Nos espera en un hotel de Valladolid. Prácticamente hacemos cola por la cantidad de entrevistas que tiene la directora. Cuando acaba la última, me mira y me dice: “Cojo un café con leche y nos vamos a otro lado. Hagamos la entrevista con tranquilidad”. Carolina África disfruta contando lo que hace y habla como si todavía estuviera en ‘La Belloch’, en la calle Peñuelas.
‘Verano en diciembre’ es una comedia coral, conducida por un extraordinario elenco de actrices, desde Carmen Machi a Lola Cordón, donde los conflictos y tensiones se abren paso en una reunión familiar.
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¿Por qué decides llevar esta obra al cine, más allá del enorme éxito que ha tenido en el teatro, y cómo ha sido ese proceso? Porque es tan distinto el lenguaje del cine y del teatro, tan hermano pero tan distinto.
Ha sido un viaje apasionante. Siempre me han dicho que mi dramaturgia es muy cinematográfica, no solamente con “Verano en diciembre”. En “Vientos de Levante”, paso de un espacio a otro en el teatro, con un juego del sofá que se gira y se convierte en una bañera, que en cine eso es un cambio de plano a otra localización. Y el lenguaje, con diálogos como robados a pie de calle, tiene algo muy cinematográfico también.
Yo siempre fantaseaba con convertirla en película, ya desde el origen, y de hecho con las chicas yo soñaba que Carmen Machi iba a ser la madre. Tengo la suerte de ser amiga de Bárbara Leni, e incluso puse en internet una inocentada donde yo hacía la película, Carmen Machi era la madre y Bárbara uno de los personajes. El germen del sueño ahí estaba, pero la materialización me llega con Chema de la Peña, director y productor. Yo empecé a trabajar de guionista para un programa que se llamaba “Mujeres en la 2”, e invité a Chema a ver esta obra de teatro porque quería encontrar la manera de que esto se haga una realidad.
Cuando la vio me citó y me dijo: ¿aquí hay una película? Y yo le dije sí. Yo al principio solamente me iba a encargar del coaching actoral, pero el proyecto fue creciendo de una manera que la mejor opción también era dirigirla. Yo la tenía muy pensada a nivel de planos. Arropada con un equipo maravilloso, un director de fotografía, Kiko de la Rica, que hace magia y ha sabido escucharme mucho para trasladar cómo yo lo soñaba. Yo he llorado al entrar a la recreación de la habitación de la abuela, les había dado fotos, pero cuando entré sentí el olor, esta cosa del aroma que te traslada, hay como mucho corazón puesto ahí. El equipo técnico me ha escuchado y ha habido un diálogo muy enriquecedor.
Cine y teatro necesitan una interpretación verdadera
En teatro y cine necesitas lo mismo, buenos actores con una base, una interpretación honda y verdadera. De hecho todos los actores de la película son actores de teatro. Pienso que los directores y directoras de este país están perdiendo a grandes actores en audiovisual por los prejuicios que hay con el teatro. Es lo contrario. Tú en teatro ensayas mucho, montas, pruebas, y luego tienes una toma única delante de público en un plano secuencia. En cine es al revés, no ensayas muchas cosas para no quemar la verdad de ese momento, lo guardas para el momento de la toma. Y el montaje lo hacemos al final. En el montaje es donde yo decido si primero veo la reacción o primero veo lo que ha pasado con las cenizas. Ese margen de probar y de equivocarte en teatro lo tienes al principio.
Cine y teatro son contrarios, pero ambos necesitan una base que es una interpretación verdadera.
En la obra, Lola es magnética. No en demérito de las otras actrices, sino al revés, absoluto mérito de Lola. En el tráiler tiene mucha potencia cómica porque también habéis elegido contar esa parte, pero es un pilar absoluto y lo sigue siendo en la película.
Lola en las partes dramáticas esta soberbia, en las cómicas también. En teatro era muy claro que estaba construyendo un personaje, pero en cine es tan verdadera su interpretación que parece que hemos robado un momento. Ella es una actriz como la copa de un pino, una mujer muy lúcida, muy inteligente. Es oro, es una joya y verla, esa textura, esa piel en cámara, es una delicia. E inmortalizarla para siempre. Porque además es una actriz que se ha forjado, tiene tablas también de un tipo de generación, de un tipo de teatro. Es de esas mujeres que no es conocida para el gran público, pero es una de las grandes. Lo ha sido en teatro y también en audiovisual.
Tú buscas contar las cosas que te atraviesan e intentar contarlas con verdad, como los bodegones de finales del XVII, aquello de Santa Teresa de ‘Dios anda entre los pucheros’.
Esto que estás planteando es para mí una de las máximas de mi escritura. Me parece que en el detalle arde la inmensidad. Esa madre con la que te estás peleando muy fuerte, está gritándote, y según te vas te dice “espera, que te dejas el tupper con la comida” Ahí está todo, ahí Dios está en los fogones. De repente en una acción estás contando lo contrario que dice la palabra, estás contando a la vez una pelea donde hay comedia. Es algo que en teatro sí conseguí y que quiero comprobar con público si también lo hemos logrado en la película.
En el detalle arde la inmensidad
La película está plagada de detalles. Carmen Machi está sentada, una señora esperando a confesarse y es mi madre. En el primer día de rodaje, el equipo de fútbol, son mis amigas del colegio, te estoy hablando de cuando tenía 4 años, cinco amistades que he conservado. Jorge Kent de “Vientos de Levante” es el frutero que habla con Carmen Machi. Todas las chicas de la obra de teatro tienen personaje en la película. Me he rodeado de familia, de amigos y he hecho una primera película donde todo está rodeado de amor y de cariño.
