150 ANIVERSARIO DE LA COMUNA DE PARÍ­S

TOMAR, DE VERDAD, EL CIELO POR ASALTO

"He aquí­ su verdadero secreto: la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma polí­tica al fin descubierta que permití­a realizar la emancipación económica del trabajo". (Marx)

La Comuna de Parí­s es el primer gobierno revolucionario de la historia, el primer ensayo, aunque breve y limitado, del poder proletario

En su heróica constitución y caí­da residirán las enseñanzas que prueban la justeza de las tesis marxistas frente al anarquismo y los socialismos utópicos. Tras la Comuna de Parí­s, el Socialismo Cientí­fico se hará dominante en el movimiento obrero, al ser el único capaz de dar conciencia y alternativa a las aspiraciones de acabar con la explotación capitalista.

Cuestión nacional, cuestión de clase

La guerra franco-prusiana (julio 1870) provoca la caída del imperio de Napoleón III y su propia detención por Bismarck. Las tropas prusianas invaden Francia y, ante los titubeos de la Cámara de diputados, la multitud encabezada por la clase obrera parisina fuerza, en setiembre de ese mismo año, la declaración de la República. En el Hotel de La Villa se forma entonces un gobierno provisional de Defensa Nacional, encabezada por representantes de la burguesía francesa como Favre, Thiers o el General Trochu, nombrado jefe de gobierno.

Lo que había en juego, sin embargo, no era sólo la cuestión de la defensa nacional. Como afirma Marx, “en la confusión provocada por la sorpresa, con los verdaderos jefes de la clase obrera encerrados todavía en las prisiones bonapartistas y los prusianos avanzando a toda marcha sobre París, la capital toleró que asumieran el Poder bajo la expresa condición de que su solo objetivo sería la defensa nacional. Ahora bien, París no podía ser defendido sin armar a su clase obrera, organizándola como una fuerza efectiva y adiestrando a sus hombres en la guerra misma. Pero París en armas era la revolución en armas. El triunfo de París sobre el agresor prusiano habría sido el triunfo del obrero francés sobre el capitalista francés y sus parásitos dentro del Estado. En este conflicto entre el deber nacional y el interés de clase, el Gobierno de Defensa Nacional no vaciló un instante en convertirse en un gobierno de traición nacional”. 

El nuevo gobierno inicia de inmediato las negociaciones para la capitulación, mientras las tropas prusianas empiezan el asedio a París. Era el 19 de septiembre. El pueblo parisino, armado en la Guardia Nacional, resiste. Cinco meses después, en enero de 1871, el Gobierno de Defensa Nacional firma un armisticio. La capitulación de París significa la entrega definitiva de toda Francia, una traición abierta.

Los comités de distrito, formados en septiembre de 1870, se constituyen en un auténtico contrapoder que rechaza la rendición y exigen elecciones municipales.

Guerra civil

“Esta capitulación inició la guerra civil, que ahora tenían que librar con la ayuda de Prusia, contra la República y contra París. Ya en los mismos términos de la capitulación estaba contenida la encerrona. En aquel momento, más de una tercera parte del territorio estaba en manos del enemigo; la capital se hallaba aislada de las provincias y todas las comunicaciones estaban desorganizadas. En estas circunstancias era imposible elegir una representación auténtica de Francia, a menos que se dispusiera de mucho tiempo para preparar las elecciones. He aqui por qué el pacto de capitulación estipulaba que habría de elegirse una Asamblea Nacional en el término de 8 días… esta Asamblea había de elegirse con el único objeto de votar la paz o la guerra, y para concluir en caso de necesidad un tratado de paz”.

Aprobar inmediatamente los preliminares de dicho tratado era la única condición impuesta por Bismark para que Prusia les permitiera iniciar la guerra contra la República y su baluarte, París.

Como resultado, las elecciones de febrero de 1871 llevan de nuevo al poder a una gran mayoría monárquica, que triunfa por sus promesas de paz. La nueva Asamblea, llamada “de los rurales” por tener una representación mayoritaria de terratenientes, nombra a Thiers como jefe de gobierno. La primera medida del gobierno de Thiers es suspender de sueldo a la Guardia Nacional y mandar tropas a París para tomar los cañones y ametralladoras de la Guardia Nacional, los mismos que los traidores habían abandonado en los barrios entregados a los prusianos.

El desarme de París es el primer paso para el desarme de la revolución puesta en marcha cinco meses antes con la proclamación de la III República.

