La convocatoria adelantada de las elecciones gallegas para el 18 de febrero abre un nuevo ciclo político de alta tensión. Para marzo o abril se esperan las elecciones en Euskadi. Y el 9 de junio está ya marcado el día de las elecciones Europeas.
Cada uno de estos comicios tiene su propia dinámica y se juega su propia correlación de fuerzas a nivel autonómico en las elecciones gallegas y vascas, y a nivel nacional en las Europeas.
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Sin embargo también hay un componente nacional. En cada uno de ellos se medirá la resistencia del PSOE, por un lado, y el avance del PP que le dan las encuestas o no, por otro. Asimismo el lugar en que quedan Sumar y Podemos.
Y aunque los resultados de cada una de estas citas electorales no se pueden proyectar mecánicamente a las otras, hay fuerzas (PP, PSOE, Sumar, Podemos…) que unos resultados buenos o malos para cada una de ellas sí pueden influir políticamente en las siguientes.
Las elecciones en Galicia y Euskadi
En Galicia, el PP tiene urgencia por ganar unas elecciones en su feudo gallego de manera rotunda, preparando una victoria europea.
El BNG presentará su propia candidatura. Tras sus buenos resultados de 2020 -con 19 diputados se convirtió en la segunda fuerza política del Parlamento gallego- se presenta con nuevas aspiraciones.
Mientras que en la izquierda no nacionalista, Sumar, Podemos Galicia e IU estudian hasta última hora la posibilidad de un acuerdo, con el objetivo de que la novedad de Sumar logre aprovechar el tirón de Yolanda Díaz en su región natural.
En Euskadi, un PNV “menguante” ha presentado un nuevo candidato y apura al máximo el tiempo posible para convocar las elecciones, en las que dirime su competencia con EH Bildu, del que apenas le separaron 1.000 votos en las elecciones generales.
Mientras el PSE ha de medir cómo van a influir en su electorado los acuerdos para investir a Pedro Sánchez.
Podemos, IU y Equo se presentaron como Elkarrekin en las anteriores elecciones y negocian con Sumar para reeditar un acuerdo.
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Elecciones europeas el 9 de junio
Europa en clave nacional
Las elecciones europeas del 9 de junio volverán a poner a prueba la correlación de fuerzas política. En toda Europa, pero también especialmente en España.
Serán los primeros comicios nacionales que se celebrarán tras la investidura del nuevo gobierno. Y serán leídos fundamentalmente en clave nacional.
El gobierno de coalición entre PSOE y Sumar ha conseguido una investidura que estaba en cuestión, pero afronta importantes dificultades.
Por un lado el rechazo a la amnistía, que alcanza o supera el 60% de la sociedad, y que es transversal, abarcando desde la derecha a un importante sector de la izquierda.
Por otro la complejidad de la “mayoría de investidura”. Se anuncia un eje PNV-Junts, que supondrá un “freno de derechas”, especialmente en política económica. Y en el ala izquierda, el desgajamiento de Sumar, con los cinco diputados de Podemos pasándose al grupo mixto y exigiendo negociar directamente cada medida.
Pero también, y sobre todo, el nuevo gobierno afrontará una dificultad que normalmente se oculta: el coste de gestionar el nuevo marco de ajustes que viene impuesto desde Bruselas. Ya no disfrutará del mismo margen para aprobar “medidas sociales”, y una parte importante del “colchón social” presentado como su banderín de enganche, deberá ser retirado.
Las europeas serán también un test para la oposición. Importantes centros de poder internacionales y nacionales apuestan por un gobierno que aplique una política de recortes más dura, y que no tenga que otorgar concesiones a la mayoría progresista. Son los mismos que el 23-J alentaron un ejecutivo PP-Vox.
Van a explotar los puntos débiles del gobierno, como la amnistía, y la tensión va a mantenerse hasta las europeas. Aunque ya se están estableciendo ciertos límites. El Rey, en su discurso de navidad, ha remarcado que no se debe agravar el enfrentamiento social ni el desprestigio de las instituciones.
El actual gobierno cuenta con una baza a su favor. En las mismas encuestas donde se registraba un 60% de rechazo a la amnistía, un porcentaje mayor, en torno al 70%, respaldan que contribuya a evitar que la extrema derecha entre en el gobierno. El rechazo a un ejecutivo PP-Vox sigue siendo un factor de primer plano en la política española.
