«Entonces, ¿qué ha pasado en los últimos 32 meses? Ha habido un montón de golpes y heridas, especialmente en la economía global. Pero si salimos un poco del griterío político diario, algunas tendencias son claras: las alianzas son más fuertes, Estados Unidos está (algo) menos empantanado en guerras en el extranjero, Irán es más débil, el mundo árabe es menos hostil y al-Qaeda está en fuga. Tom Donilon, asesor de seguridad nacional de Obama, sostiene que esto no es un accidente – y que el Presidente merece más crédito para el cumplimiento de las metas que se propuso en el año 2009. Obama ha tenido más éxito con la agenda que se propuso en enero de 2009 de lo que se suele reconocer.»
Un factor más imortante es que el objetivo de la propia administración ha sido la de reducir el tamaño de las ambiciones estadounidenses y las expectativas para cumplir con la realidad. Donilon lo describe como un "reequilibrio" de la política exterior. La prioridad sigue siendo terminar las guerras en Irak y Afganistán; cualquiera que sea la noticia de primer plano, Obama está decidido a salir de ambas. Un segundo tipo de reequilibrio, habilitado por el primero, es prestar más atención a la política de Asia. El tercero es el restablecimiento de las relaciones con Rusia, que los funcionarios argumentan dará dividendos sobre las cuestiones de Libia a Irán. (THE WASHINGTON POST) DIARIO DEL PUEBLO.- En vez de demostrar la fuerza de la OTAN, la toma de Trípoli ha puesto de manifiesto sus deficiencias y debilidades. Bajo el nutrido fuego de aviones de la OTAN, las tropas de Gadafi con armas no tan modernas se mantuvieron firmes durante cinco meses, obligando a las potencias occidentales a intervenir directamente. Como bien señalaron con anterioridad algunos periódicos occidentales, pierda o no Gadafi su poder, la alianza occidental ya es un perdedor, por desperdiciar enormes cantidades de dinero de los contribuyentes. La situación en Libia se puede describir, para citar una frase que suelen usarse en el ámbito del la OTAN, como un "éxito catastrófico". El desaguisado en Libia tiene todos los síntomas de convertirse en un dolor de cabeza persistente para los líderes en Bruselas y Washington. EEUU. The Washington Post Un éxito de la política exterior post Bush David Ignatius Barack Obama fue elegido presidente, en parte, porque se comprometió a cambiar las prioridades de la política exterior de la administración Bush que era impopular en el extranjero, había tensado las relaciones con aliados clave y se enfrentaba a un desafío cada vez mayor de Irán y la continua amenaza de al-Qaeda. Entonces, ¿qué ha pasado en los últimos 32 meses? Ha habido un montón de golpes y heridas, especialmente en la economía global. Pero si salimos un poco del griterío político diario, algunas tendencias son claras: las alianzas son más fuertes, Estados Unidos está (algo) menos empantanado en guerras en el extranjero, Irán es más débil, el mundo árabe es menos hostil y al-Qaeda está en fuga. Tom Donilon, asesor de seguridad nacional de Obama, sostiene que esto no es un accidente – y que el Presidente merece más crédito para el cumplimiento de las metas que se propuso en el año 2009. Se diría que, por supuesto, es parte del trabajo del asesor de seguridad nacional hacer girar las percepciones. Pero es cierto que Obama ha tenido más éxito con la agenda que se propuso en enero de 2009 de lo que se suele reconocer. ¿Entonces por qué la política exterior de Obama a menudo parece "parloteo", con personas en todo el mundo hablando de la disminución del poder estadounidense? En parte, por el estilo de bajo perfil, a veces comedido, del presidente y la expresión desafortunado de un asesor de "liderar desde atrás" – que hizo fortuna, ya que transmite la extraordinaria reticencia del hombre del Despacho Oval. Un factor más importante es que el objetivo de la propia administración ha sido la de reducir el tamaño de las ambiciones estadounidenses y las expectativas para cumplir con la realidad. Para una generación que creció en la retórica de JFK "pagar cualquier precio, sobrellevar cualquier carga", el neorrealismo no suena como liderazgo. Sin embargo, el enfoque de bajo perfil de EEUU no es una metedura de pata, es una política deliberada. "La Casa Blanca habla con nosotros acerca del ajuste del impacto de América", dice un diplomático árabe de primer rango. "Quiere volver a evaluar cómo EEUU opera y dirige." Donilon lo describe como un "reequilibrio" de la política exterior. La prioridad sigue siendo terminar las guerras en Irak y Afganistán; cualquiera que sea la noticia de primer plano, Obama está decidido a salir de ambas. Un segundo tipo de reequilibrio, habilitado por el primero, es prestar más atención a la política de Asia. El tercero es el restablecimiento de las relaciones con Rusia, que los funcionarios argumentan dará dividendos sobre las cuestiones de Libia a Irán. Libia es un buen ejemplo de este cambio de tamaño (y sus trampas). Obama decidió que la acción militar era necesaria para evitar una masacre en Bengasi – pero se opuso a la acción unilateral de Estados Unidos. Por lo que la Casa Blanca aprovechó la oportunidad para "reequilibrar el reparto de cargas", lo que significa que los europeos y los árabes, que estaban más cerca del problema, debían hacer la mayor parte del trabajo. El peligro de quedarse atrás en Libia fue que sin el decisivo liderazgo estadounidense, la campaña estuvo a punto de fracasar a finales de junio: la lucha estaba en un punto muerto, los recursos militares de la OTAN se habían agotado y la opinión pública se hacía voluble. Sin