Abdel Fatah al Sisi, general elevado a rango de mariscal y candidato del ejército como nuevo presidente es el resultado de la «primavera árabe» en Egipto. Apadrinado por EEUU, su misión es garantizar que el país acata los dictados norteamericanos. Y si para eso la democracia es un estorbo simplemente se elimina de un plumazo.
“Alá y los militares llevarán a Egipto a la libertad”. Esta proclama de Abdel Fatah al Sisi, el nuevo “dictador in pectore” de Egipto, no necesita traducción.
Washington forzó la dimisión de Mubarak para propiciar un recambio de su caduco totalitarismo por una democracia siempre controlada por Washington.» EEUU siempre está dispuesto a recurrir al dictador de turno para salvaguardar sus intereses»
El problema, para Obama, es que el pueblo egipcio se creyó las proclamas. Y cuando llegaron las elecciones no votó a los candidatos norteamericanos, sino simplemente a quien quería.
El gobierno de los Hermanos Musulmanes no cuestionaba el dominio norteamericano. Pero era demasiado autónomo para Washington. Por eso impusieron su caída.
Como no era posible hacerlo por vías democráticas –ya que los Hermanos Musulmanes habían ganado cinco elecciones consecutivas-, lo hicieron por la “vía ejecutiva”, a través de un golpe de Estado militar.
Inmediatamente después, el Congreso de los EEUU aprobó la reanudación de la ayuda militar a Egipto, suspenda desde el pasado verano.
Washington considera que “el referéndum constitucional que ha tenido lugar esta semana prueba de manera holgada que Egipto avanza por el camino de la democracia, por lo que las sanciones han dejado de ser pertinentes”.
Estamos hablando de un referéndum convocado tras un golpe de Estado militar. Y controlado por el mismo ejército que acaba de encarcelar a un gobierno salido de las urnas.
¿Esto es un “avance hacia la democracia”?
Washington ha decidido “blindar Egipto”, su principal plaza fuerte en el mundo árabe. Pero al hacerlo “por la fuerza y a las bravas”, está convirtiendo el país en una olla a presión donde vuelven a aparecer el terrorismo y la violencia que parecían desterrados.
Lo que la realidad evidencia es que el camino hacia una democracia plena de los países árabes exige liberarse del dominio de EEUU, siempre dispuesto a recurrir al dictador de turno para salvaguardar sus intereses.