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De la amnistía al verificador internacional o las reuniones con Puigdemont
Un vía crucis cada mes
En junio, cuando se celebren las elecciones europeas, se habrán celebrado siete de las reuniones entre el PSOE y Junts para valorar el cumplimiento del acuerdo de investidura. En Ginebra y con un “mediador internacional”. Una cada mes.
Se habrá aprobado la ley de amnistía en el parlamento español, pero es previsible que sigan vivos los recursos que se presentarán ante el Tribunal Constitucional.
Y es posible que ya se haya celebrado alguna de las entrevistas entre Pedro Sánchez y Puigdemont.
Este va a ser un punto débil del actual gobierno. Soporta el rechazo de una parte de su base de votantes. Y quienes buscan otro gobierno “más duro” golpearán en él.
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El voto a la izquierda del PSOE
¿Una “tercera vía”?
Las europeas de 2014 fueron la puerta de entrada de Podemos en la política nacional. Cosechó 1,2 millones de votos y cinco eurodiputados. En las generales de 2015 el apoyo electoral a Podemos superó los 5 millones, con 69 diputados.
Ahora ese espacio político está en crisis. Sumar está en el gobierno, pero con un programa más “suavizado”. Y Podemos, que quedó fuera del ejecutivo, ha roto con la formación de Yolanda Díaz, pasándose al grupo mixto.
En las europeas de junio ambas formaciones, Sumar y Podemos, se presentarán por separado. Se medirán fuerzas, pero, más allá de la pugna partidista, ¿qué va a suceder con el voto a la izquierda del PSOE?
Ni mucho menos ha desaparecido. El 23-J sumaron más de 4 millones de votos. Desde Sumar a una izquierda extraparlamentaria, en la que se integran Pacma o Recortes Cero, que agrupó casi medio millón de sufragios, y que de conjunto sería la sexta fuerza en el parlamento con ocho diputados.
Lo que está encima de la mesa es la posibilidad de que se abra paso en la izquierda una “tercera vía” en torno a un programa de Redistribución de la Riqueza, como el que representa Recortes Cero. Diferente a la línea de “ayudas sociales” defendida por Podemos o ahora por Sumar desde el gobierno, y que no ha evitado ni el empobrecimiento de muchos a golpe de inflación o subida de hipotecas ni los récords de ganancias de bancos, eléctricas, petroleras o gigantes de la distribución.
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¿Qué retos afronta Europa en 2024?
Mucho más que unas elecciones
Entre el 6 y el 9 de junio se celebrarán elecciones al parlamento europeo en los 27 Estados de la UE. Será sin duda una batalla política importante.
Venimos de unas elecciones en Holanda donde triunfó el ultraderechista Partido por la Libertad. La extrema derecha gobierna ya en Italia y en Finlandia, además de hacerlo en Hungría y Letonia. Mientras en Suecia suponen el principal apoyo externo del gobierno.
La tendencia al avance ultra se rompió en España. Aquí la movilización del electorado progresista impidió un gobierno con presencia de Vox.
Otros factores, como los nuevos recortes impuestos desde Bruselas, decidirán lo que sucede en España
Las europeas van a medir las fuerzas, en esta y en otras batallas. El Partido Popular Europeo apuesta por el “modelo Meloni”. En Italia gobierna una ultraderecha pro OTAN, enfrentada a Rusia y que no ataca a la UE. Lo hace en coalición con la derecha tradicional. El presidente del PPE es Manfred Weber, cabeza de la Unión Social Cristiana de Baviera, representante del llamado “sector bávaro”, la parte más agresiva de la burguesía alemana. En España defendió un ejecutivo PP-Vox, y es el principal azote en Europa contra el gobierno de Sánchez.
Pero este 2024 actuarán otros factores, ante los que no podemos tomar partido en unas elecciones pero que decidirán lo que sucede en Europa.
En primer lugar el grado de encuadramiento, más bien seguidismo, hacia EEUU, que atenta contra los intereses europeos.
Lo comprobamos en el apoyo cerrado a Israel de muchos gobiernos de la UE, en especial el alemán, que no aceptan ni siquiera un pero de crítica al genocidio ejecutado por Tel Aviv. O en el acatamiento al distanciamiento con Pekín impuesto por Washington, evidenciado en el retroceso de las relaciones comerciales de la UE con China.
En segundo lugar, y no menos importante, en 2024 entrarán en vigor las nuevas “reglas fiscales”. Los presupuestos que se aprueben este año deberán sacar la tijera para reducir deuda y déficit recortando gastos sociales.