Lucía Casañ

Un bany propi

La directora es ya una joven promesa de nuestro cine, rodando su primera película en valenciano, y tomando como punto de partido Virginia Wolf y Azcona

En el 2024, Lucía Casañ inauguró la 39ª Mostra de València Cinema del Mediterrani, compitiendo en la Sección Oficial, y se presentó en el Festival Internacional de Cine de Shanghai (SIFF), con ‘Un bany propi’. Dos años antes fue con este proyecto, su ópera prima, con el que fue seleccionada en el Campus Málaga Talent del Festival de Málaga. Dos años después de acabar la carrera.

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¿Qué te inspira de Virginia Wolf para rodar Un bany propi?

Cuando empecé a leer ‘Una habitación propia’ de Virginia Woolf, me pareció increíble que algo que se había escrito en 1929 tuviese tal vigencia desde el punto de vista de la reflexión sobre el espacio y lo económico. A las mujeres se nos ha encerrado en casa, sin independencia para poder desarrollar nuestras propias ilusiones y nuestro propio trabajo, fuera del trabajo doméstico, pero ahora es incluso transversal. Hoy en día, personas de diferentes generaciones, aunque tengan trabajo, no se pueden permitir una casa digna.

A mí me rompió un poco la cabeza. Nunca me había gustado reflexionar tanto acerca de la importancia de tener independencia económica para poder ejercer mis derechos. Pero entonces, Virginia Woolf habla de que en 1916 se aprueba el sufragio universal en Inglaterra, y explica que entre el hecho de ganar el derecho a voto y el hecho de heredar, escoge el dinero, porque es lo que verdaderamente le ha dado la independencia para poder ser la intelectual que es. Y me puse a pensar en cuántas Virginia Woolf se han quedado silenciadas en el camino porque simplemente no ha habido un accidente de caballo, como el que mató a su tía, que les ha permitido tener este dinero.

Y luego está ‘El anacoreta’ de Azcona. Ha envejecido un poquito mal. Si lo analizamos desde una perspectiva de género es una película bastante machista, pero sin embargo es un hombre que ya no comprende la sociedad, que está harto del capitalismo y decide meterse en su cuarto de baño, en el que vive 11 años para no tener que estar totalmente supeditado a los avatares del mundo consumista.

Para mí es bonito pensar que, el pez al que el protagonista de Azcona tira por el retrete en 1976, fue el que llega hasta Antonia, es decir, que somos nosotras las que cogemos el relevo para construir nuestro propio mundo. La diferencia es que el protagonista, lo único que hace es comunicarse a través de mensajes que manda por el retrete, pero todos los personajes están supeditados a él. Sin embargo, Antonia, la protagonista de ‘Un bany propi’, no quiere aislarse del mundo, quiere cambiarlo y que la gente que entre ahí se tenga que relacionar de maneras diferentes.

Dices que con más dinero hubieses hecho otro final… hablando de independencia económica.

Claro, ni te imaginas lo diferente que hubiese sido esta película con un presupuesto más holgado. Por un lado, me ha hecho ser más creativa. La hemos hecho con cuatro duros, por eso todo pasa dentro de la casa.

Pero luego hay otras cosas que evidentemente no he podido tener como me había imaginado. Me acuerdo de la escena del sueño, cuando rompemos la cuarta pared. Había pensado en unas prótesis con una serie de cosas que hemos podido tener.

Cuántas Virginia Woolf se han quedado silenciadas en el camino”

¿Por qué tiene que aparecer desnuda la protagonista?

Eres la primera persona que me pregunta por el desnudo, y mira que lo he estado esperando. Toda transformación es una transformación que conlleva algo de violencia, y también conlleva algo físico.

Antonia está aprendiendo a ser, y como también está jugando con todo el tema de la deconstrucción del personaje a través del vestuario… es una persona de puertas para afuera, donde están súper desglosadas las tareas que tiene que hacer el hombre y las tareas que tiene que hacer la mujer, y ella vive ahí dentro de esa incomodidad.

