Tensión. Cada vez más aguda. Casi cada día asistimos a una nueva sacudida. España ha sido metida en la centrifugadora… ¿pero quién lo hace, y para conseguir qué?
El gobierno está sometido a un cerco y acoso creciente: condena al Fiscal General del Estado, que ya ha sido destituido; dos ex secretarios de organización del PSOE, Ábalos y Cerdan están en la cárcel o han pasado por ella; la mujer y el hermano del presidente a la espera de juicio; la mayoría de investidura quebrada tras la espantada de Junts; la dirección del PSOE protegiendo a un estrecho colaborador de Sánchez en un caso de abusos sexuales…
Muchos anuncian que el gobierno no podrá agotar la legislatura, y crecen las presiones para fortar un adelanto de las generales, en unas condiciones más favorables para formar un gobierno PP-Vox.
Estos son los hechos ¿Pero quién puede zarandear al cuarto país de la UE, y acorralar a su gobierno?
Se nos plantea que asistimos a un “golpe blando” de la derecha y la ultraderecha judicial, mediática, política y económica para, de la mano del “lawfare” y los “bulos”, acabar con un gobierno de izquierdas apoyándose en “los restos del franquismo”.
Estos sectores existen, son muy reaccionarios, y están actuando. Pero son actores, y no guionistas o directores de la obra. Para llegar al origen de la tensión que sacude España debemos ir a los dos grandes centros de poder que sí deciden el rumbo del país: Washington y el Ibex-35.
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El factor Trump
“La proa de EEUU en una brumosa fiesta de la Constitución”. Así titula Enric Juliana su última crónica. Afirma que “la proa del poder norteamericano apunta directamente a la UE, y de manera especial al Gobierno de España por su negativa a incrementar el gasto militar al 5% del PIB”. Sintetiza los ejes de la nueva “Estrategia de Seguridad Nacional” -donde se fija el rumbo de la política exterior norteamericana-: “competición máxima con China, premios a Rusia para intentar reblandecer el bloque que hoy forman Pekín y Moscú, control absoluto de Latinoamérica, y subordinación de Europa, con bonus para los partidos patrióticos de extrema derecha”. Y anticipa deWashington “evidentemente intervendrá en las elecciones generales españoles en el momento en que estas se convoquen”.
Salto en la agresividad de EEUU, mayor tensión en España. El primer factor provoca el segundo.
Con Trump asistimos a la posibilidad real de un ataque militar norteamericano contra Venezuela, a la entrega de Ucrania a Rusia, pasando por encima de Europa.
Y la UE está en el centro de la diana. Todos los paises de la OTAN, menos España, han aceptado el 5% del PIB en gasto militar. Y la UE ha acatado un humillante acuerdo comercial con EEUU.
Hay que encuadrar a España en este camino, el que exige EEUU en la “era Trump”.
No es una continuidad de los recortes que venimos sufriendo desde 2010. Es un salto cualitativo. Alemania, Francia, Reino Unido… anuncian que “el Estado del bienestar ya no es viable”.
La imposición del 5% del PIB en gasto militar se haría a costa de las pensiones o la sanidad, supondría la liquidación del Estado del bienestar tal y como lo conocemos.
La Comisión Europea ha señalado a España como uno de los seis países que no cumplirán sus objetivos de gasto, lo que aboca a nuevos recortes.
La OCDE exige una reforma de las pensiones basada en un ajuste por la esperanza de vida, ampliar el cómputo de años para calcular la pensión y alargar la edad de jubilación. Recuperar la reforma de 2013 para recortar las pensiones.
Y el escándalo del hospital de Torrejón, revelando la crudeza del sometimiento de la salud a los intereses monopolistas, anticipa lo que quieren para toda la sanidad pública. Ribera Salud, la gestora del hospital, está en manos de grandes fondos norteamericanos.
EEUU nos exige un drástico encuadramiento internacional, que acatemos el genocidio en Gaza o no tengamos relaciones con China. Nos impone una factura multimillonaria en aranceles o compra de armamento y gas. O exporta una ultraderecha que arremete contra los derechos y libertades.
Esto es salto salvaje, y hay resistencias, sobre del pueblo. Para imponerlo necesitan sacudir el país.
