EEUU incrementa la agresividad contra América Latina

Trump autoriza acciones encubiertas de la CIA en Venezuela y el Caribe

"Donald Trump resucita el intervencionismo de Estados Unidos en América Latina", dicen algunos titulares. Pero no se puede resucitar lo que nunca ha estado muerto. La intervención norteamericana no es una excepción o un hecho puntual, sino el pan nuestro de cada día en cada país del continente.

Trump ha confirmado que ha dado plena autorización a la CIA para realizar operaciones encubiertas dentro de Venezuela, incluidas incursiones terrestres dentro del país sudamericano, así como en aguas del Caribe.

Estas amenazadoras declaraciones se producen mientras EEUU mantiene 8 buques de la US Navy frente a las costas de Venezuela, y cuando sólo desde primeros de septiembre, estas naves han hundido al menos seis embarcaciones -acusadas sin pruebas de ser «narcolanchas»- y matando al menos a 27 personas.

Después de que el New York Times publicara que la CIA había recibido autorización para llevar a cabo acciones encubiertas en Venezuela, Trump lo ha vuelto a confirmar. Aunque se negó a decir si la CIA tiene autorización para asesinar a Maduro o cometer atentados, sí aseguró que ha considerado operaciones por tierra.

Estas amenazas se suman a las que Trump lleva meses haciendo contra Venezuela, instalando hasta ocho buques militares -tres ultramodernos destructores lanzamisiles clase Arleigh Burke, un crucero, tres buques anfibios y un submarino nuclear- frente a sus costas.

En respuesta, el gobierno venezolano ha movilizado a 4,5 millones de reservistas, y ha reforzado la vigilancia de sus costas y fronteras. Por contra, la líder opositora -y recientemente galardonada con el Nobel de la Paz- Maria Corina Machado, ha celebrado el furor intervencionista de Trump. «Después de 26 años de oscuridad, finalmente la libertad de Venezuela está cerca», ha declarado.

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Tensión en la región

Pero la escalada de tensión desatada por EEUU en el Caribe también ha alarmado a otros países latinoamericanos que albergan organizaciones implicadas en el narcotráfico, por ejemplo, México, Brasil o Colombia.

El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha denunciado que EEUU ha violado la soberanía territorial de Colombia, operando sin permiso en sus aguas, y que hace unas semanas asesinó a un pescador en medio de su campaña militar en el Caribe contra el narcotráfico. «[Mataron al] pescador Alejandro Carranza, que no tenía vínculos con el narco y su actividad diaria era pescar. Esperamos las explicaciones del gobierno de los EEUU», ha exigido Petro, que además ha pedido en la ONU abrir un proceso penal contra el presidente norteamericano por dar la orden de atacar a estas embarcaciones. En respuesta a estas declaraciones, Trump ha acusado a Petro de ser “el líder del narcotráfico en Colombia”.

En un sentido similar, y preguntada por su posición ante las declaraciones de Trump, la presidenta mexicana respondió que su gobierno defiende «la autodeterminación de los pueblos y no al injerencismo y la invasión”.

Por su parte, el presidente brasileño Lula da Silva ha calificado de «inaceptable y deplorable» las declaraciones de Trump sobre las operaciones encubiertas en Venezuela. «Son una afronta a la soberanía del país suramericano y una violación al derecho internacional». En otro comunicado, el Partido de los Trabajadores de Brasil ha denunciado que «la CIA tiene un extenso histórico de patrocinio y articulación de operaciones ilegales y desestabilizadoras en los países de Suramérica destinadas a promover cambios en regímenes considerados hostiles por Washington».

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Las agresivas políticas de Trump llevan meses desplegándose sobre América Latina

El contexto: una ofensiva reaccionaria… y la lucha de los pueblos

«He autorizado operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela. ¡’Encubiertas’ significa ‘secretas’, así que no se lo digáis a nadie!». Viñeta de Dave Granlund

Este anuncio de operaciones encubiertas de EEUU contra Venezuela -y no sería de extrañar que contra otros gobiernos refractarios al dominio norteamericano, como el de Colombia- se da en un contexto donde las agresivas políticas de Trump llevan meses desplegándose sobre América Latina, directamente o a través de los gobiernos más reaccionarios y proyanquis.

