Editorial

Una oportunidad para una Paz estable, duradera y justa en Gaza

La tarea más urgente del momento es transformar esta paz frágil, incierta y amenazada... en una paz estable, duradera y a ser posible permanente. Impedir que este quebradizo alto el fuego sea un breve paréntesis en el criminal esquema del gobierno de Netanyahu.

Cuando escribimos estas líneas, cientos de miles de gazatíes -heridos, agotados, famélicos- han pasado su primera noche sin bombardeos, la primera en mucho tiempo.

Cuando escribimos estas líneas, comienzan a llegar las imágenes de camiones cargados de ayuda humanitaria, cruzando por primera vez desde hace más de seis meses el paso fronterizo de Rafah, para aliviar la hambruna extrema que acuchilla los estómagos de la población civil.

Una maltrecha muchedumbre de familias, carromatos, cargada de enseres, llena la carretera de la costa en dirección a la ciudad de Gaza. Como la sangre que retorna a un miembro asfixiado, los palestinos vuelven a las ruinas de lo que antes fue su hogar. Algunos sólo pueden reconocer su casa por algún trozo de mueble, por algún fragmento de recuerdo de lo que antes fue su vida.

Los gazatíes llevan soportando dos años el más cruento y criminal genocidio que el siglo XXI ha visto, con masacres diarias, con innumerables crímenes de guerra por parte del ejército israelí. Todos ellos han conocido un infierno inimaginable, han visto morir a hijos, padres, hermanos, esposas, vecinos y amigos.

Pero están vivos. Vivos y determinados a vivir en esa tierra, su tierra. En Gaza. En Palestina.

Junto a su dolor, imborrable, emerge la legendaria resiliencia del pueblo más firme del planeta Tierra. “Para nosotros, estos escombros son parte de la patria a la que no renunciaremos; volveremos a vivir aquí para reafirmar nuestro derecho a estar aquí”, dice Dwahreh, padre de siete hijos, con lágrimas en las que hay una pena tan honda como su determinación.

A lo largo del planeta, millones de palestinos -en Cisjordania o en la gigantesca diáspora- contemplan la nueva situación de Gaza con la misma y encontrada mezcla de emociones, a camino entre el alivio de saber que el genocidio ha sido pausado, que sus hermanos gazatíes quizá tengan un futuro diferente al del exterminio y la limpieza étnica… y el de la amarga incertidumbre ante un porvenir cargado de oscuridad y amenazas para Palestina.

Todos saben que la «paz» decretada por Trump -y que Israel y Hamás han firmado en Egipto, dando comienzo al alto el fuego- no es una paz justa. Es un chantaje, un trágala. Una paz imperialista. Propone un gobierno colonial para la Franja de Gaza, tutelado por el emperador Trump y por su virrey británico, Tony Blair. No dice ni una palabra de Cisjordania y de la expansión de la ocupación y de las colonias ilegales.

Y no ofrece ni una sola garantía no ya hacia una eventual autodeterminación de Palestina, ni hacia un camino creíble hacia un Estado Palestino unido, viable, próspero y soberano, sino de que en cualquier momento Israel, usando cualquier pretexto, no se lance a romper la tregua y a continuar su genocidio y limpieza étnica.

La tarea más urgente es impedir que este quebradizo alto el fuego sea apenas un suspiro. Es que no se pierda una vida más en la Franja de Gaza, que los gazatíes puedan respirar, puedan comer, puedan descansar y recuperarse de sus heridas.

La tarea más urgente del momento es impedir que esto último pase.

La tarea más urgente del momento -la que tiene que concentrar los esfuerzos y las energías del movimiento planetario por la Paz y contra el Genocidio, y de los gobiernos del mundo que se han posicionado del lado de Palestina, de su pueblo y de su derecho a existir- es transformar esta paz frágil, incierta y amenazada… en una paz estable, duradera y a ser posible permanente,

Alto el fuego en Gaza – Mahmud Rifai (Jordania)

La tarea más urgente es impedir que este quebradizo alto el fuego, con su incipiente entrada de ayuda humanitaria, sea apenas un suspiro, un breve paréntesis en el criminal esquema del gobierno de Netanyahu, el más asesino, fanático y ultraderechista de la infausta historia del Estado de Israel.

