Como en pocos artistas a lo largo de la historia, en Frida Kahlo es prácticamente imposible separar su vida de su obra. Ella misma, través sobre todo de la inacabables secuencia de autorretratos, se encargaría de tejer una poderosa urdimbre entre sus singular concepción artística y su propia realidad vital .
A través de su pintura, Frida va entrelazando esa íntima unidad entre una vida tan breve como apasionada y una obra tan tan intensa como apasionante.Mujer vehemente y despierta, se enfrenta con entereza y tesón al infortunio que, a golpes implacables del destino, va minando su físico.
El 16 de julio de 1907 nace en Coyoacan, un pequeño pueblo de la periferia de la ciudad de México, Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, tercera hija de la mexicana Matilde Calderón y del judio alemán de origen húngaro Wilhelm Kahlo.
A los 18 años, y mientras acude a una clase en la Escuela Nacional Preparatoria-de donde quiere salir para estudiar medicina-, un grave accidente va a virar completamente el rumbo de su vida : el autobús de madera en el que viaja es arrollado por un tranvía. A consecuencia de él, Frida pasará un mes en el hospital de la Cruz Roja, donde postrada e inmovilizada en la cama se inicia en su afición a la pintura, a la que consagrará ya el resto de su corta vida.
En 1928 ingresa en el Partido Comunista de México, donde traba una íntima amistad con el más famosos muralista de todos los tiempos, Diego Rivera, militante también como ella, con el que sacara un año después. Serias discrepancias de Rivera con la política de Stalin, llevarán a su expulsión del partido. Frida lo abandona en solidaridad con el. No regresarán hasta 1941, cuando Hitler invada la URRS. Frida forma parte del comité mexicano de apoyo a los republicanos españoles que tanta influencia tendrá, tanto para la venta de armas a las República española como para la calurosa y solidaria acogida que conocerán los exiliados en 1939.
Al inicio de la década de los años 20, el mundo intelectual y cultural mexicano estaba en ebullición. La consolidación de las políticas de la revolución de 1910 y el nuevo Estado revolucionario empiezan a impregnar, todavía no las obras artísticas, pero sí el debate intelectual acerca del nuevo rumbo que debe tomar del mundo del arte y la cultura. Bajo la poderosa influencia del filósofo José Vasconcelos, nombrado ministro de educación, una nueva concepción y nuevas corrientes artísticas se abrían paso en México.
Frente al mimetismos de la pintura europea que siempre había dominado desde la guerra de la independencia, la voluntad de Vasconcelos de acercar el arte al pueblo, de que los artistas fueran capaces de compartir sus creaciones con el pueblo va a imprimir un giro radical al arte contemporáneo mexicano.en torno al artista Adolfo Best Maugard se crea una amplio círculo de jóvenes pintores convencidos de que el arte mexicano debe, por un lado, retomar sus raíces indígenas, fundir lo mejor y los más avanzado del arte universal con las mejores tradiciones autóctonas. Es el nacimiento del llamado “mexicanismo” que va a tener una influencia decisiva, no sólo en el terreno pictórico, sino en el resto de las artes. Por el otro, y capitaneado por Siqueiros y Diego Rivera, hacer confluir también este nuevo arte con las aspiraciones sociales de la revolución y de las clases populares: los obreros, los campesinos, los indígenas.
La relación, a través de Rivera, de Frida Khalo con este fecundo círculo intelectual- que no solo funda el arte contemporáneo mexicano, sino que convierte a México en un foco difusor y en un centro de atención de toda la vida cultural iberoamericana hasta nuestros días -será determinante para el rumbo que tomará su pintura.
En los primeros años 20, los primeros dibujos y pinturas de Frida, pese a contener ya algunos trazos gruesos de lo que posteriormente será su estilo, están presos de las posiciones academicismos y europeístas todavía dominantes entre los grandes maestros de la pintura oficial.Será Diego Rivera quien la convenza para que adopte un nuevo estilo, para que se acerque en sus composiciones a las formas tradicionales del arte popular mexicano, sus colores, sus motivos, sus alegorías,…
Desde entonces el estilo pictórico de Frida toma una personalidad propia perfectamente reconocible. Los surrealistas pretenderán apropiarse de este estilo como una manifestación más de su corriente. Pero Frida, a pesar de participar en la primera exposición de pintura surrealista mexicana, los despacha con una sentencia demoledora que expresa con claridad el abismo que la separa de los surrealistas europeos: “Dicen que yo soy una surrealista…pero no lo soy.Nunca pinté mis sueños, pinté mi propia realidad”. Mientras los surrealistas se veían obligados a recurrir al mundo onírico para expresar sus más profundos deseos, en Frida la pasión y la fuerza de sus deseos es tal que basta con pintar su propia vida para hacerlos presentes.