Para mí otra cosa mágica, yo estrené “Verano en diciembre” en ese pequeño local donde tú viniste, se estrenó por primera vez en el Teatro Cervantes de Valladolid hace 13 años. En 11 años ha pasado de teatro a cine y de manera oficial las dos veces es en Valladolid. En la obra de teatro la escenografía eran los muebles de la cocina de mi madre. Cuando los iba a tirar, yo le dije espérate porque voy a montar la obra, necesitamos una cocina. Recuerdo cómo los técnicos del teatro nos decían: pero este atrezo cómo puede pesar tantísimo, es que no es atrezo, es una cocina de verdad. En la ficción han volado muchas cosas pero hay una base muy real, son personajes que conozco porque lo he visto de cerca, lo he vivido. Hoy para mí es es un círculo muy mágico el que se va a cerrar para volar con el público, es muy especial.
¿Por qué crees que hay una generación, una ola cada vez mayor de directoras muy buenas y que tienen un lenguaje que además la crítica dice que es distinto, traen otra forma de contar?
Antes había un ostracismo muy fuerte, igual que lo había en el teatro. La gran frase que yo he oído tanto en el teatro como en cine es que no hay mujeres directoras, no hay escritoras, y de repente le dabas 20 nombres. Es que había una invisibilidad muy fuerte y eso hace que cuando tú quieres hacerte visible, tu nivel de excelencia tiene que ser superior porque si no el castigo es muy grande. De Almodóvar te puede gustar una película más que otra, pero nunca vas a poner en cuestión su calidad, y con la mujer el margen de error es mucho más pequeño.
Es una pregunta que te puedes hacer en todos los estamentos del mundo. Lo más terrible es cuando asumimos con naturalidad la desigualdad. ¿Es normal que ninguna mujer gobierne, que no haya ninguna jueza en el Tribunal Supremo? Ahora hay una, ¿es normal? Hemos normalizado la desigualdad.
No es que las mujeres hagamos cine diferente, es que solamente nos ha contado media parte de la humanidad
En el cine era lo normal, no había mujeres directoras, había una, dos… El cine, igual que el teatro, es un reflejo social, el gran cambio se está produciendo en la sociedad. Y el cine puede ayudar, porque su visión del mundo es un vaso comunicante. Estamos en un momento muy bueno y también peligroso porque cualquier movimiento de avance lleva a otro de retroceso. En este momento de avance sí que nos hemos hecho esta pregunta de cómo es posible que no haya parlamentos más equitativos.
A las mujeres no nos han contado en todo lo poliédricas que somos porque la mirada de quien dirigía siempre era de un hombre. No es que las mujeres hagamos cine diferente, es que solamente nos ha contado media parte de la humanidad, esta otra media tiene otra mirada. Es algo que nos está pareciendo novedoso pero que antes no lo dejaban existir.
Lo bonito es todas estas compañeras que han roto ese techo de cristal, y hace que la calidad de tu película no la van a ver con ojos de si eres hombre o mujer, sino la calidad del producto y espero que cada vez más.
Tú eres una mujer de teatro, pero como has dado también el salto al cine te quería preguntar cómo ha sido el trabajo con las actrices.
Yo quería muchos ensayos, lo abordaba como un proceso de teatro. Me decían 9 ensayos es una barbaridad… pero si en teatro menos de 45 no vas a hacer.
Yo insistía mucho en buscar momentos, pero enseguida comprendí lo que necesitaba de ellas. En cine la secuencia es muy corta, tú ese día puedes profundizar en todas las posibilidades que tiene ese fragmento pequeño. En realidad era un trabajo de hacer entender muy bien lo que yo quería contar, en el tono que lo quería contar. Tengo unas actrices excelentes que enseguida entendían lo que yo estaba pidiendo.
Y luego también abrazar esto bonito que tiene el cine que no es como en teatro. que no te puedes equivocar delante del público. Aquí sí puedes, en la toma puedes dar capacidad de juego para que en ese instante todo brille.
También soy actriz y he estado en cine rodando. Me han dicho vas aquí, te paras en esta marca y le hablas y claro. Yo como actriz pregunto por qué. Si voy a hablar con esta persona le miraría, si no le miro por qué es, porque estoy enfadada. Esas herramientas que a veces en el cine no te dan. Creo que he acompañado a los actores de una manera que a veces no se hace en el cine, dan por supuesto cosas que de repente el actor quiere saber. Por qué está haciendo eso, qué relación emocional tiene con él, hay directores que eso no lo abordan y yo eso sí lo he hecho, como lo hago en el teatro. Que los actores sepan lo que están haciendo para que luego su margen de juego sea mayor. Comunicarme mucho y confiar en la intuición de ellas, dejarlas volar, jugar, probar y cuando no era por ahí, reconducir. Ellas han sido muy generosas, muy honestas y se han dejado malear en ese sentido.
He acompañado a los actores de una manera que a veces no se hace en el cine
¿Vas a hacer alguna proyección en tu tierra, en Alcorcón?
Es que el barrio que yo cuento en la película es Alcorcón. Esto también es muy bonito, porque yo no vivo ya en Alcorcón pero es donde me he criado. El sentido de barrio para mí era muy importante. Pero lo bonito es que yo ahora vivo entre el Carmen, la Elipa, Ciudad Lineal, y he rodado todo ahí. El parque donde están las chicas es el parque donde juegan mis hijos, las escaleras son las que yo bajo a diario con mis hijos para llegar al parque, la panadería que sale es la panadería de Dani, mi panadero.