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Quieren más
En 2024 el Ibex-35 registró un hito histórico, con 64.349 millones de euros en ganancias. Para este año se anuncian ganancias de 75.000 millones, y 80.000 para el año que viene. Y los grandes fondos norteamericanos, principales accionistas de bancos y monopolios españoles, o que explotan directamente la vivienda o la sanidad privada, se llevan la mayor parte de ese botín.
Pero no se conforman con seguir esta senda alzista. Quieren más. Necesitan más.
A través del Círculo de Empresarios los centros de la oligarquía plantean un agresivo programa:
- Cumplir con el 5%: “ España debe dar cabida al aumento del gasto en defensa”.
- Drástico recorte de las pensiones: “abordar con realismo la sostenibilidad del sistema de pensiones públicas (…) la principal partida del gasto público”.
- Más recortes sociales bajo la bandera de recudir la deuda: ”Cumplir de forma rigurosa con las nuevas reglas fiscales acordadas en la UE”.
- Rebajar impuestos a bancos y monopolios, retirando el impuesto especial a la banca: “reformar un sistema tributario que ha aumentado la presión fiscal”.
- Y acatar los mandatos globales de EEUU: “ajustar la posición de España a un tablero internacional que ha cambiado porque la vuelta de Donald Trump ha cambiado las reglas”.
A lo que se añade otra “Toma de posición” del Círculo de Empresarios dedicada a la “colaboración público-privada” en sanidad. Exigiendo un salto en la privatización de la sanidad pública.
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Objetivo gobierno
El gobierno de coalición choca en algunos puntos con los nuevos mandatos del hegemonismo:
- Oposición al genocidio en Gaza.
- Negativa a acatar el 5% del PIB en gasto militar.
- Avance en las relaciones con China.
- Apoyo a Ucrania frente a la claudicación que imponen Trump y Putin.
- Cercanía con los gobiernos iberoamericanos enfrentados a EEUU -Brasil, México, Colombia…-.
El PCCh ha situado las relaciones China-España como “modelo de interacción internacional”. Y el ministro de Exteriores español, se ha posicionado contra una intervención norteamericana en Venezuela, afirmando que debe encontrarse “una solución democrática y genuinamente venezolana”.
Desde EEUU han dejado clara su poca simpatía hacia el gobierno de coalición.
Trump ha señalado públicamente al gobierno español hasta en nueve ocasiones, exigiéndole que cumpla los mandatos norteamericanos, reiterando que “España siempre es el problema”.
Y nódulos de la gran burguesía norteamericana reclaman elecciones, es decir un cambio de gobierno. S&P afirma que “la debilidad parlamentaria del Gobierno” ataca la economía. JP Morgan sitúa como gran problema “la incertidumbre política”, planteando que “la probabilidad de elecciones ha aumentado”, y que “una coalición PP-Vox podría ser más estable”. Mientras que el codirector de Goldman Sachs en España denuncia “el declive de las instituciones gracias al sanchismo”.
Lo mismo sucede con los nódulos de la oligarquía española. El Círculo de Empresarios titula su última “Toma de posición”: “Presupuestos o elecciones, imperativo económico y político”. Exigiendo que si no se aprueban nuevos presupuestos, “el gobierno debería convocar elecciones”. Comicios que hoy abocarían a un gobierno PP-Vox. Lo plantea no como una sugerencia sino como un “imperativo”.
Los mandatos y exigencias de EEUU, y también de la oligarquía, han dado un salto cualitativo. Y difícilmente pueden ser ejecutados plenamente por un gobierno que se apoya en una mayoría parlamentaria básicamente de izquierdas y en una masa de votantes progresista.
Este, y no las “cloacas del Estado” es el origen del acoso y derribo contra el gobierno.
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Un nuevo ciclo electoral… ¿hacia dónde?
Ya se ha abierto, con las elecciones extremeñas, un nuevo ciclo electoral. Le seguirán en marzo los comicios en Castilla y León, y en mayo o junio en Andalucía. Sus resultados dibujarán una nueva correlación de fuerzas “real”. ¿Incluirá también unas generales anticipadas en 2026?
PP y Vox, los medios contrarios al gobierno, o fondos norteamericanos y círculos oligárquicos exigen elecciones anticipadas. Y casi todos, a derecha y a izquierda, dan por supuesto que el gobierno, aunque manifiesta su intención de aguantar hasta 2027, no podrá agotar la legislatura.
