«Los problemas de deuda europeos no se van a solucionar por sí solos. Es hora de que los dirigentes de Alemania y de Francia ejerzan un liderazgo inspirador. ¿Están sus ciudadanos dispuestos a rescatar al resto de Europa? Ya conocen la respuesta: ¡Nein! (¡No!). Y tampoco resulta evidente que los mercados piensen que Alemania, Francia y el resto de la solvente Europa del Norte puedan permitirse realmente absorber las pérdidas de la eurozona que finalmente tendrán que reconocerse.»
Lo que funcionó en la crisis estadounidense (hasta cierto unto) no va a funcionar en Europa por dos razones: la democracia y la soberanía. Los países no son bancos. En EEUU, la Reserva Federal, el Tesoro y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos tenían un poder legal y regulatorio sobre los bancos, y podían decirles lo que tenían que hacer: aumentar el capital, vender activos, reducir los dividendos e incluso gravarles con impuestos. Puede que Alemania tenga mucho dinero, pero no le puede decir a los países receptores lo que tienen que hacer. El BCE puede imprimir dinero para ayudar a los Gobiernos insolventes, pero no los puede controlar. (THE WALL STREET JOURNAL) DIARIO DEL PUEBLO.- Se supone que el tema económico encabece la agenda de discusión, con bastante espacio para aborbar las consecuencias de la rebaja de la calificación de crédito de EEUU por parte de la firma Standard & Poor y la batalla política sobre el límite legal de la deuda del país, así como la vacilante economía global. Por desgracia, la calamidad económica estadounidense ha afectado a los mercados globales en un momento en que la Unión Europea está luchando con su propia crisis de la deuda y China enfrenta una alta inflación y una fuerte alza en los precios de la vivienda. EEUU. The Wall Street Journal Recuperar el marco alemán Holman W. Jenkins, Jr ¿Qué fue lo que provocó la gran oleada de ventas del pasado lunes? Aunque el ejercicio de buscar razones para el comportamiento de las bolsas es discutible, no tiene mucho sentido creer que la rebaja de la calificación de la deuda del Tesoro estadounidense por parte de Standard & Poor’s impulsara a los inversores a deshacerse de sus acciones para comprar deuda del Tesoro. La verdadera revelación fue que el Banco Central Europeo (BCE) creyese que necesitaba acelerar la imprenta para evitar que las deudas de Italia y de España resultaran imposibles de financiar. Los inversores intuyeron que el mundo estaba al borde de una crisis sistémica. Esa es la razón por la que los bancos estadounidenses se llevaron un buen varapalo. Los problemas de deuda europeos no se van a solucionar por sí solos. Es hora de que los dirigentes de Alemania y de Francia ejerzan un liderazgo inspirador. ¿Están sus ciudadanos dispuestos a rescatar al resto de Europa? Ya conocen la respuesta: ¡Nein! (¡No!). Y tampoco resulta evidente que los mercados piensen que Alemania, Francia y el resto de la solvente Europa del Norte puedan permitirse realmente absorber las pérdidas de la eurozona que finalmente tendrán que reconocerse. Por tanto, Alemania y sus vecinos solventes deberían hacer algo decente y abandonar la eurozona y permitir que el BCE prosiga el trabajo que inició este fin de semana para tratar de facilitar una solución mediante la devaluación y la inflación. Puede que esta idea les parezca radical mientras el BCE sigue analizando si puede sofocar el pánico en el mercado por la deuda italiana. Muchos dicen que Italia puede permitirse pagar sus pagarés y que solo necesita un periodo de apoyo para repeler un ataque especulativo. Es una pregunta conocida: si nos enfrentamos a una crisis de liquidez o a una crisis de solvencia. Al igual que los rescates de los bancos estadounidenses de 2008, la intervención con la imprenta podría evitar que una crisis de liquidez se convierta en una crisis de solvencia. El mundo no se acaba. Por tanto, la forma de asegurarse de que la disponibilidad de rescates no se transforma en un incentivo para la toma de riesgos temeraria se convierte lentamente en un reto. Lo que funcionó en la crisis estadounidense (hasta cierto punto) no va a funcionar en Europa por dos razones: la democracia y la soberanía. Los países no son bancos. En Estados Unidos, la Reserva Federal, el Tesoro y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos tenían un poder legal y regulatorio sobre los bancos, y podían decirles lo que tenían que hacer: aumentar el capital, vender activos, reducir los dividendos e incluso gravarles con impuestos. Puede que Alemania tenga mucho dinero, pero no le puede decir a los países receptores lo que tienen que hacer. El BCE puede imprimir dinero para ayudar a los Gobiernos insolventes, pero no los puede controlar. Los Gobiernos receptores dispondrían de todos los incentivos políticos para suavizar sus medidas de austeridad y de reforma, a sabiendas de que el coste se trasladará de una manera o de otra, tanto a los contribuyentes alemanes como mediante la inflación. El euro era una idea noble, en realidad dos ideas nobles, y una de ellas tenía sentido: que una moneda común podía impulsar un ajuste competitivo en toda Europa. Por desgracia, la idea noble que cautivó a las élites europeas y que se vendió a la gente de la calle era diferente: el euro resolvería «el problema alemán», independientemente de que «el problema alemán» ya se hubiera solucionado con la invención de las armas nucleares. Hans-Olaf Henkel, un portavoz de los empresarios alemanes tan distinguido como el que más, ex presidente de IBM Alemania y ex dirigente de la principal federación empresarial de su país, antes apoyaba fervientemente