El homenaje que el Parlamento vasco rindió a Eduardo Puelles, última víctima de ETA, ha cerrado el círculo de una memorable reacción que, tal vez, en el ámbito del País Vasco sólo sea comparable con la que se produjo en toda España tras el asesinato de Miguel Angel Blanco. Si entonces pudimos hablar de acontecimientos que «hacen» a una nación; en esta ocasión bien podríamos decir que ha sido un acontecimiento que «hace» a una comunidad, un millón de veces más que las falsas proclamas pseudo patrióticas de los Ibarretxe y Arzallus.
Como dice el eriódico bilbaíno El Correo en su editorial de hoy, esta vez la oprobiosa reacción del entorno de ETA, que en boca de Sastre anunció que queda mucho dolor por vivir si el gobierno no accede al chantaje de los terroristas, no ha podido imponerse a la voz de las víctimas gracias a “la firme respuesta institucional, la unidad política en la condena y la movilización ciudadana”. A lo que cabría sumar, añadimos nosotros, la desaparición de un gobierno, el de Ibarretxe, que ha utilizado de forma mezquina y miserable cada actuación de ETA para “recoger las nueces” políticas y económicas de la violencia etarra. En las páginas de opinión de Público encontramos hoy un valiente artículo del periodista Pascual Serrano, autor del libro ‘Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo’, en el que el autor denuncia la manipuladora y tendenciosa información que la prensa nacional –la misma que proclama a voz en grito su rigor y objetividad– proporciona sobre la revolución venezolana, y en particular sobre su dirigente Hugo Chávez. A través de unas sencillas pero muy ilustrativas anécdotas, se revela cómo toda la información, además de carácter permanente y masivo, está destinada a crear un clima de opinión en la sociedad española contraria a la revolución bolivariana venezolana. Hasta el punto de que, como concluye, la inmensa mayoría de la sociedad española desconoce qué es lo que votó exactamente en algo tan cercano como el referéndum sobre el Tratado de Lisboa, sin embargo la mayoría sí tiene una opinión (negativa, por supuesto) formada sobre el líder venezolano. A esto precisamente se dirigen las “fábricas de opinión” que son los grandes medios de comunicación. Fábricas que, al igual que ocurre en la industria y los servicios, la mayor parte de las veces no tienen su matriz en nuestro propio país, sino en el exterior, En este caso, concretamente, en Washington. Posiblemente el único detalle que a Pascual Serrano se le ha escapado en esta ocasión. Editorial. El Correo VICTORIA DEMOCRÁTICA El homenaje tributado en el Parlamento vasco a la última víctima de ETA cerró ayer el círculo de amparo institucional y solidaridad ciudadana que se ha construido tras el asesinato de Eduardo Puelles en torno a su viuda, sus dos hijos y el resto de sus seres queridos. Las sentidas palabras con las que el hermano de la víctima, ertzaina de profesión, agradeció el «ejemplarizante comportamiento» desplegado por las autoridades del Estado y por el Gobierno vasco, la unidad mostrada por los partidos en repulsa del atentado y el respaldo percibido por parte de la ciudadanía subraya cuán necesitados han estado los damnificados por el terrorismo, y en especial los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, de un calor expreso que reconociera el dolor de su pérdida. Frente a la determinación de ETA de mantener su sangriento ritual, las instituciones están obligadas a hacer prevalecer la democracia y sus símbolos, plasmados en el arropamiento explícito, pero también sostenido en el tiempo, a aquellos que han sufrido el cruel zarpazo del terror. La imprescindible y definitiva identificación de la sociedad con las víctimas precisa de un liderazgo institucional permanente y de una cohesión partidaria sobre lo esencial que se proyecte más allá de cada asesinato, de cada amenaza. Sólo eso permitirá ir restituyendo la deuda que la ciudadanía vasca y la española han contraído con quienes durante demasiado tiempo no sólo tuvieron que soportar su terrible tragedia, sino que pelearon casi en solitario por la memoria de los que ETA les había arrebatado. La firme respuesta institucional, la unidad política en la condena y la movilización ciudadana es lo que ha impedido que la oprobiosa reacción de la izquierda abertzale tras el asesinato de Puelles se haya impuesto a la voz de las víctimas y al desprecio hacia los autores del atentado. Corresponderá a la Justicia analizar si las manifestaciones del cabeza de lista de Iniciativa Internacionalista, el dramaturgo Alfonso Sastre, en las que advertía de tiempos de «mucho dolor» si no se negocia con ETA, han incurrido en algún tipo delictivo. Pero la indignación que provoca la inmoralidad de ese pronóstico apenas 48 horas después de que los terroristas asesinaran a Puelles, y la frustración que pueda suscitar que ésta sea la actitud de quien lideró la lista autorizada por el Tribunal Constitucional en las últimas europeas, no bastan ya para horadar la fortaleza del Estado de Derecho en el combate contra el terror. Especialmente si la simbología democrática se impone al ruido de quienes aún justifican la violencia. EL CORREO. 