“La UE es un enemigo”. Esta frase de Trump, durante una entrevista a la CBS, una de las principales televisiones norteamericanas, resumen una gira europea donde ha insultado y atacado a todos los que teóricamente son aliados norteamericanas, desde Merkel a la primera ministra británica.
Por el contrario, el actual inquilino de la Casa Blanca arrojó en una rueda de prensa durante su visita al viejo continente, unas sorprendentes declaraciones: “será más fácil negociar con Putin que con nuestros aliados”. Allanando el camino a la cumbre bilateral que ambos mandantarios es´tan celebrando en Helsinki.
¿Por qué Washington exhibe groseras formas con Berlín o Londres, mientras cultiva la amistad de Moscú? ¿Se explica solo por la “personalidad de Trump”, o está relacionado con intereses fundamentales de la hegemonía norteamericana? ¿Qué podemos esperar de la primera cumbre bilateral entre Trump y Putin?
Trump comenzó su gira europea atacando públicamente a Alemania, al declarar que “está totalmente controlada por Rusia, pues reciben el 60% ó 70% de su energía de Moscú”. En un momento en el que Merkel sufre una aguda crisis interna provocada por la rebelión de su histórico socio, la CSU bávara.
Continúo redoblando sus exigencias a todos los países miembros de la OTAN, reclamando con formas abiertamente despectivas un brutal aumento de sus gastos militares que supere el umbral ya comprometido del 2% del PIB y alcance un draconiano 4%.
Y concluyó arremetiendo incluso contra su más firme aliado, el Reino Unido. Denigrando a la primera ministra británica, Theresa May, al “denunciar” que “no me hizo caso cuando presentó una propuesta de Brexit demasiado suave”. Mientras alababa a su principal rival en el partido conservador, el ex ministro de Exteriores Boris Johnson, que dimitió exhibiendo sus desaveniencias con May.
No es que Trump ataque y trate groseramente a Europa. Es que reafirma con hechos la apuesta por impulsar las líneas de fractura y disgregación en el seno de la Unión Europea. Llamando al “reino Unido a “denunciar a Bruselas”, para elevar la temperatura del enfrentamiento, o respaldando a las fuerzas más eurófobas. Parece que el actual inquilino de la Casa Blanca se plantea como una opción real, y no como una mera bravuconada, la desintegración de la UE, para imponer a cada parte por separado condiciones más lenoninas.
Este salto en la ofensiva norteamericana va a influir en España. Algunos líderes independentistas ya plantean que el avance en la disgregación de la UE puede ser nueva “ventana de oportunidades” que puede aprovecharse. Y EEUU ya ha impuesto que Pedro Sánchez se desdiga públicamente de sus resistencias a cumplir el acuerdo firmado por el anterior gobierno, que nos obliga a aumentar en 10.000 millones, durante los próximos siete años, nuestros gastos militares.
En el otro lado, el Trump arrogante con la UE es sorprendentemente amable con Putin. No es resultado de la “química personal” entre ambos líderes. Sino una apuesta estratégica pensada y meditada. La ofensiva contra Moscú lanzada desde 2014, a raíz de la ocupación rusa de Crimea, solo ha servido para estrechar todavía más las relaciones entre Rusia y China. Y no ha podido evitar que Moscú amplíe su influencia en territorios sensibles como Siria.
Trump ofrece a Rusia un nuevo trato, que de satisfacción a algunas de las ambiciones imperialistas que la ex superpotencia todavía mantiene, con el objetivo de atraer a Moscú a un frente de contención de la emergencia china, el mayor peligro que enfrenta Washington.
No parece que vaya a salir ningún acuerdo concreto de la reunión entre Trump y Putín. Pero la misma celebración de la cumbre es un éxito político y diplomático para Moscú, que es elevado de rango por la superpotencia.
Los movimientos de Trump no son, por tanto, una reacción atolondrada de un presidente impulsivo. Sino una ofensiva en toda regla de los sectores ´mas agresivos de la superpotencia. Su avance va a tensionar todas las contradicciones mundiales. Especialmente en una Europa a la que pertenecemos, y que el actual presidente norteamericano ha colocado en la diana.