el euro, pero ahora exige que Alemania y sus vecinos solventes abandonen el sistema euro por una nueva moneda (un marco alemán a todos los efectos menos en el nombre). Dejemos que el euro se convierta en la moneda de los gorrones. El BCE dejaría de imprimir dinero para rescatar a los sistemas bancarios nacionales de los gorrones. Sus Gobiernos tendrían libertad para declarar suspensiones de pagos selectivas y timar a los que ahora serían extranjeros y cuya moneda nacional sería el nuevo marco alemán. Los países del marco alemán podrían reservar su caridad para sus propios bancos (cuyos balances quedarían hechos añicos por los impagos del euro). Y evitar la retirada masiva de fondos bancarios sería mucho más fácil que si los países insolventes fuesen los que abandonaran el euro. Este no sería un ejercicio exento de dificultades, pero Europa se adelantaría al cambio. Jean-Claude Trichet, el presidente del BCE, es el «presidente de facto de Europa» (citando a un analista) solo porque ha sustituido a Angela Merkel y a Nicolas Sarkozy en su papel de aplazar las decisiones. No puede acabar con la crisis de insolvencia europea, que requiere una distribución de las pérdidas de forma que los bancos, las empresas y los hogares puedan seguir su recuperación y su crecimiento. Lo que resultaba concebible hace unos meses era una restructuración negociada de las deudas de Grecia, Portugal, Irlanda y quizás de otros países, que habría significado provocar valientemente la crisis bancaria que ahora se nos viene encima, lo queramos o no. Como el incentivo político es lo que es, los líderes prefirieron aplazarla y aguantar hasta las próximas elecciones. Lo que es verdaderamente preocupante es que quizá se necesita un pánico mayor antes de que Europa esté dispuesta a reconocer que muchas deudas son deudas imposibles de pagar y a distribuir las pérdidas tal cual. THE WALL STREET JOURNAL. 10-8-2011 China. Diario del Pueblo La visita de Biden es un cambio positivo China se prepara para dar la bienvenida al vicepresidente de EEUU, Joseph Biden, en Beijing el 17 de agosto. Como bien explicó la Casa Blanca, Biden se reunirá con su homólogo chino, Xi Jinping, y otros altos funcionarios chinos, incluyendo al presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao ", para consultas sobre una amplia gama de asuntos bilaterales, regionales y globales". La Casa Blanca, sin embargo, no dio detalles sobre la naturaleza de las conversaciones. ¿Cuáles serán los temas de las discusiones? ¿Hay esperanza de una gran mejora en las relaciones chino-estadounidenses? Como ocurre con cualquier iniciativa diplomática de alto perfil, hay muchas preguntas pendientes. Se supone que el tema económico encabece la agenda de discusión, con bastante espacio para aborbar las consecuencias de la rebaja de la calificación de crédito de EEUU por parte de la firma Standard & Poor y la batalla política sobre el límite legal de la deuda del país, así como la vacilante economía global. Por desgracia, la calamidad económica estadounidense ha afectado a los mercados globales en un momento en que la Unión Europea está luchando con su propia crisis de la deuda y China enfrenta una alta inflación y una fuerte alza en los precios de la vivienda. También se podría discutir el diferendo en el Mar de la China Meridional. Durante siglos, los sucesivos gobiernos de China han declarado esa zona parte del territorio de la nación. Ahora que algunos países vecinos está en desacuerdo con esta posición, China ha expresado su voluntad de discutir pacíficamente las demandas sobre una base bilateral, sin interferencias externas. Esto no representó un problema para las relaciones chino-estadounidenses hasta que Washington desechó su posición neutral hacia el tema. El 23 de julio de 2010, la secretaria de Estado Hillary Clinton anunció que EE.UU. tiene un "interés nacional" en el Mar Meridional de China y ofrece diversas soluciones multilaterales para resolver las reclamaciones. Este giro en la política de EE.UU. ha ofendido a China. Las relaciones entre Taiwan y la China continental han mejorado significativamente desde 2008, y EEUU da la bienvenida al acercamiento entre ambos lados. El presidente de EEUU, Barack Obama, dijo: "Esperamos que este progreso continúe, porque el mismo va en interés de ambas partes, la región y EEUU." Pero la administración Obama está bajo presión para vender aviones F-16 a Taiwán. De hecho, el 1 de agosto, 181 legisladores estadounidenses presentaron una petición al presidente para que apruebe la venta, argumentando que la misma "podría ayudar a miles de empleos en Estados Unidos -. Sobre todo los bien remunerados en el sector manufacturero" Washington ha informado que Biden no discutirá asunto alguno relacionado con las transacciones de armas con Taiwán. Sería ingenuo creer esto. El tema será planteado. Biden probablemente no proporcionará ningún detalle sobre la polémica de los F-16 y puede que incluso no sepa si la venta se aprobó (Clinton ha dicho que la decisión será anunciada a más tardar el 1 de octubre – Día Nacional de China). Sin embargo, el vicepresidente probablemente dirá que la venta de armas promoverá la estabilidad y que es una necesidad de la ley estadounidense. De China, Biden viajará a Mongolia y Japón. Pero teniendo en cuenta los intereses en juego, es probable que sus visitas a Pekín y Chengdu sean las paradas más importantes de su viaje. Si algo debe quedar claro es que se mantienen profundas diferencias entre los dos países. Pero a pesar de ello ambos son altamente interdependientes y se necesitan mutuamente. DIARIO DEL PUEBLO. 16-8-2011