier de la derecha republicana francesa frente a Le Pen.
La posición del PPE está en la línea de dos de las grandes potencias europeas, Francia y Alemania y de las fuerzas mayoritarias en el Europarlamento, donde es mayoritario una especie de “cordón sanitario y político” aplicado a una extrema derecha “antieuropeista, trumpista y con oscuras conexiones pro Putin” para evitar su entrada en los gobiernos e instituciones. En Francia el sistema de doble vuelta electoral mantiene a raya al partido de Le Pen, mientras en Alemania la CDU de Merkel ni siquiera se ha sentado a negociar con Alternativa para Alemania.
Feijóo ¿sube o baja?
El acuerdo se presentó el mismo día que Núñez Feijóo depositaba 55.000 avales como candidato a presidente del PP en el próximo Congreso extraordinario de Sevilla. Feijóo no ha podido evitar que otros medios como El País hayan tomado las palabras de Donal Tusk para marcar el inicio de la nueva etapa del PP: “Feijóo capitula ante Vox y avala el primer gobierno del PP con la extrema derecha”.
Estos días, sobre todo tras la llamada de atención de los populares europeos al PP, estamos viendo cómo Feijóo y su entorno tratan de desligarse del pacto PP-Vox en Castilla y León, responsabilizando del mismo a la intransigencia del PSOE o a la dirección defenestrada de Casado ya que, según Fernández Mañueco, el propio Casado le habría animado a continuar las conversaciones con Vox.
Pero lo cierto es que no se entiende que quien se presenta como la opción para centrar al PP y ante una decisión de tan profundo calado político no hiciera ningún pronunciamiento explícito, mientras sí lo hicieron dirigentes históricos como González Pons. El europarlamentario valenciano, elegido como presidente del Comité Organizador del Congreso extraordinario de abril, declaraba en Telecinco que “Vox es un partido de extrema derecha” frente al “centro derecha” que quiere representar el PP. Incluso el presidente de Andalucía, Moreno Bonilla, que gobierna con el apoyo externo de Vox, calificaba a Vox de “antiautonomista y antieuropeo” y marcaba distancias: “Lo que ocurra en una comunidad autónoma no va a marcar a otra”.
Feijóo ha iniciado su campaña en Valencia tratando de borrar su silencio mientras se consumaba el pacto de gobierno de Mañueco y Abascal.
Feijóo ha iniciado su campaña en Valencia declarando que “comprende la decepción de sus colegas europeos con el pacto en Castilla y León”. Y tratando de borrar su silencio mientras se consumaba el pacto de gobierno de Mañueco y Abascal.
Ante los valencianos de su partido se ha presentado apostando por la “moderación” y la “centralidad”. Ha dicho que “es mejor perder el gobierno que ganarlo desde el populismo”. Y ha vuelto a sacar del baúl de los recuerdos su reivindicación de que “gobierne la lista más votada”.
Pero Feijóo no ha empezado con buen pie, tiene un problema, los hechos no avalan sus palabras. Ha callado mientras su partido convertía a la ultraderecha en una fuerza de gobierno. Ha mantenido encerrada la bandera de “la lista más votada” todos los años que al PP no le convenía, durante el ciclo electoral de 2018-2019, porque si se hubiera aplicado entonces hoy el PP no gobernaría en Andalucía, Madrid, Murcia ni Castilla y León, comunidades donde entonces el PSOE fue la lista más votada. Y en Orense, en su propio territorio, donde también el PSGa fue el más votado apoyó como alcalde al candidato de Democracia Orensana, la lista con menos votos, a cambio de mantener la Diputación.
Una acción casi temeraria
El director de Antena 3 Noticias, Vicente Vallés, calificaba como “una acción casi temeraria” elevar a Vox a puestos de gobierno. Se avecinan tiempos duros y sectores de la oligarquía y de los centros de poder que van de Washington a Berlín pueden estar impulsando no ya un recambio al gobierno de Pedro Sánchez, sino una “pata derecha” que pueda abarcar lo que podríamos llamar “un gobierno de los recortes sin complejos” o un “gran pacto nacional” de las dos fuerzas (PP-PSOE) que se han alternado en el gobierno de España desde hace más de 40 años.