La respuesta de la Guardia Nacional, que hace fracasar el plan y la negativa de los soldados regulares a cumplir la orden de disparar a la multitud desarmada, provocó que Thiers abandone París hacia Versalles. El aparato administrativo de la República queda desmantelado en París. Seguidamente, el 18 de marzo de 1871 una insurrección proletaria en París toma el poder, con el Comité Central de la Guardia Nacional como nuevo gobierno provisional que convoca inmediatamente elecciones a la Comuna.

Como afirma Marx, “»Las gentes del Orden», los reaccionarios de París, temblaron ante el triunfo del 18 de Marzo. Para ellos, era la señal del castigo popular, que por fin llegaba. Ante sus ojos se alzaron los espectros de las víctimas asesinadas por ellos desde las jornadas de junio de 1848 hasta el 22 de enero de 1871. Pero el pánico fue su único castigo. Hasta los sergents de ville, en vez de ser desarmados y encerrados, como procedía, tuvieron las puertas de París abiertas de par en par para huir a Versalles y ponerse a salvo. No sólo no se molestó a las gentes del Orden, sino que incluso se les permitió reunirse y apoderarse tranquilamente de más de un reducto en el mismo centro de París. Esta indulgencia del Comité Central, esta magnanimidad de los obreros armados que contrastaba tan abiertamente con los hábitos del «Partido del Orden», fue falsamente interpretada por éste como la simple manifestación de un sentimiento de debilidad”.

La Comuna

«Los proletarios de París — decía el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo –, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se han dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos . . . Han comprendido que es su deber imperioso y su derecho indiscutible hacerse dueños de sus propios destinos, tomando el Poder.»

La Comuna de París se erigirá, durante su 60 días de existencia, como gobierno revolucionario de Francia. En su breve tiempo de vida la Comuna tomó medidas revolucionarias, empezando por la disolución del ejército regular y su sustitución por el pueblo en armas, cierre de las casas de empeño, prohibición del trabajo nocturno, separación de la Iglesia y el Estado, enseñanza gratuita y obligatoria, apertura guarderías para las madres trabajadoras, pensión para las viudas, limitación de salarios para los funcionarios, entrega de las empresas abandonadas o paralizadas a las asociaciones de trabajadores…

Se trataba de un órgano de poder auténticamente democrático. “La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos distritos de la ciudad. Eran responsables y revocables en todo momento.

La mayoría de sus miembros eran, naturalmente, obreros o representantes reconocidos de la clase obrera. La Comuna no había de ser un organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo. En vez de continuar siendo un instrumento del Gobierno central, la policía fue despojada inmediatamente de sus atributos políticos y convertida en instrumento de la Comuna, responsable ante ella y revocable en todo momento. Lo mismo se hizo con los funcionarios de las demás ramas de la administración. Desde los miembros de la Comuna para abajo, todos los servidores públicos debían devengar salarios de obreros. Los intereses creados y los gastos de representación de los altos dignatarios del Estado desaparecieron con los altos dignatarios mismos. Los cargos públicos dejaron de ser propiedad privada de los testaferros del Gobierno central”.

La sola existencia de la Comuna implicaba, evidentemente, la autonomia municipal, pero ya no como contrapeso a un Poder estatal que ahora era superfluo. No se trataba tampoco de volver a las estructuras comunales previas a la revolución burguesa, sino de organizar la unidad del país devolviendo el estado a su organismo social.

Thiers inicia su segunda campaña sobre París a principios de abril. Los prisioneros son sometidos a torturas indecibles cuando no a la ejecución inmediata, todo tipo de atrocidades resaltan sobremanera sobre la indulgencia del nuevo gobierno revolucionario sobre los prisioneros del gobierno traidor. 

De nuevo, París es asediada, esta vez por el ejército de Thiers, formada por soldados liberados por Bismarck. Thiers bombardea la ciudad e inicia una represión sanguinaria contra la Comuna, financiada por un Banco Central cuya sede parisina fue religiosamente respetada por el gobierno revolucionario de la Comuna. El asalto final, el 21 de mayo, cuenta con el visto bueno de Bismarck, quien permite el paso de las tropas de Thiers, provenientes de Versalles, por una zona neutral.

Todos los rehenes fueron fusilados. Un baño de sangre de más de 30 mil muertos.

Marx ante la Comuna

Marx, inicialmente opuesto a la toma del poder de los obreros parisinos porque no había condiciones para su victoria, será el que después, poniéndose de su lado, sintetizará las enseñanzas de su heroicidad para armar al proletariado internacional con la nueva ciencia social, el Marxismo, y arrinconar las corrientes (anarquismo, socialismos utópicos) que llevan al fracaso la toma del poder.

¿Cuáles son esas enseñanzas? Fundamentalmente, la Comuna ha sometido al fuego de la práctica la tesis marxista de “la lucha de clases lleva necesariamente a la Dictadura del Proletariado”.

