Trump necesita obtener ya decenas de miles de millones de euros para sufragar el nuevo incremento del gasto militar
Un pequeño detalle casi inadvertido en los Presupuestos ha permitido atisbar uno de los cambios más profundos que Trump pretende instaurar en los EEUU. El detalle de la propuesta presentada al Congreso de Estados Unidos contempla la venta de la mitad de las reservas estratégicas de petróleo. ¿Qué fines persigue la administración Trump con esta drástica medida?
La propuesta dispara en todos los frentes. Por un lado, la decisión activaría de forma automática y revalorizaría inmediatamente todo el sector petrolero de EEUU. Se trata, sin duda, de un incentivo directo a las empresas del «fracking», que tendrían abierto así el mercado americano, y podrían salvar la difícil situación a que les ha conducido la bajada de los precios del petróleo en los últimos años. Por otro lado, la medida conllevaría que se acabara el veto a las prospecciones petrolíferas en Alaska, algo que Trump y los republicanos vienen proponiendo hace tiempo, a pesar de la radical oposición del Partido Demócrata y de los ecologistas. No cabe duda que tanto en un aspecto como en el otro, ello redundaría en una cierta activación económica del mercado interno y la creación a corto plazo de puestos de trabajo, algo que interesa propagandísticamente mucho a Trump y los suyos.«Es un incentivo directo a las empresas del «fracking», que tendrían abierto así el mercado americano y asegurada su rentabilidad»
Por otro lado, la medida pretende de forma clara y obvia convertirse en un poderoso medio de recaudación que le permita al ejecutivo norteamericano cuadrar unas cuentas en las que resulta muy difícil, a priori, conjugar la enorme bajada de impuestos a las empresas prometida por Trump con el proyecto, por ejemplo, de hacer crecer hasta un 10% el gasto militar, lo que demandaría 50.000 millones de dólares más «para ganar guerras».
Trump necesita de forma urgente tanto recortar gastos en algunas partidas como conseguir nuevos ingresos para hacer frente a esos dos gigantescos «agujeros»: el creado por el recorte de impuestos a las empresas y el generado por el aumento del gasto militar.
Por ello ya ha anunciado un plan para recortar en diez años cerca de tres billones de dólares en gasto social. Un plan que aún no se ha concretado, pero que en pocas palabras pretende trasvasar una vez más las rentas de los más desfavorecidos a las empresas. En otras palabras, serán los pobres y los más desvalidos (que en EEUU son decenas de millones de personas), los que a través de los recortes sociales, acabarán cubriendo el déficit provocado por la bajada de impuestos.
Por poner un ejemplo: los cupones de comida, que permiten que 40 millones de estadounidenses -un 12,5% de la población de la primera potencia mundial- compren comida que de otro modo no podrían permitirse (y no estamos hablando de caviar, sino de platos precocinados) se reducirá en los próximos diez años en un 30%.
Pero esto no es aún suficiente. El gobierno necesita obtener ya decenas de miles de millones de euros para sufragar el nuevo incremento del gasto militar, que es vigente ya para este año. Es decir, los 50.000 millones más no son para dentro de unos años, son para cada año, empezando por este. En los cuatro años de presidencia (si es que la agota) Trump necesita 200.000 millones de dólares más solo para gasto militar.
De ahí que haya decidido finalmente echar mano de una medida, que los republicanos más conservadores venían demandando desde hace tiempo: poner a la venta las reservas estratégicas de petróleo de EEUU. Dichas reservas estratégicas acumulan actualmente 687,7 millones de barriles. Las propuestas legislativas más recientes contemplaban vender hasta 190 millones de barriles para 2025. Trump lo lleva a 270 millones de barriles. A esto habría que añadir los ingresos obtenidos de la venta de las reservas existentes de gasolina en el Noroeste de EEUU, que se creó tras la tempestad Sandy, y abrir a la exploración y explotación el refugio natural en Alaska.
¿Que todo ello va a redundar en daños aún mayores para el medio ambiente? Trump ya se ha ocupado de distanciarse de los acuerdos de París y negar el cambio climático.
Por otro lado, y pese a que la medida va dirigida esencialmente al ámbito interno, tampoco hay que desdeñar las consecuencias internacionales de dicha decisión, que sin duda también ha calibrado la Administración Trump.
Poner en este momento más petróleo en el mercado es una forma de dinamitar todos los esfuerzos que están llevando a cabo los países productores de petróleo para disminuir la oferta, a fin de evitar una nueva caída de los precios y provocar una nueva alza. Es literalmente como echar gasolina al fuego. ¿Y a quién perjudica esencialmente esa decisión? Pues a países como Venezuela o como Irán, que están en el punto de mira permanente de Washington. También a Rusia, cuyas relaciones con los EEUU de Trump aún no acaban de definirse.
No hay puntada sin hilo en este proyecto, que refleja muy a claras los verdaderos planes de Trump.