Cuando recibe la herencia, lo primero que tiene son unas zapatillas cómodas, y luego poco a poco vamos reconstruyendo el vestuario conforme va adquiriendo esa contemporaneidad, por así decirlo.

Cuando tiene esa especie de sueño se da cuenta de que puede cambiar las cosas. Está viviendo dentro de la ficción que ella misma está escribiendo. La película es el cuento que Antonia escribe para nosotros. Cuando descubre que ya no es un satélite, sino que es la protagonista de sus propias acciones, entonces se encuentra desnuda, como para mostrar que detrás de todo eso es una persona vulnerable.

Lo hablé mucho con Nuria González, y me dijo que nunca se había desnudado en el cine, sin embargo las dos veíamos que para esta escena lo queríamos hacer así. Aunque me imaginaba un desnudo más amorfo, que no pudimos hacer por presupuesto.

Cuando despierta y mueve la pared, es una metáfora de cuando los pájaros construyen y hacen sus nidos, lo hacen aplastando el espacio con su propio cuerpo. Es una metáfora de violencia física, de vulnerabilidad, de la relación del individuo con el propio espacio, de situarse y resituarse un poco, de volver a aprender.

¿Y el punto ese de solo salir al exterior para hablar con su amiga?

Es la única justificación que tiene. Sale al exterior con Alberto, su marido, para hablar con Conchi, pero una vez la deja allí, se escapa, se va al cine y se va al baño. O cuando acaba en Radio City, que es donde conoce al punky.

Sale para hablar con su amiga y para llevar las lentejas a la sombrerería de Alberto, ¿sabes?, es decir, al final es esa conquista del espacio público.

Lo diferente que hubiese sido esta película con otro presupuesto”

¿Cómo usas el color para que el público viaje con Antonia?

Fue una decisión que tomé más tarde, después de escribir el guion. Al principio me imaginaba algo más costumbrista, pero no quería que la gente se tomase tan en serio todas las cosas, es decir, que buscase el realismo, la verosimilitud en todo. Necesitaba que entendiesen que esto es un cuento que trasciende para hablar de cosas que apelan a la actualidad.

El arte en la casa parece de los años 60, pero luego hay teléfonos móviles. El espectador tiene que ir ubicándose en la historia y su único nexo es Antonia, que tiene esa conversación con lo mágico, que para mí es Fernando, el pez. Porque más allá de reivindicar el empoderamiento femenino, de hablar del espacio, del dinero, también es una película que habla del poder de la imaginación como motor transformador de la sociedad. Esto es lo que nos roban, la imaginación y la capacidad de poder pensar en un futuro diferente.

Por eso he creado un universo donde cada espacio tiene un color, como el blanco del baño que es como la página de la libreta que está por escribir, y que conforme van pasando cosas en el cuarto de baño se va llenando de colores, como se va llenando de vida, hasta que te olvidas de que es un cuarto de baño.

La iluminación es de plató, y yo quería que la gente notase la artificialidad. Y también lo hago a través de la música, que es más clásica, nos ayuda a acompañar al personaje y nos transporta a un cine antiguo menos encorsetado por la realidad. Necesitaba viajar al pasado para hablar del futuro.

¿Por qué decides usar el surrealismo?

La sociedad exige mucha especialización y que tengamos un estilo propio, pero yo no comparto esa visión. Creo que cada historia se merece una forma diferente de ser contada. Así que no es tanto una imposición mía como de la historia. Ahora estoy trabajando en mi segunda película, y no se va a parecer a la primera. Supongo que hay cosas que me definen, porque el realismo mágico me interesa.

Hay que reivindicar que nos gustan muchas cosas y que no es necesario tener un estilo definido. Yo me lo paso fenomenal investigando y descubriendo cosas diferentes. Ahora estoy haciendo videoclips y cada uno es un poquito diferente.