Socios del gobierno lo confirman, tomando posiciones ante unos comicios. El presidente del PNV declara que “si yo fuera Sánchez iría pensando en cómo y cuándo convocar elecciones”. Y ERC plantea que si se confirmara una financiación ilegal del PSOE habría que dar paso a las urnas.
La presión para acabar ya con el gobierno, forzando un adelanto electoral, está en máximos.
¿En qué condiciones se celebrarían? En un marco donde todas lasencuestas dan mayoría para formar un gobierno PP-Vox. Pero con un peso creciente de la ultraderecha.
En un momento de debilidad del PSOE, el PP es la fuerza más votada pero no crece. Mientras que Vox sumaría 5 puntos más, acercándose al 20% o superándolo. Y sus pronósticos son al alza.
Esto sucede en todos los territorios. En Extremadura Vox duplicaría sus escaños, obligando al PP a un pacto para gobernar. Incluso en Valencia Vox aumenta un 50% sus votos, con un retroceso del PP pero sin que el PSOE avance. Y en Cataluña al avance de Vox se suma el ascenso fulgurante de Alliança Catalana, que podría superar a Junts.
La ultraderecha, ariete del trumpismo más agresivo no solo sería imprescindible para formar gobierno sino que tendría más influencia.
El PSOE baja tres puntos respecto a 2023, mantiene un “suelo” del 28%, a costa de Sumar, pero sus pronósticos, dado el grado de acoso, son a la baja.
Mientras que la “izquierda a la izquierda del PSOE” afronta este ciclo electoral en una posición de debilidad. Las encuestas dan un 6% a Sumar y un 4% a Podemos. Alcanzarían 12 escaños, poco más de un tercio de los 31 que ahora tienen.
El riesgo de que se imponga la alternativa más agresiva contra los intereses populares, más peligrosa ahora por los gélidos vientos que tras el retorno de Trump vienen desde EEUU, es cada vez más real.
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¿Y dónde está el pueblo?
En junio de 2023 se celebraron las últimas elecciones generales. Muchos daban por seguro que darían un gobierno nucleado en torno al PP. Pero sucedió lo contrario. Por que irrumpió un factor oculto: el pueblo. Ante la posibilidad de un gobierno con la ultraderecha, como ya habia ocurrido en varias comunidades, la mayoría progresista se movilizó en las urnas… y cambió los pronósticos.
Sin la influencia de la lucha del pueblo no es posible comprender lo que sucede en España.
Detrás de las discrepancias del actual gobierno con mandatos de EEUU y la oligarquía no está el “manual de resistencia” de Pedro Sánchez. Solo se explican por la influencia política del pueblo.
La lucha popular viene de conquistar importantes victorias en pensiones, derechos de la mujer, subida del salario mínimo y otros derechos, o limitando privatizaciones sanitarias. Y lo sigue haciendo.
Se ha puesto de manifiesto en que no se acate la exigencia de Trump del 5% en gasto militar y en la posición del gobierno ante el genocidio en Gaza. Pero también en la movilización que acaba de forzar en Valencia la dimisión de Mazón, algo que jamás antes había sucedido. En Andalucía la indignación ante la crisis de los cribados ha levantado un movimiento transversal que modifica el escenario en una comunidad clave. Y en el movimiento por el derecho a la vivienda ha dado un salto cuantitativo y cualitativo con movilizaciones multitudinarias arrancando medidas a favor de los inquilinos…
Ante el escándalo del hospital de Torrejón se ha levantado una oleada social que choca con los planes del hegemonismo y la oligarquía para la sanidad. El gobierno acelera la aprobación de una ley para revertir la privatización de la sanidad pública. Una mayoría, en la izquierda y también en la derecha, plantea que la gestión de la sanidad pública no puede estar en manos privadas. Incluso Feijóo se ha visto obligado a reclamar responsabilidades penales para los directivos de Ribera Salud.
Nos anuncian una oleada de recortes o dan por supuesto un gobierno con una ultraderecha al alza. Pero el pueblo no ha dicho la última palabra. Y como ya sucedió en 2023 puede dar al traste con las alternativas más agresivas y lesivas para los intereses de la mayoría.
