Fernando Valladares, biólogo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), experto en calentamiento global,
Entrevistamos a Fernando Valladares recién celebrada la cumbre sobre cambio climático convocada por Biden, donde han participado dirigentes políticos de más de 40 países, representantes de grandes grupos económicos y de algunos grupos de defensa del medio ambiente y lucha contra el cambio climático.
En la cumbre algunas intervenciones han hecho referencia al informe de la ONU que alerta de cómo el Cambio Climático no solo no se ha frenado en 2020 sino que ha batido récord de emisiones de efecto invernadero con un planeta bajo los efectos de la pandemia.
¿Cómo debemos ver la situación actual del cambio climático?, ¿estamos aún a tiempo de poder afrontar sus consecuencias o efectos más graves?
Realmente el cambio climático no se ha detenido por la pandemia, ha habido una pequeña reducción de emisiones que nos ponen en perspectiva los grandes esfuerzos que habría que hacer para poder ajustarnos al Convenio de París. Y sí estamos a tiempo, pero cuanto más nos retrasemos en la puesta en práctica de medidas significativas en la reducción de emisiones menos opciones están a nuestro alcance, más difícil va a ser que no rebasemos esos 1,5 grados y nos vayamos a ese límite de 2 grados que de ninguna forma deberíamos rebasar.
Hay varias amenazas y los ecologistas hacen bien en levantar las alarmas
Sí estamos a tiempo pero hay que acelerar, hay que ser más decididos.
El cambio climático ha entrado en los últimos años en una dinámica exponencial, esto quiere decir que cada vez en menos tiempo podemos observar más cambios, lo que antes tardaba una década ahora tarda dos años y dentro de poco tardará uno y luego tardará meses en subir la temperatura o aumentar la variabilidad climática… Después de tantas décadas de gases con efecto invernadero, no solo la atmósfera, también los océanos han almacenado mucho calor, aunque parezca que un grado es poca cosa ese 1,1 o 1,2 grados que hemos calentado respecto a la era preindustrial multiplicado por el volumen de los océanos o el volumen de la atmósfera es mucho calor almacenado y esto tiene una gran incidencia en el balance energético y por tanto en la violencia de muchos fenómenos.
¿Le ha sorprendido que algunas de las intervenciones en la cumbre, incluidas las de los presidentes de Rusia y el propio Biden hayan alabado el desarrollo de la energía nuclear, considerando la energía nuclear como una de las energías limpias?
Es importante que se haya dado este paso a nivel diplomático internacional para preparar la cumbre de Glasgow que se celebrará a final de año y no dejarlo todo para el final.
Respecto a la energía nuclear es un tema muy polémico y que en sí mismo merece una cumbre. La energía nuclear provee de una cantidad de energía asombrosa y el ser humano es un gran depredador de energía… Pero todos sabemos los dos grandes problemas que tiene: el riesgo de accidentes es muy bajo, pero no es cero; y los accidentes ocurren pocas veces pero cuando ocurren son gravísimos. Todos tenemos presentes los desastres de Chernobyl y Fukushima. Entonces la bajísima frecuencia de accidentes se compensa con la peligrosidad de los mismos.
Ese es uno de los grandes problemas de la energía nuclear; el otro son los residuos.
Hay todo un debate científico de cómo podemos asegurar que transferimos la información fiable durante 20.000 o 50.000 años a las generaciones futuras de dónde están almacenados los residuos radiactivos. Sería como cinco veces la distancia que hemos recorrido del neolítico hasta ahora. Y además nada asegura que los propios residuos están en un sitio geológicamente seguro a esa escala de tiempo, pues no es tan fácil encontrar sitios en la tierra que estén libres de seísmos o eventualidades que puedan ocurrir durante cinco veces el tiempo que ha transcurrido desde el neolítico hasta la actualidad.
Los dos ingredientes de una póliza de seguros son: frecuencia y daño, con qué frecuencia se pueden dar y la magnitud de los daños que habría que indemnizar. Aquí la frecuencia es baja pero los daños son incalculables. Y esas dos cosas y el legado de residuos tóxicos si lo pudiéramos poner como una póliza de seguros que tuviera que pagar la humanidad, no sé si tendríamos dinero o posibilidades de pagar esa póliza.
Creo que la energía nuclear no debería ser la opción. Y en todo caso solo después de haber agotado todo lo demás. Hay todo un desarrollo potencial con energías alternativas, con energías renovables, con una sociedad más consciente y una economía más circular… hay un montón de medidas sociales, económicas y tecnológicas que puestas en paralelo nos hacen pensar que podemos hacer frente al cambio climático.
La UE dice que los fondos europeos tienen que estar vinculados a la transición energética. ¿Existe el riesgo de que sean una oportunidad perdida, como critican diferentes organizaciones ecologistas, porque estén mediando intereses de grandes monopolios o de los Estados?