La tarea más urgente es que no se pierda una vida más en la Franja de Gaza, que los gazatíes puedan respirar, puedan comer, puedan descansar y recuperarse de sus heridas. Puedan empezar a reconstruir su hogar desde las cenizas como sólo los palestinos han demostrado saber hacerlo.

Debemos concentrar la presión primero en la Paz, reforzando la vigilancia internacional en impedir las tentaciones de romperla para retomar el genocidio y la limpieza étnica.

Y esto sólo se puede hacer manteniendo e incrementando las masivas, multitudinarias y luminosas movilizaciones que han inundado las calles de medio mundo estos años, en el movimiento antibelicista y antiimperialista más vasto que el mundo ha conocido desde la guerra de Vietnam.

La lucha popular, la valiente lucha de millones y millones de personas a lo largo del globo -en los países musulmanes, en Asia, África y América Latina, en Europa, en EEUU y hasta en Israel- ha sido absolutamente determinante en que Israel y EEUU hayan perdido en todo momento la batalla del relato, de la opinión pública, y que hayan quedado cada vez más más aislados y señalados. Y también es la clave de que algunos gobiernos occidentales, especialmente los europeos, hayan tenido que ir dando pasos adelante -tímidos, no suficientes, pero pasos- en la dirección de castigar y aislar al genocida gobierno de Netanyahu.

Tiempo habrá tras consolidar esta frágil e imperfecta paz, logrando que sea estable y duradera, para luchar por frustrar los planes del emperador y su carnicero sioni

La presión popular -y no la (imposible de tomar en serio) «voluntad pacifista» de Trump- es la que ha impuesto esta quebradiza tregua. Y es la presión popular la que debe reforzar sus cimientos antes de que el próximo embate imperialista y genocida trate de llevársela por delante.

Tiempo habrá tras consolidar esta frágil e imperfecta paz, logrando que sea estable y duradera, para luchar por frustrar los planes del emperador y su carnicero sionista. Tiempo habrá después para rechazar la paz imperialista de Trump y Netanyahu, su gobierno de cipayos, su tutoría colonial. Tiempo habrá para encontrar el camino entre los escombros, entre los tanques, la ocupación y el odio, hacia una Palestina Libre.

El momento del ahora exige cuidar la Paz y frustrar las intenciones de los que quieren retomar el genocidio.

Ahora es el momento de luchar por una Paz estable, duradera y justa en Gaza.

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En homenaje a la voluntad, resistencia y resiliencia del pueblo palestino.

Nosotros amamos la vida

Poema del poeta palestino Mahmud Darwish (1941-2008)

Gazatíes celebrando el alto el fuego. Foto del fotoperiodista gazatí Belal Abu Amer

Nosotros amamos la vida

cuando hallamos un camino hacia ella,

bailamos entre dos mártires

y erigimos entre ellos

un alminar de violetas o una palmera.

Nosotros amamos la vida

cuando hallamos un camino hacia ella.

Robamos un hilo al gusano de seda

para construir nuestro cielo y concluir este éxodo.

Abrimos la puerta del jardín

para que el jazmín salga a las calles

cual hermosa mañana.

Nosotros amamos la vida

cuando hallamos un camino hacia ella.

Allá donde estemos,

cultivamos plantas que crecen deprisa

y recogemos mártires.

Soplamos en la flauta el color de la lejanía,

dibujamos un relincho en el polvo del camino

y escribimos nuestros nombres piedra tras piedra.

¡Oh, relámpago! Ilumina para nosotros la noche,

ilumínala un poco.

Nosotros amamos la vida

cuando hallamos un camino hacia ella.

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