Camarón de la Isla se abrió paso en el flamenco más tradicional, más purista, al destacar ya desde sus inicios como el niño que cantaba como un viejo.
Se consolidó tras diez discos con Paco de Lucia. Y abrió una grieta al arriesgarse a fusionarlo con otros ritmos y cantarlo junto a instrumentos eléctricos, en la obra La leyenda del tiempo, lo que le costó recibir una lluvia de críticas, incluso de cantaores que él admiraba. Pero ya estaba hecho. En ninguno de sus discos posteriores renunció a esa inovacción. Y como él quería, el flamenco salió del tablao y pasó a ser escuchado también por el público joven.
Hoy son populares decenas de grupos pop o rock con aire flamenco. Seguramente Ketama ha sido el exponente máximo. Todo eso que explotó veinte años después tuvo su origen en un movimiento que cuajaba en Sevilla a finales de los años 70 y que culmina con la grabación de La leyenda del tiempo. Tomatito, el guitarrista impregnado por una tradición especialmente seria, de los gitanos de Almería, acompañó 20 años a Camarón, y fue quien más temores manifestó durante la grabación de aquel disco. Pero de qué forma esa grabación abrió el flamenco a la fusión con música moderna, lo desmuestra que años después Tomatito triunfó en un dúo con el pianista de jazz Michael Camilo. O recordemos que Jorge Pardo, saxonofista y flauta travesera en varios de los temas de Camarón, y también formado en el flamenco, fue elegido dos décadas después, mejor músico de jazz de Europa. Flamenco y jazz se encontraban.
Fusión, fusión
El flamenco es fusión desde su origen, pero llevaba casi un siglo inmóvil desde finales del siglo XIX cuando se populariza cantando en locales de las capitales (Sevilla, Madrid…). En los 50 y 60 del siglo pasado prende también entre los turistas. Cantaores, compañías de balile y guitarritas salen a tocar por Europa, hacen giras por América y llegan a Estados Unidos. Hasta entonces el empeño de mantener el flamenco como un estilo tradicional intocable era unánime. Algo imposible, impedir en la música la influencia de otros estilos, y contrario a la forma misma en que nace y se transmite el folclore.
Más allá de las raíces antiguas, de las tesis sobre el origen indostaní de la emigración gitana hasta España, y de posteriores enriquecimientos de su folclore con los ritmos árabes que trajo el gran músico Syrab a Andalucía, también en su ultima época se desarrolla en mezcla con otros cantes. Uno de los palos (estilos) del flamenco, las alegrías, tal como suenan hoy, toman forma en el primer cuarto del siglo XIX, basadas en las jotas que traen los aragoneses que llegan a Cádiz durante la Guerra de la Independencia de 1808. De esta convivencia de aragoneses y gaditanos, hermanados en una lucha contra del invasor común francés, salió un cante conocido como “jota de Cádiz“. También se integra el romance castellano, o incluso el baile y ritmo de Garrotin, con origen en Asturias: un arcaico baile de siembra que pasó por Cataluña para ser asimilado por gitanos catalanes, que lo llevan a Andalucía para acabar admitido como otro palo flamenco. Y no digamos ya la rumba: pura combinación de flamenco y ritmos caribeños, asentada en Cataluña y Andalucia, tras un viaje de ida y vuelta de la Península a América, y hoy bailada en cualquier rincón del Mundo.
Camarón hereda toda esa tradición y la estudia hasta conocer cada rincón del flamenco. Como reconoció en una entrevista, se pasó 20 años escuchando y aprendiendo de todo lo que se podía encontrar grabado de otros cantaores. Pero también sacó como conclusión que no debía ser algo inamovible, sobre lo que no se pudiera crear algo nuevo, frente al empeño de algunos críticos especializados que opinaban como guardianes de la esencia. Cuando aún muy joven se traslada a Madrid para abrirse camino ya se oyen comentarios de que perderá su pureza. El contesta: «la pureza no se puede perder nunca cuando uno la lleva dentro».