El no haber llevado consecuentemente esta tesis a la práctica, al estar la dirección, en lo principal, en manos de los socialistas utópicos y anarquistas, llevó a errores que se convirtieron, a la postre, en la caída de la Comuna a sangre y fuego.

1º. Marx resalta en sus conclusiones que “la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como existe, y servirse de ella para sus propios fines”.El proletariado debe destruir el Estado burgués y construir desde la raíz uno nuevo, de naturaleza distinta, destinado a dar los pasos necesarios para acabar con la sociedad de clases.El proletariado no puede, pues, llevar adelante sus objetivos históricos de acabar con la explotación sin derrocar el poder político de la burguesía, destruir su Estado y construir uno nuevo a su servicio: el Estado socialista de dictadura del proletariado. La dictadura del proletariado es un necesario y largo período de transición entre el capitalismo y el comunismo cuyo objetivo es, a la vez que se desarrolla la producción para crear condiciones de superabundancia, ir destruyendo progresivamente las relaciones de producción capitalistas, y las formas y prácticas ideológicas que se corresponden a ellas, sustituyéndolas por las nuevas relaciones de producción comunistas que permitan dar el paso a la nueva sociedad sin clases en que el mismo Estado no será ya necesario y se irá extinguiendo.

2º. Al igual que cualquier otro estado, el estado de Dictadura del Proletariado es también un instrumento de opresión. Frente a la visión burguesa, cominante y sumamente extendida, de que el estado es un ente por encima de las clases o un árbitro entre éstas, el Estado es un instrumento de dominación de una clase sobre otras. Es expresión del carácter irreconciliable de los antagonismos de clase y representa siempre una democracia para las clases dominantes y una dictadura para las clases explotadas y oprimidas.Para garantizar la más amplia democracia para la inmensa mayoría es necesario oprimir resueltamente al imperialismo y sus lacayos, que representan una ínfima minoría, para que no revoquen las conquistas revolucionarias.

“El Poder estatal centralizado, con sus órganos omnipresentes: el ejército permanente, la policía, la burocracia, el clero y la magistratura — órganos creados con arreglo a un plan de división sistemática y jerárquica del trabajo –, procede de los tiempos de la monarquía absoluta y sirvió a la naciente sociedad burguesa como un arma poderosa en sus luchas contra el feudalismo…. Al paso que los progresos de la moderna industria desarrollaban, ensanchaban y profundizaban el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo, el Poder estatal fue adquiriendo cada vez más el carácter de poder nacional del capital sobre el trabajo, de fuerza pública organizada para la esclavización social, de máquina del despotismo de clase. Después de cada revolución, que marca un paso adelante en la lucha de clases, se acusa con rasgos cada vez más destacados el carácter puramente represivo del Poder del Estado”.

Una de las causas, pues, de la caída de la Comuna de París fue el no haber implantado consecuentemente la dictadura revolucionaria del Proletariado. Por eso reprocha Marx a los revolucionarios franceses el no haber utilizado toda la violencia que precise y tomar todas las disposiciones despóticas necesarias para impedir que la contrarrevolución se organice y tome nuevamente el poder.

Estas medidas represivas fueron obviadas por la Comuna. Tanto en el momento, relatado unos renglones más arriba, en que el gobierno revolucionario no se apropia de las reservas del Banco Central; como cuando los soldados y espías del gobierno burgués de Thiers apresados en París son liberados y pueden volver al cuartel general de la reacción en Versalles. Medidas que permitieron sumar recursos y hombres para el asedio, bombardeo y asalto final de la Comuna.

“En su repugnancia a aceptar la guerra civil iniciada por el asalto con nocturnidad que Thiers realizó contra Montmartre, el Comté Central se hizo responable esta vez de un error decisivo: no marchar inmediatamente sobre Versalles, entonces completamene indefenso, acabando así con los manejos conspirativos de Theirs y de sus “rurales”. En vez de esto, volvió a permitirse que el partido del orden probase sus fuerzas en las urnas del 26 de marzo, día en que se celebraron las elecciones a la Comuna. Aquel día, en las alcaldías de París, los “hombres del orden “ cruzaron blandas palabras de conciliación con sus demasiado generosos vencedores, mientras en su interior hacían el voto solemne de exterminarlos en el momento oportuno”.

En tanto el marxismo se presenta como la única teoría revolucionaria que muestra al proletariado el camino de la victoria sobre sus explotadores, pasa a ser la línea dominante del movimiento obrero internacional. Las corrientes que, en lo fundamental, dirigieron la Comuna desaparecen definitivamente (socialismos utópicos) o quedan reducidas a corrientes minoritarias (anarquismo).