«El 1 de agosto, el callejón sin salida en que se hallaba la deuda de EEUU se abrió a última hora, después de meses de forcejeo partidista. EEUU podrá seguir pidiendo prestado en lo adelante, para evitar caer en impagos o cerrar agencias estatales. Sin embargo, el tema de la deuda de EEUU está lejos de haber sido resuelto.»
Las cosas han cambiado mucho en el mundo en el siglo XXI. Hubo un tiemo en que el dólar era equivalente al oro, los bonos de Hacienda de EEUU se consideraban libres de riesgo y los activos del país se percibían como “refugio seguro”. Ahora, asombrosamente, el Gobierno de EEUU bien podría disponer de menos efectivo que el fabricante de los populares iPad e iPhone. De cara a las implicaciones globales que generan los problemas de la deuda de los países desarrollados, el G20 no debe hacer la vista gorda y exhortar a EEUU y a otras potencias emisoras de monedas de reserva internacional a adoptar políticas monetarias y fiscales responsables. (DIARIO DEL PUEBLO) THE ECONOMIST.- Rajoy se da cuenta de que lo que más desean los españoles son puestos de trabajo y una economía sólida. Pero también ofrece algo que es poco creíble: austeridad sin dolor. Rajoy se enfrenta a un dilema en los próximos meses. Para ganar votos debe parecer moderado, pero para ganarse el respeto de los mercados y Bruselas debe resultar muy severo. Por el momento, los votos son lo que cuentan. Una encuesta reciente mostró que los socialistas habían reducido la ventaja del PP a siete puntos porcentuales. Si esto se trasluce en la jornada electoral, el señor Rajoy se encontraría a la cabeza de un gobierno en minoría, y con menos capacidad de actuación sobre la economía. China. Diario del Pueblo Un deber ineludible del G-20 Zheng Xiwen Las economías desarrolladas que emiten divisas de reserva internacionales deben ser capaces de asumir sus responsabilidades fiscales. El 1 de agosto, el callejón sin salida en que se hallaba la deuda de EEUU se abrió a última hora, después de meses de forcejeo partidista. EEUU podrá seguir pidiendo prestado en lo adelante, para evitar caer en impagos o cerrar agencias estatales. Sin embargo, el tema de la deuda de EEUU está lejos de haber sido resuelto. Según compromiso alcanzado a última hora entre los republicanos y los demócratas, el Gobierno de EEUU prometió recortar sus gastos a cambio de elevar el límite de deuda. Para noviembre queda pendiente entonces el plan de reducción del déficit. Sin embargo, no es difícil ver que ninguno de los dos partidos tiene propuestas concretas específicas para aumentar los réditos del Gobierno, o ideas prácticas de cómo salir del atolladero de la deuda. El acuerdo actual es solamente un arreglo temporal para ganar tiempo. Cuando llegue la hora de definir los detalles fundamentales, el problema volverá a acaparar las primeras planas de los diarios. Las cosas han cambiado mucho en el mundo en el siglo XXI. Hubo un tiempo en que el dólar era equivalente al oro, los bonos de Hacienda de EEUU se consideraban libres de riesgo y los activos del país se percibían como “refugio seguro”. Ahora, asombrosamente, el Gobierno de EEUU bien podría disponer de menos efectivo que el fabricante de los populares iPad e iPhone. Según algunos informes, la cantidad de dinero con la cual cuenta el Gobierno de EEUU antes alcanzar el techo de la deuda es de unos $73.800 millones, cerca de $2 mil millones menos que las reservas de Apple inc., que ascienden a $76.200 millones en efectivo y acciones. De hecho, EEUU no está solo en la lucha con el problema de la deuda. Algunos países de la Eurozona y Japón también están sufriendo por la misma causa. La deuda japonesa equivale a 200 por ciento de su PIB y sigue aumentando. Por su parte, la crisis de la deuda soberana en la Unión Europea no hace sino empeorar. El G20 está llamado a desempeñar un papel fundamental, que permita a los países abordar la crisis financiera internacional de una manera cooperativa. Muestra de ello es la transformación del grupo en activo mecanismo económico global capaz de regular la gobernanza. De cara a las implicaciones globales que generan los problemas de la deuda de los países desarrollados, el G20 no debe hacer la vista gorda. En la 6ta cumbre anual del G20 en Cannes, Francia, en noviembre próximo, el G20 deberá exhortar a EEUU y a otras potencias emisoras de monedas de reserva internacional a adoptar políticas monetarias y fiscales responsables, para proteger los intereses de los acreedores y hacer esfuerzos comunes que garanticen una sólida base para la recuperación económica mundial. DIARIO DE PUEBLO. 