En la tarde del domingo 17 de noviembre, cuatro asambleas simultáneas de los trabajadores de la limpieza de Madrid aprobaban en votación a mano alzada el acuerdo alcanzado por el comité de empresa con la patronal unas horas antes. Tras 12 días de huelga, varias manifestaciones diarias y la solidaridad de la mayoría del pueblo madrileño, la victoria de los trabajadores ha sido completa, rotunda, incondicional.
Las empresas retiran el ERE que suponía el despido de 1.134 trabajadores. En su lugar, habrá un Expediente de Regulación Temporal de Empleo de 45 días al año hasta 2017, bajas voluntarias incentivadas y excedencias de 5 a 10 años. La rebaja de salarios de hasta un 40% propuesto por la empresa, se queda en una congelación salarial limitada a los próximos 4 años. Con su determinación y su férrea voluntad de lucha, los trabajadores de la limpieza madrileña han conseguido doblegar a los mayores monopolios españoles de infraestructuras y servicios, OHL, FCC y Sacyr. Y al hacerlo, han mostrado a los ojos de todos los trabajadores españoles que sí se puede, que con unidad y lucha podemos hacerles retroceder. Que no está escrito en ningún sitio que tengamos que plegarnos a que nos condenen al paro y a unos sueldos miserables quienes cuentan sus cuentas de resultados por miles de millones de euros de beneficios cada año. «Si 6.000 trabajadores han doblegado a algunos de los monopolios más poderosos del país, ¿qué no podemos conseguir millones?» Como ha dicho unos de los representantes de la CGT en el comité de empresa, la firma del acuerdo “debe servir para que otros colectivos y otros trabajadores sigan el mismo camino. No hay por qué resignarse ni aguantar los recortes salariales ni las reducciones de los derechos ni las reformas laborales por mucho que te las impongan. Hay que luchar contra todo eso”. Su experiencia práctica ha puesto de manifiesto que, efectivamente, ese es el camino. El de la lucha con unidad, consecuencia y democracia. Unidad, porque sin el ejemplo unitario que han mostrado los trabajadores de la limpieza madrileña nada se habría conseguido. Unidad desde la base, desde las asambleas de trabajadores, para imponer una unidad sin fisuras por arriba, en el comité de empresa, entre los distintos sindicatos. Unidad para ganarse a la mayoría del pueblo madrileño y hacerle ver que la lucha era también suya. Y que había en juego algo mucho más importante que la basura acumulada en las calles de la ciudad. El pueblo madrileño lo ha comprendido, ha hecho la lucha suya y le ha dado su apoyo de tal manera que ni los medios más conservadores y reaccionarios se han atrevido a levantar una sola palabra contra los huelguistas. Consecuencia y determinación en la lucha por defender los intereses de los trabajadores, de todos los trabajadores, hasta el final. Sus objetivos han estado claros desde el principio: ni despidos ni rebaja salarial. Y no se han movido un milímetro de ellos, rechazando cualquier tipo de pacto, negociación o compromiso con las empresas que no los incluyera. El resultado final de esta indoblegable consecuencia habla por sí solo. Su voluntad y determinación han triunfado sobre la mezquina voracidad y ambición de unos pocos monopolios. Democracia, porque la huelga de los trabajadores de la limpieza de Madrid ha sido un hermoso ejemplo de democracia obrera. La última palabra, siempre, en manos de las asambleas de los trabajadores. Nada de dejar las decisiones ni abdicar la responsabilidad en el comité de empresa. Ellos no son más -ni menos- que los representantes y portavoces de los trabajadores ante la empresa. Deben acatar las resoluciones tomadas democrática y unitariamente en las asambleas y responder ante ellas. La lucha de los trabajadores madrileños de la limpieza marca el camino a seguir. Todos los trabajadores tenemos que aprender de ella. Todos los afiliados a los sindicatos mayoritarios deben exigir desde ya mismo a sus direcciones que tomen nota sin dilaciones de su ejemplar lucha, saquen las conclusiones oportunas y se pongan en acción. Millones de trabajadores españoles están hoy afectados por ataques similares. Es hora de responder con su misma actitud unitaria y combativa. Si ellos les han hecho retroceder, los demás también podemos. Si 6.000 trabajadores han doblegado a algunos de los monopolios más poderosos del país, ¿qué no podemos conseguir millones?