embargo, Obama y sus aliados de la OTAN resultaron más firmes y más pacientes que muchos analistas – y la ofensiva de agosto, finalmente, llevó a la captura de Trípoli por los rebeldes. Un factor clave en Libia fue que en agosto, Estados Unidos duplicó allí el número en funcionamiento de aviones no tripulados Predator, añadiendo una vigilancia persistente y mayor potencia de fuego sobre Trípoli. Otra fue la formación y orientación a los rebeldes con fuerzas especiales de Gran Bretaña, Francia, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Una tercera fue que los líderes rebeldes, en un principio una mezcolanza cuando el Consejo Nacional de Transición se creó, se hizo más fuerte y más seguro a medida que la guerra avanzaba. "Los seis meses resultaron ser útiles", dice un alto funcionario del gobierno. Para una administración que llegó al poder creyendo que los aliados tenían que hacer más en las batallas y asumir más costos, Libia ha sido una reválida. Las autoridades dicen que un héroe anónimo es Anders Fogh Rasmussen, el político danés que es actualmente Secretario General de la OTAN. Siria es otro ejemplo de "reequilibrio" de la política exterior y sus inconvenientes. Algunos funcionarios de EEUU esperaban una solución al estilo egipcio, con elementos del ejército sirio (tal vez respaldados por el poderoso ejército turco vecino) y la organización de un golpe de Estado contra el presidente Bashar al-Assad, que permitiera elecciones democráticas y la formación gradual de un nuevo gobierno. Sin embargo, para un mundo acostumbrado a ver a América al frente, el papel tranquilo y secundario –y sin embargo realista– de EEUU parece extraño. Ciertamente esto no está haciendo que Estados Unidos sea más querido por los árabes. Una encuesta reciente de Zogby International mostró que las valoraciones "favorables" a Estados Unidos son menores que en el final de la administración Bush. Obviamente, va a tomar un tiempo aceptar que el reservado liderazgo estadounidense sigue siendo liderazgo. THE WASHINGTON POST. 4-9-2011 China. Diario del Pueblo La OTAN tiene poco que celebrar An Huihou El 31 de julio, el secretario británico de Defensa, Liam Fox, dijo que las fuerzas rebeldes libias "tienen un limitado potencial para mantener posiciones", mientras que el francés Gerard Longuet, ministro de Defensa, dijo a los periodistas que su efectivos estaban preparados para un "conflicto prolongado". Pero después de sólo tres semanas, las fuerzas rebeldes entraron en Trípoli. No hay duda de que lo lograron con el gran apoyo de las potencias occidentales. De acuerdo con el diario The New York Times, países europeos como el Reino Unido y Francia enviaron a sus fuerzas especiales para entrenar a los rebeldes en Libia. Fue una decisión que, según CNN, que citó a un funcionario de la OTAN, ayudó a los rebeldes ganar notable fuerza en tan poco tiempo. De hecho, el 23 de agosto, Longuet admitió haber enviado armas y "personal técnico" a Libia. Además de ayudar a los rebeldes de Libia en todas las formas posibles, los países occidentales también sobornaron a algunos de los funcionarios de Muamar Gadafi, lo mismo que hizo Estados Unidos con las autoridades de Irak, antes de invadir ese país en 2003. En vez de demostrar la fuerza de la OTAN, la toma de Trípoli ha puesto de manifiesto sus deficiencias y debilidades. Bajo el nutrido fuego de aviones de la OTAN, las tropas de Gadafi con armas no tan modernas se mantuvieron firmes durante cinco meses, obligando a las potencias occidentales a intervenir directamente. Como bien señalaron con anterioridad algunos periódicos occidentales, pierda o no Gadafi su poder, la alianza occidental ya es un perdedor, por desperdiciar enormes cantidades de dinero de los contribuyentes. La situación en Libia se puede describir, para citar una frase que suelen usarse en el ámbito del la OTAN, como un "éxito catastrófico". El desaguisado en Libia tiene todos los síntomas de convertirse en un dolor de cabeza persistente para los líderes en Bruselas y Washington. Además, la guerra civil ha intensificado la rivalidad tribal en Libia, donde los choques políticos intestinos han primado por mucho tiempo. Es probable que las tribus que apoyaron a Gadafi no se crucen de brazos, según se establecen las nuevas reglas del juego de poder. Muchos observadores temen que Libia podría devenir una nueva Somalia, o Irak. Tal posibilidad no será en modo alguno buena noticia para las potencias occidentales. La experiencia nos dice que resulta fácil que un país con mayoría de población musulmana sea presa de los extremistas islámicos, y en la Libia post-Gadafi esta posibilidad resulta más que cierta. La primera década del siglo XXI ha sido testigo de cómo EEUU ha liderado a las fuerzas occidentales en dos guerras para derrocar a dos regímenes, Afganistán en 2001 e Irak en 2003. Lo lograron, sí, pero ¿puede considerarse Occidente un verdadero vencedor? La guerra en Irak fue el punto de inflexión para la hegemonía de EEUU, y los diez años de guerra en Afganistán han colocado a EEUU y sus aliados en un dilema. Libia, también, es un mal ejemplo de intervención occidental en los países en desarrollo. Por mucho tiempo, China ha abogado por acudir a las negociaciones para resolver los problemas políticos, y siempre se ha opuesto a la intervención extranjera en cualquier país. China respeta la opción del pueblo libio y está dispuesta a desempeñar un papel en la reconstrucción de su país pues, independientemente de lo que ocurra en esa nación norteafricana, China siempre será un amigo del pueblo libio. DIARIO DEL PUEBLO. 1-9-2011