El movimiento feminista argentino obtiene una enorme victoria, tras dos años de masivas movilizaciones exigiendo una Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que garantice un aborto legal, seguro y gratuito que acabe con las prácticas clandestinas que ponen en peligro las vidas de miles de mujeres al año, especialmente de las clases más humildes.
Muchas miles de mujeres y hombres llevaban 20 horas concentradas, en una festiva pero tensa vigilia, frente a la Cámara de Diputados de Argentina, cuando el anuncio hizo que estallaran de júbilo. La Ley del Aborto quedaba aprobada por el Parlamento, allanando el camino hacia el Senado, donde deberá tener lugar la sanción definitiva.
La marea verde -en Argentina, junto al morado, es éste el color que identifica a las feministas- se alzó en 2018 con movilizaciones multitudinarias, dando un salto cualitativo a reivindicaciones que habían nacido décadas atrás. Y desde entonces, de manera creciente, ha ido instalando en el debate público la exigencia de conquistar el derecho al aborto para las mujeres: poder decidir sobre su cuerpo, sobre su maternidad y vivir para contarlo. Ahora han obtenido un enorme éxito para el feminismo argentino… y para las mujeres de toda América Latina, donde este derecho tiene enormes restricciones cuando no draconianos vetos en muchos países.
Las defensoras del derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo insisten en que no se trata de discutir si “aborto sí o aborto no”. «Nadie promueve el aborto, las mujeres no quieren llegar a esa situación, mucho menos se usa el aborto como método anticonceptivo. Pero hay un hecho: los abortos, por múltiples razones, suceden. Resolver este tema en favor de las mujeres del pueblo implica que todas tengan acceso a un aborto seguro, es un problema de salud pública y justicia social», dicen. Y se trata de un tema de clase, porque las que mueren en la clandestinidad son las más pobres que se someten a métodos muy crueles para terminar con un embarazo que no desean.
El movimiento feminista argentino -junto con el español, uno de los más potentes del mundo- asegura que «la lucha sigue hasta que el derecho sea ley” y reitera su deseo de que se cumpla con el acceso a “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.