Trágico incendio en Badalona

Un infierno de llamas, exclusión y miseria.

El incendio de la nave de Badalona ya se ha cobrado tres víctimas mortales y 21 heridos graves; pero todo hace pensar que van a ser más. Muchas más. En la nave industrial que ha sido devorada por las llamas en Badalona se alojaban normalmente doscientas personas, y sólo 30 pudieron ser rescatadas.

Mamadou hablaba por teléfono con su familia en Senegal cuando olfateó humo. Antes de que se diera cuenta, apenas pudo esquivar una bola de fuego. No pudo hacer nada para salvar a la hermana de su amigo. «Esta mujer ha muerto de mi mano. No me lo puedo quitar de la cabeza», dice ante las cámaras de TVE, y se echa a llorar sin consuelo.

Las imágenes son terribles. Mientras un fuego feroz devora el edificio, muchos de sus habitantes tratan de escapar tirándose por las ventanas. Otros, desesperados, se refugian en el tejado. «Arriba había un grupo de unos diez o quince, y por las ventanas pedían auxilio agitando las luces de los móviles», cuenta un vecino que lo vio todo. «Los chicos trataban de escapar como fuese desde la azotea. Se escuchaban gritos de auxilio, ha sido horrible, muy duro», dice otro vecino a eldiario.es

Los bomberos apenas pudieron rescatar a una treintena de personas, y se teme lo peor. El edificio -una nave industrial de tres plantas en la esquina de calle Guifré con calle Tortosa, entre el barrio badalonés de Gorg y Sant Roc- había sido abandonado hace décadas y en él vivían desde doce hace años entre 100 y 200 personas. Buena parte de ellos eran trabajadores migrantes que se dedicaban a recoger y vender chatarra. Otros, como Ans de Senegal, eran albañiles regularizados. «Trabajo en la obra, tengo papeles porque llevo 17 años en España. No tengo donde vivir y hace tiempo que construí mi propia habitación con tablones». Él pudo escapar saltando a otro tejado, pero pocos tuvieron esa suerte. «Hay muchos compañeros muertos”, cuenta abatido a El País. 

No tenían nada y ahora tienen menos que eso. «Nadie tiene ahora pasaporte. Todos tienen miedo. ¡Ayuda, sólo pedimos ayuda! ¡Los servicios sociales están para ayudar!», clama Cristina. Su marido es otro de los que consiguió salvarse. «¿Quién quiere vivir así? Todos queremos progresar. Lloran cuando van a dormir porque mañana no tienen para comer», dice llena de rabia.

Nadie sabe aún como se originó el incendio, que se extendió a una velocidad brutal. No se descarta ninguna causa, pero algunos supervivientes hablan de la llama de una vela. No cuesta imaginar que el fuego devorara rápidamente muebles viejos, maderas, papeles o que se alimentara de las pequeñas bombonas de gas que los habitantes usaban para cocinar o calentarse en mitad de diciembre.

La pobreza energética (el edificio tenía luz, pero había sufrido una sobrecarga y sus habitantes se iluminaban con velas y se calentaban con hogueras) fue uno de los combustibles. No es la primera vez que ocurre un incendio en Badalona en viviendas pobres. En enero de 2019, tres personas perdieron la vida en esta ciudad, en un fuego provocado por la sobrecarga de la red en un edificio en el que residían varias familias que estaban conectadas a la red eléctrica de manera irregular. Desde entonces, en el municipio existe un movimiento vecinal muy activo para atajar la pobreza energética así como la falta de vivienda digna.

La xenofobia y la exclusión también aportaron gasolina para este fuego. El Ayuntamiento de Badalona, -gobernado ahora por un Xavier Albiol (PP) que en el pasado ha hecho gala de su beligerancia hacia los migrantes (su eslogan «Limpiando Badalona» aún se puede leer en algunos muros)- es uno de los consistorios catalanes que más dificultades pone para empadronarse a las personas sin un domicilio fijo, según denuncian distintas entidades sociales catalanas.  Durante su etapa en la alcaldía, Albiol intentó promover hasta tres veces un reglamento que restringía «ayudas no imprescindibles» para inmigrantes, entre ellas el acceso a Viviendas de Protección Oficial.

Elementos que contrastan con la solidaridad de los vecinos, que salieron a la calle con mantas y ropa de abrigo para atender a las víctimas que habían logrado escapar del fuego. Muchas de las asociaciones de vecinos de Badalona han puesto sus locales a disposición de las personas afectadas, para que puedan cobijarse mientras las autoridades les dan una alternativa. La petición de mantas de la Asociación de Vecinos del Gorg Mar está teniendo una gran respuesta.

Quizá nunca podamos saber qué provocó la chispa que prendió el infierno, pero sí sabemos qué acumuló el combustible que ardió llevándose la vida de tantos seres humanos: la precariedad, la marginación, la exclusión institucional, la miseria energética. Una sociedad que trata a estos seres humanos como mercancía barata, como fuerza de trabajo. Que los condena al hacinamiento en muelles como el de Arguineguín para luego volver a malvivir en ruinas okupadas. Que sólo atiende a estos proletarios en la medida en la que pueden generar ganancias, plusvalía. En una palabra, el capitalismo.