Es cierto que esta crisis causa estupor, desilusión y desasosiego a mucha gente que vio en la aparición de Podemos hace cinco años la encarnación política de las aspiraciones del 15-M, y que ahora ve cómo Podemos ha perdido la iniciativa con la que irrumpió en el escenario político español. Y que se pregunta qué repercusión puede tener esta tormenta después del millón de votos perdidos en 2016 y los 300.000 perdidos en Andalucía. Pero frente a quienes ya están escribiendo que después de la crisis desatada en Madrid y que recorre todo Podemos solo puede salir una hecatombe para la izquierda y un “reforzamiento o giro a la derecha en España”, el curso de los acontecimientos aún no está escrito.
La decisión de Errejón ha puesto sobre la mesa el origen político y las diferencias de línea que hay en el fondo de todas las crisis “podemitas”. Abre así la posibilidad de un debate absolutamente necesario sobre cuestiones fundamentales, como las políticas de alianzas y los “gobiernos de progreso”. De hecho, en sectores del PSOE ya están apareciendo posiciones que consideraran que se “abre el campo de los gobiernos de progreso en las autonomías” y que, tras las elecciones de mayo, se puedan configurar gobiernos autonómicos “con el apoyo de Ciudadanos y Podemos”, frente a lo ocurrido en Andalucía. Una posibilidad que ya barajan en Castilla-La Mancha, Aragón, Madrid o la Comunidad Valenciana.
También abre el debate sobre la defensa de la unidad del pueblo de las nacionalidades y regiones de España frente a la fragmentación, cuando se inicia una etapa complicada en Cataluña por los juicios a los independentistas. Por ejemplo, acerca de la necesidad de no reducir la unidad popular a la izquierda, sino abrirla a los sectores y las fuerzas de la derecha democrática (como Ciudadanos) para llevar adelante las demandas sociales y la regeneración democrática. Y por qué no, sobre la necesidad de fortalecer la soberanía nacional frente a las injerencias de las potencias extranjeras, especialmente de la línea Trump.
De la tormenta, la izquierda puede salir más fortalecida. Eso sí, se necesita voluntad política y capacidad para anteponer los intereses de nuestro pueblo y los intereses generales de nuestro país por delante de cualquier otros intereses o injerencias.
Duda dice:
¿Cómo es eso de que hay «nacionalidades» y hay «regiones»? La creencia en la nacionalidad es automáticamente la creencia de su universalidad: si se parte de las nacionalidades, entonces siempre uno pertenece a una o a otra o a varias.