La coalición izquierdista Poder Popular Nacional y su candidato, Anura Kumara Dissanayaka, líder del marxista-leninista Frente Popular de Liberación, ha ganado las elecciones presidenciales en Sri Lanka con más del 42% de los votos, superando a sus oponentes de centroizquierda y centroderecha. El nuevo gobierno comunista tiene ante sí el reto de reactivar la economía, enfrentando la grave crisis que sufre el país desde 2021, y de zafarse de las cadenas del préstamo multimillonario del FMI que asumieron sus antecesores.
El comunista Anura Kumara Dissanayake -vitoreado en la capital, Colombo, por su acrónimo (AKD) por miles de seguidores portando banderas rojas y cuadros gigantes de Marx, Engels y Lenin- ha tomado posesión como presidente de Sri Lanka, después de imponerse claramente a los candidatos del centroizquierda, Sajith Premadasa, y del centroderecha, Ranil Wickremesinghe, el presidente saliente.
Los comunistas esrilanqueses y sus aliados de izquierdas logran así un ascenso meteórico, después de que en los comicios de 2019 y 2022 lograran un resultado residual, con el 3,16% y el 1,37% de los votos, respectivamente. La contundente victoria de AKD ha canalizado las ansias de cambio y el rechazo a las élites bipartidistas tradicionales, cuyas corruptas y entreguistas políticas de ajuste condujeron a la isla asiática a un colapso económico en 2022, y a un masivo levantamiento popular como respuesta. Aquel año, decenas de miles de manifestantes rodearon y asaltaron la residencia presidencial de Colombo, obligando al entonces presidente Gotabaya Rajapaksa a escapar del país.
Poco después, este país de 22 millones de personas se declaró en bancarrota y el Parlamento designó secretamente al exprimer ministro Ranil Wickremesinghe para reemplazar al presidente huido. Su decisión estrella consistió en sacar a Sri Lanka de la sartén… para arrojarla al fuego, firmando un préstamo de 3.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional que implicó aún más ajustes y el empobrecimiento, duplicando los impuestos sobre las rentas populares, así como sobre los combustibles, alimentos y medicinas.
Tras tomar posesión, AKD ha remarcado la necesidad de realizar una «revolución política» en Sri Lanka para resolver la grave crisis económica. Aunque ha asegurado que no romperán el acuerdo con el FMI, afirma que busca «renegociarlo en profundidad», y que sus primeras medidas serán reducir los impuestos sobre los trabajadores y derogar otras políticas de ajuste.
Sin embargo, los comunistas deberán superar un importante escollo, porque al no haberse renovado aún el Parlamento, donde tiene mayoría el viejo bipartidismo, sólo cuentan con 3 escaños de una cámara de 225. Por eso, Dissanayake se ha comprometido a convocar elecciones legislativas en un plazo de 45 días.
En el trance económico y social que vive Sri Lanka, la isla puede sacar partido de su privilegiada situación marítima, al formar parte del «collar de perlas» de la Nueva Ruta de la Seda de Pekín entre China y Europa. Por eso el presidente chino Xi Jinping ha felicitado a AKD y se ha comprometido a “lograr un avance constante y a largo plazo de la asociación de cooperación estratégica” que comparten. Pekín es además el principal acreedor bilateral de Sri Lanka y ha otorgado garantías al FMI para apoyar la reestructuración de la deuda de la isla.
La otra potencia emergente con influencia en la isla es obviamente India. Su presidente, Narendra Modi, ha asegurado que espera trabajar estrechamente con Dissanayake para fortalecer aún más la cooperación multifacética en beneficio de su pueblo y de toda la región.
Mientras tanto, millones de ceilaneses festejan la victoria comunista. “Estoy muy feliz. Trabajamos muy duro por esta victoria de AKD”, declara a Reuters una simpatizante. “Por primera vez, los pobres tenemos a alguien que nos defienda”.