Trabajo y técnica
Una pureza que residía en la humildad del cantaor, en que si cantaba tristeza y dolor, era sincero porque lo había vivido y tenía la sensibilidad para ver mil motivos para el quejío. «Cuando otros cantaores recurrían a letras con temática social, la voz desgarrada de Camarón evocaba por sí sola la desolación de su pueblo» diría Paco de Lucía. Y si cantaba alegrías, igualmente sincero se tornaba contagioso. Como en el estibillo del popular tema de Pata Negra: Ay José, yo te canto Camarón, te canto pa que me cantes y me alegres el corazón. Una pureza interior que se reforzaba porque el flamenco se transmitía por tradición oral. Sin partituras, sin cátedra de conservatorio, ni músicos que contribuyeran a pasarlo al pentagrama (salvo la excepción del inmenso trabajo de Andrés Batista), el flamenco se extendía en núcleos familiares con tradición como guitarristas o bailaores. Aún hoy son reconocidas grandes sagas de artistas (los Amaya, los Habichuela…). Cuantan que Sabicas, un guitarrista Navarro de formación clásica y que se incorporó a tocar con una compañía flamenca, cuando preguntó dónde eran los ensayos, le respondieron – «¡Niño! ¿qué ensayos? Vienes el día de la actuación y punto». Se dirigió entonces a uno de los guitarristas más veteranos para que le explicara como funcionaba eso entonces y la contestación resume cómo se tocaba el flamenco: -«tú escuchas por dónde va el cante y haces lo necesario con la guitarra».
Frente a esta situación Camarón y Paco de Lucía, aún viniendo ambos de aprender al margen de los estudios musicales, harán cada uno una gran aportación, en parte una ruptura. Ambos se juntan en muy jóvenes y acabarán grabando diez discos. Paco de Lucía mostrará a Camarón el empeño en la búsqueda de la perfección, en el pulimento de la técnica, obsesión que le transmitió la férrea disciplina de trabajo de su padre. De Lucía coincide con Camaron en que la tradición flamenca no debe ser intocable. En palabras de Tomatito: Paco de Lucía puso orden en la guitarra flamenca, le añadió técnicas de clásica que le daba nuevos colores al sonido. La guitarra ya no sería sólo rasguear el acompañamiento. Camarón se quedó a su vez, con ese hábito de grabar y grabar sus temas hasta que la toma sonara como él quería, con una afinación y un ritmo cuadrados al milímetro. Un músico que grabó con él, lo definía como «una claqueta humana, si aislabas todos los intrumentos él mantenía el ritmo como un metrónomo». Por su parte Camarón aportó al Flamenco las nuevas letras. Manifestó públicamente que no le parecía bueno que el cante tuviera tantos ayes y tan pocos versos, y rompió la tendencia creando decenas de estrofas para los temas que grabó, abriéndose a cantar versos de nuevos autores, grabaría por ejemplo los tangos extremeños oídos a otros cantantes, incluído Ramón el portugués, así como obras del gran compositor Pepe de Lucía (hermano del guitarrista y creador entre otros temas de Como el agua), incluso cantó letras de poetas como veremos más adelante.
Cambiaba España
Corrían ya mediados de los 70, De Lucía y Camarón se habían consagrado entre los oyentes del flamenco; pero no eran aún un músicos populares. Viviendo en Madrid, José Monge pudo percibir de lleno los cambios que traía el fin de la dictadura y tenía un empeño: que los jóvenes también le escuchasen. En ese momento, en Sevilla, rodeada por las bases militares estadounidenses de Rota, Morón y San Pablo, los soldados norteamericanos habían traído los discos de Hendrix, Traffic, Janis Joplin…la psicodelia y el ácido LSD. La combinación es inmediata. Aparece en escena Smash, rock con aire flamenco. El cantante del grupo, Manuel Molina, amigo de juventud de Camarón y de formación también flamenca, haría después un dúo, Lole y Manuel, en cuyo segundo disco ya introduce de nuevo los instrumentos eléctricos. Este sonido atrae la atención de Camarón, quien le comenta a su productor Ricardo Pachón que le ronda hacer algo diferente.