Hay varias amenazas y los ecologistas hacen bien en levantar las alarmas y que estemos todos vigilantes porque la inversión para reflotar la economía es tan grande que es una operación histórica. Todas las atenciones y las alarmas están muy justificadas.
Las alarmas las vería sobre todo en los grupos o sectores de actividad económica, comercial, industrial… del sector privado que tienen mucha influencia política… y que pueden imponer que se tomen decisiones que no sean las más sostenibles, las más deseables a nivel global, sino las más favorables para sus propios intereses, para sus propias actividades.
Hay un montón de medidas para hacer frente al cambio climático.
Empieza a haber bastante información científica sobre qué es lo que nos interesa: en este momento la transición sostenible, ecológica…, es lo único que nos asegura no ir de crisis en crisis hasta que al final tengamos un riesgo de colapso, al menos social grave, y probablemente un colapso ambiental.
También en el caso concreto de España hay una alarma, nuestro país tiene un exceso de regulación, un exceso de tramitación, de burocracia, una gobernanza y un estado de las autonomías con muchas carencias… mientras que lo que necesitamos es una inversión ágil, rápida, auditable, transparente y eficiente. Porque de lo contrario el dinero puede acabar gastándose “regular”, imponiéndose los intereses de grupos de poder, grupos de actividad del sector privado, que van a querer seguir haciendo las actividades que tradicionalmente han hecho y que les han permitido hacer caja.
Hemos oído hablar mucho del greenwashing, lavado de imagen, o de pintar las cosas de verde cuando en el fondo es solo una pequeña cosmética, lo estamos viendo cuando salen los números que demuestran que la economía no es tan circular, ni se recicla tanto como nos dicen. Esta alarma está muy justificada, hay que poner medidas porque hay mucho riesgo de seguir haciendo igual muchas de las cosas que nos han traído aquí.
A pesar de las evidencias científicas, ¿cómo se explican las oleadas de negacionismo climático?
Hoy mismo hemos sacado un video en el que analizamos las seis estrategias de lo que ahora cabe llamar inaccionistas o inactivistas, que engloban a los negacionistas. Los negacionistas en el sentido estricto están condenados casi a desaparecer porque la evidencia científica es tan grande que negar el cambio climático ya no es una opción, negar la huella humana en el cambio climático es cada vez más difícil.
Como analizamos en el video sus estrategias pasan por dividir a la gente, amplificar las dudas científicas o decir que todo esto es tan imposible de parar que no podemos hacer nada. Y detrás de estas estrategias hay grupos de empresas de sectores intensivos en carbono, petroleras, etc., que siguen financiando estudios muy poco científicos, informes con muy poca base científica para que les den un balón de oxígeno y seguir con su actividad cinco o diez años más, están negociando una especie de prórroga a base de sentar dudas sobre los impactos del cambio climático, dividir a la opinión pública, sembrar confusión… Incluso financian esos mecanismos automáticos en internet para generar bulos y noticias falsas desde los lugares más recónditos del planeta.
(*) Enlace al video. La guerra del clima, n.º 49
¿Qué le parece la Ley de Cambio Climático y Transición Energética que se acaba de aprobar en España?
La ley ha sido muy pequeñita, muy coja de ambiciones. Como decía en una columna “hay que aprender a quererla porque la necesitamos”, pero es muy corta. En Europa se está hablando de reducir las emisiones en un mínimo del 50% para el 2030 y España habla de un 23%, menos de la mitad, de lo que se está hablando a nivel europeo, incluso algunos países como Reino Unido, que ya están fuera de la UE, hablan de un 70%.
La Ley de Cambio Climático es muy corta pero la necesitamos
En 2023 tenemos la primera oportunidad de revisar la ley y habrá que aprovecharla mucho y bien para pasar del 23% al 50%, o sea más del doble, y concretar muchas cosas que la ley ha dejado un poco deslavazadas, por ejemplo el tema del transporte o el tema de residuos que se ha dejado para otras leyes, cuando esta ley tenía la función también de coordinar actividades tan importantes para el cambio climático como son las emisiones de gases con efecto invernadero.
Como decía al principio aún estamos a tiempo si actuamos con decisión. Hay varias líneas de esperanza. No hay una única gran solución, hay muchas soluciones. Tenemos tecnología y ciencia para hacer frente al desafío que no paran y encuentran soluciones.
El otro mensaje importante es que no solo hay limitaciones sino que se abren oportunidades Tenemos una ocasión de hacer historia de verdad y eso es un estímulo potente. De dar un giro importante de cómo relacionarnos con la naturaleza, de cómo explotar los recursos naturales y cómo impactar en el medio ambiente… Siempre se está a tiempo.