Casi todos los analistas señalan que la política española ha vuelto a sumergirse en el barro, la bronca y la crispación, generando una peligrosa desafección ciudadana.
Pero suelen ocultarse las raíces de un malestar social que emerge desde abajo. El de una mayoría que se ha empobrecido por la subida de precios o hipotecas, y contempla cómo mientras bancos o eléctricas presentan año tras año un nuevo récord de ganancias… O se entera de que en los momentos más duros de la pandemia algunos usaron ese sufrimiento para lucrarse.
Al valorar las elecciones portuguesas, saldadas con la caída del gobierno socialista y un avance de la ultraderecha, un periodista como Enric Juliana dibujó una de las claves que permiten entender lo que sucede en España: “la factura Koldo puede ser alta. Más alta que la de la amnistía. La gente que cobra salarios bajos y debe pagar alquileres altos no está para más decepciones”.
Detrás de la trama corrupta ya conocida como “caso Koldo”, o del escándalo vinculado a la pareja de Ayuso, están millonarias comisiones alcanzadas gracias a especular con la necesidad de productos como las mascarillas, vitales durante la pandemia.
Un atraco ilegal, marcado por la ignominia de traficar con el sufrimiento, que se une al “atraco legal”, el ejecutado por el desmesurado e injustificado incremento del precio de productos y servicios básicos, como los alimentos y la luz, o a la salvaje subida de hipotecas y préstamos.
Estos días dos de los “capos” de la gran banca española han hablado.
Ana Patricia Botín ha declarado que “en 2023 hemos logrado un resultado récord”. Obtuvieron más de 11.000 millones de beneficios. Para añadir que está “convencida de que 2024 será un año aún mejor”.
El malestar de una mayoría empobrecida por la subida de precios o hipotecas
Mientras José Antonio Goirigolzarri, presidente de Caixabank, ve “necesario y urgente el ajuste de las cuentas públicas para reducir el endeudamiento”. Es decir, más recortes.
La gran banca española casi triplica hoy los beneficios que obtenía antes de la pandemia. Un récord obtenido gracias al expolio que supone la subida de los tipos de interés, que obliga a una pyme a triplicar los intereses a abonar, o impone a una familia pagar de media 3.600 euros más al año por su hipoteca.
Pedro Sánchez acaba de declarar que la economía española “va en la buena dirección”. Mostrando como prueba que “crecemos cinco veces por encima de la eurozona y creamos cuatro de cada diez empleos de Europa”.
Pero esos datos “macroeconómicos” esconden la realidad de la mayoría de la población.
En los pocos meses de 2024, la mitad de trabajadores, en torno a 12 millones, han vuelto a perder poder adquisitivo.
Según la OCDE, frente al aumento medio en sus miembros de la renta de los hogares de un 22% desde 2007, España es uno de los tres países donde ésta ha descendido. Somos más pobres que hace 17 años.
Solo hay una manera de acabar con el atraco que sufrimos: Redistribuir la Riqueza
Y la Encuesta de Condiciones de Vida certifica el aumento en 2023 de la población en riesgo de pobreza y exclusión social.
Esta es la realidad que bajo diferentes formas vive la mayor parte de la sociedad española.
Y lo que se anuncia es que esos problemas van a incrementarse.
Para cumplir con las nuevas exigencias de reducción de la deuda y el déficit, el gobierno central acaba de dictaminar que las autonomías deberán realizar este año un ajuste de 13.000 millones de euros. En los presupuestos autonómicos se concentra la mayor parte del gasto en sanidad o educación.
Las nuevas reglas fiscales impuestas por la UE nos obligan bajo la bandera de limitar la deuda a recortes por valor de 15.000 millones anuales. Que ya se están aplicando, y que presumiblemente serán mayores el año que viene.
Nos empobrecen a una mayoría para que una minoría, bancos y monopolios del Ibex-35 o el gran capital extranjero, pueda seguir presentando récords de beneficios.
Casi todos los focos se dirigen a la bronca y el barro entre las élites políticas. Pero hay un malestar más hondo, y justificado. El de los que cobran “salarios más bajos” y deben hacer frente a “alquileres más altos”.
Dar respuesta a ese malestar es la principal cuestión nacional, y debe ser el centro en las próximas elecciones europeas.
Y solo hay una manera: Redistribuir la Riqueza. Limitar los beneficios de bancos, monopolios y capital extranjero y su capacidad de expolio, para poder detener el atraco que nos imponen y destinar esos recursos en beneficio de la mayoría.