Los elementos básicos estaban dados: un profundo conocimiento de los palos y temas tradicionales del flamenco, el convencimiento, refrendado por Paco de Lucía de que la música debe ser viva, que se deben introducir cambios, la capacidad de trabajo necesaria para que las ideas, la genialidad, el duende, no se quede en la improvisación de una tarde y se perfeccione hasta convertirse en nuevas canciones, y el empeño en hacer algo que acercara al flamenco a un público nuevo y a la juventud. Solo faltaba el atrevimiento, y para ello el empujón de Ricardo Pachón, a quien le sobraba, fue decisivo. Pachón ya había producido a Smash y a Pata Negra (que venía de ser rechazado por otras discográficas). Justo es recordar que Agustín Castellón, Sabicas, aquel navarro, el más clásico de los guitarristas flamencos, afincado en Nuev York, había empujado en esa dirección con su Encuentros con el rock editado ya en 1966 en Estados Unidos.
Concentración de descaro
Tras meses de trabajo, el productor, Ricardo Pachón (también arreglista de, por ejemplo, La Tarara) y auténtico catalizador de esta aventura, organiza una reunión de instrumentistas con raíces flamencas, que a simple vista parecían no casar, pero que de conjunto, y sobre la base de que cada uno dominaba su instrumento, eran una explosiva combinación de descaro, y talento. Así se trajo a Tomatito, un joven guitarrista, asustado inicalmente del lío en que estaba, y que manifiesta sus dudas a Camarón de hacia dónde iban; o Rafael y Raimundo Amador, que alternaba ya las cuerdas flamencas de nylon con el acero de su eléctrica para tocar lo que llamaba blues gitano. Allí estaba Paco de Lucía ensayando con un grupo de percusionistas brasileños que acabarían icorporados a la grabación final.. : el ya nombrado Jorge Pardo; Kiko Veneno que introdujo junto los los poemas de Lorca en las sesiones de esos días. De éste último es la idea original de la conocida Volando voy, y él mismo es el primero en cantar cómo podían sonar los versos de Lorca, para que Camarón luego los llevase a su terreno… Tradición, técnica, fusión y descaro cociéndose en aquel puchero… Y como bromeaban todos, hierba de condimento.
Durante la grabación la mezcla se amplía con las aportaciones de los músicos del grupo Alameda y ya están grabándose además de la base de palmas, guitarra de nylon, taconeos y el cante; bajo, batería, sitar, guitarra eléctrica, piano, viento, percusiones y sintetizador. La grabación dura un mes. Un hecho excepcional en la música. Por comparar, lo más habitual era y es grabar en sesiones de uno o unos pocos días Las ideas se superponen, se graban los ensayos para escuchar y corregir, hasta que sale producido La leyenda del tiempo.
El disco abre un nuevo camino al flamenco, y aunque inicalmente recoge un rechazo total, Pachón y Camarón son conscientes de lo hecho: «a los que no les ha gustado les digo que lo vuelvan a escuchar». El flamenco se popularizará, y se gana a la juventud como era su objetivo. Como refrendó otro músico: «han tocado lo que será el flamenco dentro de 20 años». Pronóstico que se ha cumplido.
Camarón se reencontrará con Paco de Lucía en el disco Como el agua. Es 1983 y Camarón se ha convertido en un fenómeno de masas. Luego seguiría su camino con Tomatito, y continuará cantando tanto temas más tradicionales como nuevas creaciones; pero la instrumentación eléctrica ya se queda y el bajista Carles Benavent se hace habitual. Publicará después los discos Calle Real, Viviré, Te lo dice Camarón, y Soy Gitano (1989). Graba una sesión con la Royal Philarmonic Orchestra, y su último disco Potro de rabia y Miel. En 1992, tras su muerte, y concedida al tiempo a Paco de Lucía, Camarón recibe la medalla de Oro de Bellas Artes.