Nos roban la capacidad de poder pensar en un futuro diferente”

Has estado recopilando frases en los baños. ¿Qué te has encontrado?

He hecho una búsqueda tanto física como digital. Por ejemplo, la frase esta de ‘a veces atropella a gente solo para sentir que alguien se muere por mí’. Es poesía de retretes.

¿Por qué dices que Alberto impide que Antonia tenga su espacio propio, pero no por maldad, sino por torpeza?

‘Un bany propi’ ha mejorado mucho cuando he sido capaz de comprender a mi abuelo, porque no se le puede juzgar desde los ojos de ahora. No le puedo exigir las cosas que sí que le exigiría a un hombre de mi edad. Eso me ha ayudado muchísimo a trabajar el personaje de Alberto, que es el único que se queda fuera, pero porque es incapaz de redefinirse y aceptar a su mujer de una forma que él no acaba de comprender.

Hace poco murió mi yaya, que llevaba muchos años con Alzheimer, y ver cómo mi abuelo ha cambiado, estando atento a recoger la mesa, a limpiar. Me llegó a decir había sido muy egoísta en esta vida. Pues me da mucha pena que mi abuela no lo haya podido ver de forma consciente.

A veces lo que hay es incomprensión y torpeza. No maldad.

¿Por qué Billy Wider y Azcona te han enseñado a escribir para el mundo?

Porque siempre había concebido el cine desde un punto de vista más elevado, donde entra más el ego. Algo así como contar lo que quiero porque tengo esta pulsión, y si no me entienden no es culpa mía.

Al principio tenía más en cuenta el lenguaje de la cámara. Luego pasé a cuidar más el lenguaje narrativo, el lenguaje del público. Por ejemplo, hice un corto en el que me interesaba que el público no empatizase con el personaje, pero eso es exigirle al público demasiado. Y entonces, descubrí a Billy Wilder.

Y Haneke me sigue encantando, pero es un cine muy duro, muy social, que pone al público en una situación muy compleja, que me gusta. Cuando descubro a Billy Wilder, ‘El apartamento’, veo que habla de cosas sociales pero lo puede ver todo el mundo, usando la comedia. Aquí tenemos a Rafael Azcona y a Berlanga, y cuando descubrí “El verdugo” pensé, “esto es lo que yo quiero hacer”.

Ha mejorado mucho cuando he sido capaz de comprender a mi abuelo”

¿Tuviste claro lo de hacerlo en valenciano?

No, que va. Imaginaba partes en valenciano y en castellano, porque mi vida es así. Pero lo cierto es que el Instituto Valenciano de Cultura fomenta que haya películas con el valenciano como lengua mayoritaria, lo que hizo que le diese más peso.

Por eso dices que es como los mecanismos que han ayudado a que las mujeres lleguéis a puestos de dirección.

Sí, pero luego falta mucha industria y público. Antes hacía falta más cine español, y ahora hace falta más cine en lenguas cooficiales.

Pero Manel o Zoo hacen giras por el resto de España…

Sí, pero por eso digo que hace falta más industria. En la Comunidad Valenciana los profesionales se tienen que ir a trabajar fuera. Puede haber una película que lo pete y que de repente se escuche más el valenciano, pero generalmente lo que funciona es que hayan ayudas.

Ahora las plataformas programan películas en versión original porque obliga la ley, pero si tuvieran que competir en condiciones de igualdad no llegarían.

Porque no hay posibilidad ¿no?, el cine norteamericano lo ha inundado todo durante décadas.

Sí, es el mercado. ¿Qué película ha ganado ahora en los Oscars?, dicen que es independiente, pero se han gastado 6 millones en producir la película y 18 millones en la publicidad. Esto habla mucho del modelo que tenemos ahora mismo. Lo que podemos invertir nosotros en publicidad es casi nada, sin embargo hay películas que vas a tener ganas de verlas porque hay toda una campaña de marketing que hace eso.

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