Habrá que esperar al final de la jornada, con la cifra de votos que Puigdemont puede presentar, para saber en que condiciones se juega la batalla política en una próxima semana que será decisiva.
El 1-O ha llegado. Toda la tensión acumulada ha estallado, evidenciando la extrema gravedad de la situación que enfrentamos.
En un gesto insólito, el govern de Puigdemont ha cambiado las reglas a mitad de la partida. Habilitando el “colegio universal”, que permite votar allí donde cada uno quiera, sin un control real del censo y con todas las mesas presididas por “voluntarios” procedentes del campo independentista.
El carácter de estafa antidemocrática del 1-O, en una votación que carece de las mínimas garantías y que pretende ser vinculante, se ha puesto de manifiesto.
¿Cual es el saldo pocas horas después de abrirse los primeros colegios electorales? Lo podríamos definir como un equilibrio inestable donde todos ganan y todos pierden.
El gobierno de Rajoy afirma “haber desbaratado el referéndum”, tras cerrar numerosos colegios y desactivar el soporte informático que permitiría controlar los resultados. Repitiendo que los resultados del 1-O carecen ya de toda legitimidad.
Pero a pesar de eso el govern de Puigdemont puede exhibir las imágenes de otros colegios donde sí se está votando, afirmando que “el referéndum se está celebrando y sus resultados deberán ser efectivos”.
La actuación de la policía nacional y la guardia civil al cerrar colegios y requisar urnas ha provocado ya 38 heridos.
Las imágenes de los heridos ya están siendo utilizadas por el govern de Puigdemont para denunciar “la represión del Estado” y llamar a votar en las horas que quedan hasta que cierren los colegios.
Todo está todavía por decidir. Más allá de la propaganda, lo que decidirá el saldo de 1-O son los hechos: el número de colegios que puedan seguir abiertos, la cantidad de votos totales…
Ante la respuesta del Estado, el independentismo ha ido rebajando el umbral de exigencia: empezó aspirando a tres millones de votos, lo rebajó a dos -menos que los contabilizados el 9-N-, y ayer declaraba que “un millón de votos ya sería un éxito”.
Todo dependerá de como acabe desarrollándose la jornada de hoy -todavía quedan varias horas donde todo puede suceder en un ambiente cada vez más tenso-, y cuál sea el nivel de participación en el referéndum que Puigdemont pueda exhibir.
El saldo del 1-O, que solo sabremos al finalizar el día, sentará las bases y las posiciones de cada uno ante una próxima semana que será decisiva en uno u otro sentido.
Permitiendo o cerrando la vía de una declaración unilateral de independencia, y estableciendo la fuerza de partida de cada uno en una posible negociación.