En Bolivia, las propias contradicciones dentro de la izquierda han dado la llave del gobierno al derechista Rodrigo Paz; en Ecuador, en Perú o en Argentina, las políticas antipopulares de sus gobiernos se enfrentan a luchas populares cada vez más intensas.

Pero visto de conjunto, una enorme marea de luchas populares, que sostienen a una mayoría de gobiernos progresistas y soberanistas en el continente, han hecho retroceder el poder y la influencia de EEUU en la una región que siempre consideró su «patio trasero».

Los pueblos avanzan, el imperio retrocede. He aquí la verdadera razón de la agresiva agenda de intervenciones que está desplegando Trump en América Latina.

Los pueblos avanzan, el imperio retrocede. He aquí la verdadera razón de la agresiva agenda de Trump para el continente

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La interminable lista de intervenciones de EEUU en el continente

Nada nuevo bajo el Sol de Iberoamérica

«Donald Trump resucita el intervencionismo de Estados Unidos en América Latina», dicen algunos titulares. Pero no se puede resucitar lo que nunca ha estado muerto, lo que siempre ha estado vivo y coleando.

Liu Rui en Global Times

La noticia no es lo que Trump dice que EEUU va a hacer (operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela y el Caribe). La noticia es que lo anuncie a los cuatro vientos, que diga abiertamente lo que muchos siempre han denunciado, siendo tachados de «teorías de la conspiración»: que la intervención política y militar de EEUU, mediante golpes «duros» y «blandos», con operaciones encubiertas o a través de las oligarquías criollas locales, es una constante en toda América Latina.

La intervención norteamericana no es una excepción o un hecho puntual, sino el pan nuestro de cada día, de cada mes y cada año, desde hace más de un siglo. No hay país de Iberoamérica, no hay acontecimiento político significativo, sean procesos electorales o movimientos de la «sociedad civil», en la que no tengamos que buscar como una coordenada decisiva la mano y los intereses de Washington.

Podríamos retrotraernos a la sangrienta Operación Cóndor, en las décadas de los 60 y 70, sobre el Cono Sur, o a las brutales actuaciones de los gorilas golpistas de la Escuela de las Américas en los 80 y 90.

Pero sólo por mencionar los últimos 30 años, está perfectamente documentada la actuación o la injerencia de EEUU en los siguientes acontecimientos: en el golpe de Estado contra Hugo Chávez en Venezuela (2002); en el golpe de Estado contra Jean-Bertrand Aristide en Haití (2004), o en el que derrocó a Manuel Zelaya en Honduras (2009); en las protestas violentas (guarimbas) e intentos de golpes de Estado «blandos» de nuevo en Venezuela (2012-2014, y luego de nuevo en 2017-2019).

Es bien visible la mano norteamericana en el pucherzo que frustró la victoria de López Obrador en México en 2006; también en el fraude electoral en Haití (2015) y el posterior magnicidio de su presidente (2021); en el ‘impeachment’ (un golpe blando) que derribó el gobierno de Dilma Roussef en Brasil (2015), alzando los gobiernos pronorteamericanos de Michel Temer (2016-2019) y Bolsonaro (2019-2022); en el «golpe de Estado cívico-militar» que depuso a Evo Morales en Bolivia (2019) y también en el que depuso a Pedro Castillo en Perú (2022).

Asimismo, no se puede entender el giro neoliberal y entreguista de Lenin Moreno en Ecuador, y de los gobiernos posteriores (Lasso, Novoa), o los gobiernos de Macri y Milei en Argentina sin partir de sus profundos vínculos con Washington.

Por tanto, no estamos ante nada nuevo. Trump no ha desempolvado nada que no estuviera ya en marcha. La novedad es que admitan hacer lo que siempre han tratado de ocultar.