23-6-2009 Opinión. Público CHÁVEZ Y LOS TITULARES Pascual Serrano En nuestro país la información sobre Venezuela está sometida a una clara intencionalidad política que excede cualquier norma habitual. Basta observar el modo en que se presenta lo que allí sucede para darse cuenta de que, si no se tratase de la nación donde gobierna Hugo Chávez, el sesgo sería muy distinto. Sucesos que hubiesen sido irrelevantes en otros lugares adoptan protagonismo y una presentación excepcional al tratarse de Venezuela. Hace pocos días, las agencias anunciaron la prohibición en Venezuela del refresco Coca-Cola Zero y, aunque mencionaban las declaraciones del ministro venezolano, según el cual la retirada de la venta se ha debido a la presencia de un determinado compuesto químico, los medios relacionaron la noticia con la conflictividad laboral de la empresa y sus malas relaciones con el Gobierno. Un periódico llegó a titularla así: “Coca-Cola cede al enfrentamiento con Chávez y retira su bebida”. Las agencias no explicaron que el edulcorante que contiene la fórmula química de esa modalidad de refresco en América Latina ya está prohibido en EEUU, Canadá y otros muchos países porque no ha pasado con éxito las pruebas de inocuidad para el consumo. Venezuela se ha limitado a aplicar los mismos criterios de sanidad alimentaria que las autoridades norteamericanas. Hace un mes fue noticia la compra, por parte del Estado venezolano, del Banco de Venezuela, propiedad del grupo Santander, tras haber llegado a un acuerdo con los accionistas. Los titulares personalizaron dicha transacción al afirmar que quien compraba era Hugo Chávez; incluso se llegó a titular “Chávez se convierte en el primer banquero de Venezuela” y “El Santander entrega el Banco de Venezuela a Chávez por 755 millones”. De ese modo se presentó la decisión gubernamental de negociar la compra de un banco como una iniciativa personal del presidente al insinuar, de manera muy poco subliminal, que un individuo con ansia de poder, no un Estado, compraba el banco. ¿Qué nos hubiera parecido un titular opuesto, por ejemplo, “Botín se embolsa 755 millones de todos los venezolanos”? Cuando Estados Unidos adquirió una gran parte de la banca de su país a primeros de año, no se tituló que Bush u Obama compraban bancos. La personalización en Chávez de las decisiones del Estado venezolano resulta obsesiva para la gran prensa, que siempre intenta ligar el nombre del presidente a las prohibiciones. Cuando las autoridades tributarias venezolanas multaron a la empresa que había organizado una exposición que utilizaba cadáveres y órganos humanos plastificados por no haberlos declarado en la aduana, se tituló “Hugo Chávez prohíbe la exposición Bodies Revealed”. Una semana después la situación se repitió en Francia, pero el titular fue “La Justicia francesa prohíbe la exposición de cadáveres Our Body”. Lo que en este segundo caso se presentó como una decisión de las autoridades judiciales, en el primero, a pesar de que también era una orden de funcionarios de la Fiscalía, se anunció como una prohibición presidencial. Y por si alguien pensaba que la cobertura no podía llegar al absurdo, veamos cómo se informó hace un año una decisión del Consejo Nacional de Telecomunicaciones venezolano, el cual estableció que una televisión privada debía sacar del horario infantil la serie de dibujos animados Los Simpsons. Es de saber que el largometraje sobre esta misma familia, que se proyectó en los cines, está calificado para mayores de 13 años en todos los países. Sin embargo, aquella decisión provocó titulares como “Chávez censuró Los Simpsons”, “Hugo Chávez ataca hasta a los dibujos animados” o “Chávez estrangula a Los Simpsons”. Un mes después, el Consell de l’Audiovisual de Catalunya tomó una decisión similar sobre el horario de programación del pressing catch por entender que tampoco era recomendable para los niños y, como viene siendo la norma, la noticia no fue más allá del ámbito local. ¿Qué hubiéramos pensado si alguien hubiese titulado “Montilla estrangula el pressing catch”? La información sobre Venezuela tiene una presencia abrumadora en los medios españoles. Andrés Izarra, ex ministro de Comunicación de ese país, elaboró un estudio en el cual mostraba que en un período de sólo dos meses, el principal periódico español publicó 142 artículos sobre Venezuela, una media de 2,4 al día. Por supuesto, todos ellos con una tendencia claramente negativa y contraria al Gobierno venezolano. Ese protagonismo tiene como objetivo crear la imagen de un país en crisis y convulsión continua, aunque allí no esté sucediendo nada anormal. En contraposición, otros gobernantes no tienen presencia en los medios, con vistas a no desgastarlos y permitirles que apliquen sin molestia alguna sus políticas neoliberales. Hemos podido observar cómo el nombre del presidente de México apenas se ha mencionado en las informaciones sobre la crisis de la gripe porcina en ese país. Si hubiéramos preguntado hace once años a los españoles quién era el presidente de Venezuela, muy pocos