Pocas instituciones de Wall Street gozan de mayor prestigio que JPMorgan, cuyos 2,3 billones de dólares en activos son los más grande de un banco comercial de EEUU. Jamie Dimon, su presidente ejecutivo de 56 años de edad, es un héroe de la industria por la construcción de una «balance fortificado» y por dirigir a JPMorgan en medio de las crisis hipotecaria de una forma relativamente indemne. En los últimos tiempos, Dimon ha estado desplegando su influencia para resistirse a una regulación federal bancaria más estricta – en concreto, la «regla Volcker», una disposición de la ley Dodd-Frank de 2010 que prohibe que los bancos asegurados por el gobierno federal especulen en fondos de cobertura y similares.El ex presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, sostiene que la separación evitaría que los bancos se aprovechen de su situación de respado de un seguro federal para tomar riesgos desestabilizadores. Dimon responde que la regla es una restricción innecesaria a los bancos bien gestionados como el suyo. El público en última instancia, pagar por la ley, dice, en forma de costos bancarios más altos y menos creación de empleo y formación de capital. Poniendo en duda el grado de comprensión de Volcker de los mercados de capitales modernos.Para desgracia de Dimon, los mercados emitieron una especie de veredicto en esta controversia el pasado jueves – y no le ha sido favorable. JP Morgan ha anunciado que ha sufrido 2.000 millones en pérdidas en una negociación por cuenta propia, una cifra asombrosa que, Dimon reconoció que «podría ser peor, y que va a durar un poco por desgracia.» La franqueza del Sr. Dimon, por bienvenidas que sea, no puede ocultar el hecho de que esta transacción hace a Volcker parecer un profeta. En consecuencia, se fortalece la norma Volcker, en su versión final que ha llevado a disputas entre el sector financiero y los reguladores.El caso ya era complicado. Dimon y otros críticos se han centrado, con razón, en las muchas lagunas y las complejidades que se han introducido en el proyecto de norma preparado por la Reserva Federal y otras agencias. No siempre es fácil trazar una línea clara y forzosa entre coberturas ordinarias, o el cumplimiento de los pedidos de clientes, lo que estaría permitido, y el comercio con fines de lucro, que no lo estaría. Tampoco las pérdidas de JPMorgan, a pesar de ser grandes, pongan probablemente a temblar todo el sistema financiero.Sin embargo, la dificultad de escribir una regla cristalina se debe en parte al hecho de que los bancos mismos no siempre entienden completamente sus posiciones comerciales complicadas. Como el Sr. Dimon expresó : «En retrospectiva, la nueva estrategia era errónea, compleja y poco crítica, mal ejecutada y mal monitoreada. La cartera ha demostrado ser más arriesgado, más volátil y menos efectiva como cobertura económica de lo que pensábamos». E incluso si los riesgos sistémicos de las pérdidas de JPMorgan son modestas, ahora no está claro que su estrategia de compensación ofrezca beneficios públicos.El accidente de JPMorgan demuestra que incluso un banco asegurado federalmente bien capitalizado , administrado por un director ejecutivo de los mejores, puede apostar en los mercados y tener grandes pérdidas . En cierto modo, estaha sido la opinión del Sr. Volcker todo el tiempo.