El FMI anuncia que el PIB español alcanzará este año un máximo histórico: 1,14 billones de euros, superando los 1,12 de 2008 al inicio de la crisis.
La economía crece por encima del 3% y Rajoy dice que “España es la economía que más crece en Europa”, y da por hecho que nuestro país sale de la crisis creando empleo, incluso “de mejor calidad que antes de la crisis” según su ministra de Empleo, Fátima Báñez.
¿Pero cuál es la realidad? ¿En qué condiciones estamos saliendo de la crisis?
Para los bancos y grupos monopolistas que operan en el Ibex-35. “España vuelve a ir bien” montados en los supermillonarios beneficios de sus cuentas de resultados. Cerraron el año 2016 con una facturación de casi medio billón de euros (438.526 millones de euros) y unos beneficios netos de 29.720 millones de euros, un 68,8% más que en 2015.
Los cinco grandes bancos que se han quedado con las Cajas de Ahorros y el mercado financiero (Santander, BBVA, CaixaBank, Banco Sabadell y Bankia) han empezado este año ganando un 28% más: unos 4.000 millones de euros, sólo en el primer trimestre de 2017.
Y por supuesto que España va “súper bien” parael número de supermillonarios españoles se han duplicado desde el inicio de la crisis.
El número de multimillonarios no ha dejado de crecer en España ni durante lo peor de la crisis y con la recuperación económica han tomado un nuevo impulso. Un total de 549 personas declararon al fisco tener propiedades valoradas en más de 30,05 millones de euros en 2015, según la Estadística del Impuesto sobre Patrimonio publicada por la Agencia Tributaria. Son el 8% más que en 2014.
Pero desde el inicio de la crisis las personas que declaran un patrimonio supermillonario ha crecido más del doble. En 2007 eran 233 personas las que declaraban tener propiedades valoradas en más de 30,5 millones de euros. Y en 2015 (últimos datos conocidos) este selecto grupo de súper ricos alcanzó las 549 personas.
Estos son los datos oficiales, pero son varios los medios, incluso fuentes del interior de la Agencia Tributaria, que aumentan esta cifra, ya que el Impuesto de Patrimonio -cedido a las Comunidades Autónomas- está considerado como un “impuesto de alto riesgo” por las sospechas de ocultación, evasión fiscal y la llamada “ingeniería financiera” que pesa sobre este tipo de declaraciones fiscales.
Bajos salarios, empleo precario… Han venido para quedarse
La economía española supera los niveles de riqueza de antes de la crisis y se crea empleo, pero la bonanza de la recuperación económica no llega a la inmensa mayoría del pueblo trabajador, ni entra en la mayor parte de los hogares españoles.
La devaluación salarial y la precarización del empleo, junto con la pérdida de derechos laborales, no son problemas pasajeros que vayan a desaparecer con la “recuperación” económica, son cambios estructurales que han transformado el mercado de trabajo y que, si no se le pone remedio, han venido para quedarse.
Los salarios han perdido desde el estallido de la crisis una media de, al menos 10 puntos nominales y el 25% de su poder adquisitivo.
La participación de los salarios respecto al PIB ha caído 2 puntos entre 2007 y 2016, equivalente a 200.000 millones de euros, pasando del 49% que representaban en 2007 al 47% en 2016. La misma proporción en la que ha aumentado la participación en del PIB de las rentas del capital, que han pasado de representar el 41% al 43%. Según la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística.
Si se hubiera mantenido la misma proporción de rentas en el PIB, los trabajadores habríamos cobrado en nuestras nóminas 200.000 millones de euros más, o lo que es lo mismo, cada trabajador tendría ahora 12.500 euros más.
Gracias a las reformas laborales de Zapatero y Rajoy se han generalizado los bajos salarios en el mercado laboral. Así mientras la patronal de la hostelería anuncia un crecimiento de su actividad y de beneficios superior al 4,1%, los hoteles y restaurantes de toda España están llenos de “kellys” y camareros que no ven reflejadas es sus nóminas los beneficios del crecimiento.
Según un estudio del Sindicato de Técnicos de Hacienda con los datos de la propia Agencia Tributaria, publicado el pasado 1º de Mayo, con datos de 2015, último año del que hay estadísticas disponibles, el “milagro es ser mileurista”. El 47% de los trabajadores (8,2 millones) tiene salarios por debajo de mil euros. De esos, el 34,4% (6 millones de trabajadores) están por debajo del Salario Mínimo, que ahora mismo está en 707 euros mensuales.
Otro informe de UGT sitúa en 2016 el sueldo más frecuente, el que cobran la mayoría de los trabajadores, en 994 euros mensuales. Y según uno DE Comisiones Obreras, los jóvenes menores de 25 años, especialmente afectados por los contratos parciales cobran una media de 480 euros mensuales.
Con estos sueldos se ha creado un nuevo sector de trabajadores, del de los “trabajadores pobres”, personas que tienen un trabajo pero que han caído en la pobreza o están en riesgo de ella y de exclusión social, porque cobran un sueldo de supervivencia que no cubre ni las necesidades más básicas. Este sector alcanza ya al 14% de los trabajadores.
Según UGT, el 10% de los trabajadores no puede ni siquiera hacer frente al gasto que supone la alimentación, y que han calculado que se encuentra en 350 euros mensuales. De hecho, un trabajador con el salario más frecuente (994 euros) no podría hacer frente ni al 50% de los gastos básicos de un hogar, porque necesita un 37% de su sueldo para alimentación, un 16% para ropa y calzado y un 74% para vivienda, agua, luz y gas. ¡Tendría que ganar al menos un 30% más!