hubieran sabido responder. Hoy nadie lo desconoce. El barómetro anual del Real Instituto Elcano, que mide el conocimiento de los españoles sobre política internacional, revelaba en 2007 que mientras el 45% de los consultados respondieron “no sabe/no contesta” a la pregunta de si el acuerdo del Tratado de Lisboa se parece, o no, al que se votó en España en el referéndum sobre la Constitución Europea, el 90 % de ellos tenían una clara opinión sobre el presidente de Venezuela. Eso mostraba que los medios habían logrado mediante su agenda consolidar una determinada imagen de Hugo Chávez, aunque prestasen menos atención a la carta magna europea. Quién sabe si, gracias al papel ejercido por la prensa, los españoles hubieran sido más proclives a votar en cualquiera de las muchas elecciones venezolanas recientes de lo que lo han hecho este mes en las europeas. PÚBLICO. 23-6-2009 Crónica. El País TRICHET INSTA AL GOBIERNO A ACTUAR CON RAPIDEZ EN LA REESTRUCTURACIÓN FINANCIERA Claudi Pérez En toda Europa, Gobiernos de izquierdas y de derechas han empleado cifras multimillonarias en los últimos meses para subvencionar un milagro: ni una sola entidad financiera se ha declarado en bancarrota en la eurozona en los casi dos años que van de crisis. El Ejecutivo español guarda una bala en la recámara desde octubre con ese mismo objetivo, un fondo para reestructurar el sistema financiero. Ese salvavidas para la banca en peligro está ya muy cerca de ver la luz, pero no acaba de salir. La solidez del sector no lo hacía necesario hace unos meses, aunque la marea ha subido mucho desde entonces y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), el francés Jean-Claude Trichet, lanzó ayer un recado en Madrid para evitar más demoras. Gran parte de la recuperación depende de que los bancos vuelvan a prestar, y para ello parte del sector debe reestructurarse. El Gobierno tiene ya reservado un dinero para eso y debe hacer todo lo necesario para actuar con la mayor rapidez", dijo en el Foro Nueva Economía, organizado por BBVA y The Wall Street Journal. La vicepresidenta Elena Salgado no apareció para recoger el guante, aunque el Gobierno estaba representado por la titular de Vivienda, Beatriz Corredor. "España se ha visto golpeada duramente por la crisis financiera desde la intensificación de las turbulencias el pasado otoño", remarcó. "La reestructuración es importante para conseguir un sector financiero más resistente a choques y tensiones", dijo. No fue el único jardín en el que se metió Trichet. Los bancos centrales están en el centro de todas las dianas desde hace meses, muy exigidos por la crisis más profunda de los últimos 80 años. Pero aun así la casta de los banqueros centrales no se amilana: el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, abrió hace unas semanas un debate sobre la necesidad de reformar el mercado laboral, que le ha granjeado numerosos ataques, incluso desde el Gobierno. Trichet cerró ayer filas con Fernández Ordóñez con un aviso duro y directo: "La situación requiere una reforma laboral y una moderación de los salarios". Ante un auditorio formado por empresarios y financieros, firmó un diagnóstico que no debió desagradar a los asistentes. Para Trichet, "el sistema de protección español es excesivamente oneroso para los empresarios; para lograr un mercado laboral más dinámico sería bueno eliminar esas rigideces". En plata: el BCE, como el Banco de España, aboga por abaratar el despido. "No quiero asustar a nadie", añadió, "pero esa idea de introducir más flexibilidad es buena". Ante los primeros -y aún débiles- signos de recuperación, el BCE aboga por un difícil equilibrio entre una respuesta "atrevida" para salir de la crisis, pero que a su vez los Gobiernos "mantengan los pies en el suelo". El eurobanco cree ahora que no hay "más margen para endeudarse" por el incremento galopante de los déficit públicos, alentados en los peores momentos de la crisis por instituciones como el FMI. "Hemos ido ya muy lejos y lo que deben hacer los Gobiernos es aplicar con eficiencia y rapidez lo que ya se ha aprobado. No digo que tengamos que corregir el tiro, pero tampoco hay que añadir nuevas medidas de apoyo", explicó. Trichet da pábulo así a los expertos que consideran que, al igual que en 2001, la salida de la crisis puede llegar a costa de hinchar una nueva burbuja. Esta vez, de deuda pública. El nuevo mensaje es un retorno a los viejos mantras de los bancos centrales, casi olvidados en estos dos años en los que la economía "ha navegado por aguas nunca vistas", relató Trichet. El BCE proclama una vuelta a la austeridad de las finanzas públicas para evitar sorpresas en forma de ataques especulativos contra los países que no vayan por ese camino. España ya ha puesto en marcha las primeras subidas de impuestos, pero el consenso, una vez más, brilla por su ausencia en la eurozona. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, replicó ayer a Trichet: "No llevaré adelante una política de austeridad porque eso siempre ha fallado. No incrementaré los impuestos porque eso aplazaría el final de la crisis". EL PAÍS. 23-6-2009