Inundaciones, tornados o sequías son solo algunas de las consecuencias que está provocando el cambio climático a nivel global.“Este no es el mundo que queremos heredar”, ha sido la consigna que ha impulsado el estallido de las movilizaciones contra el cambio climático lideradas por los jóvenes en Europa. Este movimiento es un motor de cambio que exige transformaciones, pero las primeras que deben hacer son económicas: poner todos los recursos existentes al servicio de crear el mundo que queremos heredar.
La llamada “generación Z”, nacidos entre mediados de los 90 y el año 2000, forman un sector de la actual juventud que ha crecido en plena crisis económica, con un relato sistemático de que todo se deteriora e incluso será peor para nuestros hijos y nietos. Paradójicamente es uno de los sectores más concienciados sobre la situación del planeta y quienes están encabezando las movilizaciones, porque como dicen sus activistas “nos preocupa mucho el mundo que queremos heredar” y estamos dispuestos a transformarlo. Comenzó hace un año con Greta Thunberg una joven sueca de 16 años que decidió dejar de ir a clase los viernes, dedicando ese tiempo a sentarse ante el Parlamento con chaleco reflectante y un cartel donde se leía “huelga escolar por el clima”. Ahora, lidera el movimiento “Fridays For Future” (Viernes por el futuro) en Eruopa y se ha convertido ya en un referente para su generación en todo el continente, llegando incluso a intervenir con los líderes políticos del mundo en el Foro de Davos y en la COP24, la 24ª conferencia sobre cambio climático organizada por la ONU en Katowice (Polonia).
El School strike for climate, la huelga escolar por el clima, se está extendiendo por muchos otros países con un crecimiento exponencial. Desde noviembre, también se han producido huelgas de estudiantes universitarios y de secundaria en Suecia, Suiza, Austria, Polonia, Canadá, Australia y Japón y otros países que se están sumando, como España, que a finales de Febrero inciaron ya en Madrid y Barcelona jornadas de debate y acciones frente al Parlamento. Cerca de 150.000 en Francia y Bélgica y 70.000 en Bruselas son los jóvenes que se han manifestado en las últimas movilzaciones, difundiendo y convocando por redes sociales. Han sumando a todos los sectores en un movimiento social por el clima a contracorriente de las polítticas mundiales y europeas, lo que ha provocado una grandísima polémica y protestas en Francia, con el gobierno de Macron, ante sus políticas industriales, como también está ocurriendo en EE.UU. Con Donald Trump.
“Solo cambiando el sistema, cambiaremos el clima”
Es una de las consignas más gritadas en las movilizaciones en toda Europa. El actual calentamiento global está provocando la veloz aceleración del cambio climático, que convierte un proceso natural de nuestro planeta en una amenaza para su vida. Sabemos que provoca cambios de importante gravedad: derretimiento de los glaciares, provocando inundaciones y pérdida de especies animales, sequías, huracanes, terremotos y tormentas por las drásticas variaciones de temperatura…etc. Pero sobre “qué lo causa” se habla bastante menos, como la acumulación de gases de efecto invernadero emitidos principalmente por la combustión de carbón, petróleo y gas, o la deforestación, tala de selvas tropicales. Estos no son hechos aislados, ocurre porque vivimos en un sistema que lo provoca. Con un PIB mundial de más de 80 mil millones de dólares y con capacidad para hacer robots de inteligencia artificial, ¿por qué no se invierten más recursos en alternativas como las energías renovables? No es ningún secreto que hay grandes intereses políticos y económicos por medio, prácticamente todas las guerras en las que EE.UU ha intervenido el control petrlífero ha sido uno de sus motivos, desde su intervención en el golpe de Estado de Irán en los años 50, hasta la invasión de Irak o su actual papel en el conflicto de Siria. El negocio del petróleo o el gas natural mueven millones de euros cada año.
Si acercamos la mirada a nuestro país, cuenta ahora con 15 centrales de quema de carbón, emitiendo el 14% de los gases de efecto invernadero de todo el territorio. Aunque la mitad de esas plantas está previsto que cierren en un plazo de dos años, el 86% del carbón que queman es importado. La contaminación de nuestro aire no solo aumenta el calentamiento global, también provoca enfermedades y reduce la esperanza de vida. El capitalismo es incompatible con la humanidad, y este es solo un ejemplo de cual es el precio que están dispuestas a pagar las grandes potencias con tal de mantener su poder económico: cualquiera.
Movimientos como el nacido en Suecia, que ha levantado un vendaval social son necesarios porque exigen cambios inmediatos, pero acabar con el cambio climático de raíz significa construir otro sistema que no se base en la capacidad de unos pocos para establecer qué debe producirse y cuando.
En nuestro país, las cercanas elecciones generales también abren una oportunidad para el cambio, donde especialmente los jóvenes, los más interesados en el mundo del futuro, debemos apoyar alternativas que integren un plan para proteger nuestro planeta. Una candidatura como la de Recortes Cero – Grupo Verde, que plantea redistribuir la riqueza poniendo todos los recursos existentes al servicio de generar mejores condiciones de vida para la sociedad. Entre ellas, propone la promulgación de una Ley General de Medioambiente que garantice la biodiversidad, la protección de la fauna y flora y la educación ambiental; y la aplicación de una política ecológica.