Todo parece indicar que la guerra de Ucrania va dar un salto inminente en su intensidad. Tras varias semanas de relativa calma en las que -a excepción de los feroces combates en Donbás, en torno a Bajmut- las líneas del frente se han mantenido sin variaciones, llegan múltiples indicios de que Rusia podría estar planeando una nueva ofensiva coincidiendo con el aniversario del inicio de la invasión del 24 de febrero.
Hasta ahora, el primer año de invasión de Ucrania ha atravesado tres grandes etapas. La primera, el intento de «guerra relámpago» que capturase en pocas semanas no sólo el Donbás y el sur de Ucrania, sino las grandes capitales como Kiev o Jarkov. Pese a los agoreros que entonces dijeron que «un país como Ucrania nunca podría resistir la inmensa fuerza militar de Rusia», y pese a capturar el este y el sur de Ucrania, esa ofensiva fracasó gracias a la tenaz y heroica resistencia ucraniana, que explotó hábilmente todos los errores e insuficiencias -tácticas y logísticas- de los rusos.
Vino después en el verano una segunda etapa, de exitosa contraofensiva ucraniana, reconquistando por sorpresa primero grandes áreas en Lugansk, y luego liberando Jersón a principios de noviembre. Dolorida por estas derrotas, y con notables pérdidas de tropas y material, el Kremlin ordenó entonces el reclutamiento forzoso de 300.000 nuevos reclutas, centrándose especialmente en las minorías étnicas de zonas periféricas de la Federación Rusa, para evitar mayores protestas en las grandes ciudades del país.
A finales de otoño llegó la actual tercera fase, con un cierto estancamiento de la línea de frente. Y con masivos y periódicos bombardeos -con proyectiles y drones iraníes- sobre edificios e infraestructuras energéticas, buscando usar el mortal frío del invierno ucranio como arma de guerra contra una aterida población civil.
Todo parece indicar que estamos a punto de entrar en una cuarta fase de la agresión imperialista rusa, más violenta, dinámica e incierta. Desde hace semanas se viene detectando acumulación de armas, equipos y tropas rusas, incluyendo la mayor parte de los nuevos reclutas, que estarían listos para entrar en combate. Al principio se pensó que esta nueva acometida del Kremlin vendría de distintas direcciones -incluida Bielorrusia, desde donde podrían volver a lanzarse sobre Kiev- pero ahora muchos consideran improbable un fuerte ataque desde el norte y el sur, y estiman que Moscú concentrará su ataque al este, en las regiones de Donetsk y Lugansk.