Batiscafo

Un doce de Octubre…

Jorge Gómez es diputado de la Asamblea de Antioquí­a (Colombia), por el Polo Democrático Alternativo

Estamos en presencia de un alud de celebraciones mediáticas por cuenta de la ratificación en el día de ayer del TLC con los Estados Unidos. Celebran el gobierno de Obama y Juan Manuel Santos; celebran y con razón, las cabezas de las multinacionales, los monopolios financieros, los importadores, los especuladores y algunos exportadores; pero también celebran muchos periodistas y politiqueros que evidentemente no saben de qué hablan, algo así como ¿para donde va Vicente?, para donde va la gente. Una especie de hechizo colectivo.


Pero los hechos son los hechos y desde luego, superan con creces los fuegos fatuos del crecimiento económico y del empleo que vaticinan los defensores del esperpento. Me permito  recordar, sobre todo para aquellos que van en el rebaño sin saber muy bien de que se trata el asunto, que justamente son los países que no tienen suscrito ningún tratado de libre comercio con Estados Unidos en América Latina los que registran los más altos índices de crecimiento económico y de avances en la lucha contra la pobreza: Brasil y Argentina. Y a nivel planetario, aquellas economías emergentes que se han negado a entrar a la danza del libre comercio también son las más aventajadas en ese sentido: la china y la india.

«Un doce de octubre de 2011 que está trayendo vientos de resistencia civil y lucha popular.»

Al otro lado están los países que llevan ya varios lustros en el asunto: México escasamente crece cuatro puntos por debajo del promedio latinoamericano. Pero como si fuera poco, en el mes de abril, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, en uno de tantos documentos apremiando la ratificación del tratado en el Congreso, recordó que la entrada en vigencia del mecanismo implicará un crecimiento del 44% de las exportaciones gringas a Colombia, mientras que las importaciones provenientes de nuestra martirizada patria escasamente crecerán un 6%. El TLC está diseñado para aumentar las exportaciones y el empleo gringo, lo que significa que su contracara en Colombia se traduce en más importaciones y menos empleo productivo.

La euforia neoliberal estriba en que el TLC convierte en norma de rango constitucional todas las medidas ya adoptadas y las por adoptar en el marco de lo ordenado hace ya más de veinte años por el supuesto Consenso de Washington.

Mención especial merece, ahora que está en alza el movimiento estudiantil contra el proyecto de reforma a la educación superior, la perla que aparece en el capítulo de inversiones del TLC: Colombia se compromete a crear una forma de tipo específico de entidad jurídica para los servicios de enseñanza superior. Eso lo que quiere decir es que Colombia, considera la  enseñanza superior como un servicio y los servicios en el TLC son una mercancía más, de las tantas que se ofrecen en el mercado persa de la globalización neoliberal y en consecuencia, es obligatorio permitir y estimular allí la inversión privada, nacional y extranjera.

Que coincidencias, un doce de octubre de 1492 el marinero andaluz Rodrigo de Triana avistaba tierra americana y aunque el descubrimiento fue una empresa que permitió la creación del mercado mundial y disparó el capitalismo naciente, fue también el inicio de una noche colonial que duró  más de tres siglos para el territorio que hoy ocupa Colombia. Un doce de octubre de 2011 se ratifica el TLC con Estados Unidos, que además de profundizar y blindar la recolonización imperialista, está trayendo vientos de resistencia civil y lucha popular.