5-8-2011 R. Unido. The Economist ¿Alguien quiere gobernar este país? El juego ha terminado. La semana pasada José Luis Rodríguez Zapatero, el primer ministro de España, anunció que el país celebrará elecciones generales el 20 de noviembre, cuatro meses antes de lo previsto. Al hacerlo, presentaba una nueva era en la política española. El impopular Rodríguez Zapatero, que ha respondido tardíamente a las dificultades económicas de España, anunció hace varios meses que no iba a buscar otro mandato en el cargo. Pero sabe que su sucesor como candidato socialista a primer ministro, Alfredo Pérez Rubalcaba, no tiene prácticamente ninguna posibilidad de ganar las votaciones. Las encuestas indican que Mariano Rajoy, líder del conservador Partido Popular (PP) en la oposición, parece seguro que triunfará. Rajoy promete una reforma, y España sin duda la necesita. La economía está estancada. La tasa de desempleo es del 21%, entre las peores de la Unión Europea. Con los costos de endeudamiento una vez más subiendo en espiral esta semana, Zapatero se vio obligado a posponer sus vacaciones de verano para hacer frente a la crisis. Rajoy pide que las elecciones, se celebren antes, en octubre. Rajoy se da cuenta de que lo que más desean los españoles son puestos de trabajo y una economía sólida. Pero también ofrece algo que es poco creíble: austeridad sin dolor. "No tengo la intención de hacer recortes sociales", dice. Desde mayo, cuando el PP conquistó la victoria sobre los socialistas en las elecciones locales y regionales, los votantes han tenido una visión previa de lo que hará partido en el poder. El PP gobierna ahora en 11 de los 17 gobiernos autonómicos de España, lo que importa en un país descentralizado donde las administraciones regionales representaron casi un tercio del déficit del presupuesto general del año pasado. Las señales no son alentadoras. Elena Salgado, la ministra de Finanzas, quiere que los gobiernos regionales hagan su parte, limitando su déficit presupuestario hasta el 1,3% del PIB este año. En una reunión la semana pasada les instó a devolver el dinero adelantado por el gobierno central en los años anteriores sobre la base de estimaciones de crecimiento que resultaron ser demasiado optimistas. No puede ser, gritaron las regiones del PP (apoyadas por los socialistas de Andalucía). Algunos afirmaron que devolver el dinero exprimiría su capacidad de financiar adecuadamente la salud y la educación. Pequeñas regiones como Murcia –históricamente un gran gastador en exceso– incluso amenazó con devolver los servicios de la administración a Madrid. "El gobierno nos asfixia", se quejó Salvador Marín, jefe de finanzas de la región. Al final, la Sra. Salgado concilió, ofreciendo préstamos a bajo interés para cubrir la mitad del dinero que las regiones deben devolver, lo que tendrá un efecto de rebote hacia la deuda nacional. La gestión de algunos gobiernos regionales del PP se han destacado por la eficiencia en la inversión y recortes en los departamentos combinados. Madrid, por ejemplo, ha sido aún más austera de lo que el gobierno central exigió. Pero en otros lugares, los problemas van en aumento. En Cataluña, cuya economía es tan grande como la de Portugal, el gobierno nacionalista en minoría planea tener un déficit del 2,7% del PIB este año, más del doble del límite que permite la Sra. Salgado. El PP, que sostiene a la administración de Artur Mas en Barcelona, ha identificado 1,2 mil millones de euros en ahorros. Pero en lugar de reducir más el déficit quiere que este dinero sea reinvertido en servicios de salud. Rajoy se enfrenta a un dilema en los próximos meses. Para ganar votos debe parecer moderado, pero para ganarse el respeto de los mercados y Bruselas debe resultar muy severo. Por el momento, los votos son lo que cuentan. Una encuesta reciente mostró que los socialistas habían reducido la ventaja del PP a siete puntos porcentuales. Si esto se trasluce en la jornada electoral, el señor Rajoy se encontraría a la cabeza de un gobierno en minoría, y con menos capacidad de actuación sobre la economía. De cualquier manera, la reducción del déficit es probable que sea una de sus tareas más difíciles. Está en contra de aumentar los impuestos, pero si el crecimiento no se recupera, tendrá que recortar el gasto en su lugar. El objetivo de España este año es reducir el déficit del 9,2% del PIB al 6%. El objetivo del próximo año es del 4,4%. En privado, algunos en el PP reconocen que los recientes ajustes de la Sra. Salgado son un buen comienzo. Ahora es el momento de que su líder demuestre qué significa estar bajo su batuta. THE ECONOMIST. 6-8-2011