Unos quinientos vehículos han circulado desde Soria y Peñafiel hasta Aranda de Duero, a ritmo de tortuga, o como ellos mismos denuncian, “al mismo ritmo que las obras”. A la velocidad mínima permitida de 60Km/h, con banderas blancas, banderas azules, camisetas y carteles, toda una caravana de coches circulaba al mismo paso y con el mismo lema: “Autovía YA”. Logrando retenciones de hasta 15 kilómetros, según la propias organizaciones convocantes.
A todo esto también hay que sumarle la multitud de personas que, carentes de vehículo, aplaudían a ambos lados de la carretera N-122 por la que transcurrió la caravana, mostrando su claro apoyo a la causa. Incluida la participación de Juan Antonio y Caty, una pareja de octogenarios que han recorrido a pie los 115 kilómetros que separan Soria de Aranda del Duero para apoyar la reivindicación de la marcha lenta y que se ha convertido en un símbolo de lucha.
La exigencia de convertir la carretera N-122 en autovía se da por múltiples razones. La primera es la propia seguridad. La enorme cantidad de puntos negros hacen que la carretera posea un índice de peligrosidad 400 veces mayor que la media española, según denuncian las propias asociaciones.
El denso tráfico es otra razón de peso. Más de medio millón de personas viven en los pueblos y ciudades que recorre la N-122. Tráfico que se agrava con las obras empezadas pero sin final a la vista.
Pero lo más grave es que se frena el desarrollo económico y social de la región. La autovía permitiría vertebrar el este y el oeste de la meseta castellana, siendo una arteria importante para la península ibérica, lo que constituiría un importante impulso para la industria de unas regiones cada vez más relegadas por Fomento, ayudando a combatir la despoblación creciente de la llamada “España vaciada”.
En 1993, el Ministerio de Fomento aprobó la construcción de la Autovía A11. Sin embargo, en todo ese tiempo solo se han construido 70 de los 210 kilómetros que separan Soria de Valladolid. No existe más razón para este largo retraso que un olvido a conciencia de la región, potenciando el vacío poblacional de esta zona de Castilla-León.
Pero la población cobra ya más conciencia y va a seguir peleando contra un modelo de gestión que literalmente les echa de sus casas. Ya en marzo 100.000 personas de las dos Castillas, de Aragón, Extremadura y otras regiones asistieron en Madrid para denunciar el abandono que sufren, en lo que se conoce como la Revuelta de la España Vaciada. No se van a quedar de brazos cruzados mientras se les abandona a su suerte.