Más empleo pero menos trabajo
El gobierno exhibe como un trofeo la creación de 1,8 millones de empleos desde 2014. Cierto. ¿Pero qué empleo se está creando? ¿Es el empleo que permite a los trabajadores y sus familias salir de la crisis más allá de la supervivencia?
El último día de agosto se extinguieron 300.000 contratos de trabajo, prácticamente todos del sector de la hostelería, evidenciando tanto el peso del turismo como la temporalidad que domina la contratación laboral.
La Encuesta de Población Activa (EPA) ha puesto de manifiesto que hasta ahora sólo se ha recuperado 777.000 empleos fijos frente al 1,3 millones de fijos destruidos, el 57,8% del empleo perdido por la crisis.
Mientras tanto la temporalidad se adueña de un mercado de trabajo precario. Más de 4,2 millones de trabajadores tienen un contrato temporal, la tasa de temporalidad llega al 26,9%. En agosto de este año la contratación alcanzó un récord histórico de contratación, pero también de temporalidad. Se firmaron 1,5 millones de contratos, pero 9 de cada 10 eran temporales con una duración media por debajo de 50 días, y los más abundantes por debajo de 7 días.
Y junto al trabajo temporal, la contratación a tiempo parcial. Los informes de Eurostat, la agencia europea de estadística, colocan a España como el país de la Unión Europea con mayor proporción de personas subempleadas, que desearían poder trabajar más horas de las que tienen contratadas. Según Eurostat este tipo de contratos supone el 7,7% de la contratación y afecta a casi 1 millón y medio de trabajadores. Casi el doble del 4,4% que había en 2008 al inicio de la crisis.
El total de horas trabajadas es un índice esencial para comprender el tipo de empleo que se está creando. En los primeros seis meses de 2009 se trabajaron 654 millones de horas. En el primer semestre de 2017 el número de horas trabajadas ha sido de 613 millones. Es decir, 41 millones de horas menos trabajadas, pero con 200.000 trabajadores más, según la EPA. Dejando al descubierto que el empleo que se está creando es dominantemente temporal y a tiempo parcial.
Precariedad salarial y laboral, recortes de derechos, objetivos buscados
La temporalidad y la contratación a tiempo parcial junto a los bajos salarios conforman un mercado de trabajo precario, con contratos de escasa duración y salarios que apenas cubren las necesidades básicas de las familias.
Si a todo esto añadimos el recorte de los derechos laborales, tendremos una radiografía completa el nuevo mercado laboral.
Los derechos de los trabajadores, conquistados en décadas de lucha, se han pisoteado y recortado drásticamente a golpe de reforma laboral. Se ha liberalizado la jornada laboral, las vacaciones y los horarios de trabajo, que la patronal puede imponer a su conveniencia. Se han eliminado pluses y compensaciones por desplazamientos, trabajo nocturno o en festivos y los tiempos de bocadillo. Las horas extra se convierten en horas “normales”, incluso no remuneradas. Como descubría la EPA del segundo trimestre de 2016: “La mitad de las horas extra (el 53,7%) no se pagan. De los 6,2 millones de horas extra trabajadas a la semana, sólo 2,8 millones recibieron algún tiempo de compensación -en tiempo o en dinero-, el resto, 3,3 millones, no tuvieron, por el contrario, ninguna”.
Se ha dado un golpe a los derechos sindicales de los trabajadores, recortado la negociación colectiva para quebrar su capacidad de lucha y la defensa de sus derechos y reivindicaciones, primando los convenios de empresa sobre los convenios de ámbito superior, sectoriales o territoriales. Además se ha reformado el artículo 315 del Código Penal que criminaliza los piquetes de huelga y que ya ha llevado a decenas de sindicalistas y trabajadores a los tribunales, y algunos a la cárcel.
No estamos ante un fenómeno temporal, sino ante cambios estructurales buscados y “legalizados” por la reforma laboral, realmente por las dos reformas laborales aplicadas desde el inicio de la crisis, primero la de Zapatero y sobre todo la de Rajoy. Y cuyo centro ha sido cambiar por completo las condiciones de explotación de la clase obrera.
La radiografía de la situación refleja dos realidades radicalmente diferentes y dos velocidades de salida de la crisis radicalmente diferentes.. La de quienes están saliendo de la crisis acumulando aún más riqueza, a costa de expropiar a quienes la producen y al conjunto del pueblo trabajador. Y el conjunto de clases a las que se expropia, sometidas a una intensa devaluación de salarios, pensiones y rentas y un cambio radical de sus condiciones de vida y trabajo.
Ante esta situación las ideas de redistribución de la riqueza se abren paso entre cada vez sectores más amplios de la clase obrera, el pueblo trabajador y las propias organizaciones sindicales, sociales o políticas, como entre otras pone de manifiesto la campaña lanzada por UGT para subir el Salario Mínimo a 1.000 euros al mes.
Hace ocho años, con las elecciones europeas de 2009, Unificación Comunista de España estableció como programa electoral de su candidatura “De Verdad contra la crisis” la redistribución de la riqueza, y la redistribución salarial con un salario mínimo mensual de
1.000 euros al mes, como primera medida de la redistribución de la riqueza, pero también un salario máximo para que ningún banquero, ejecutivo o alto cargo cobre sueldos por encima de 10.000.