El escándalo de las mamografías en Andalucía

¡Todas somos andaluzas! ¡Con nuestra vida no se juega!

Estamos ante una sanidad pública andaluza deliberadamente atacada, recortada, degradada e infrafinanciada, donde el escándalo de las mamografías es la punta del iceberg.

Sentimos que no valemos nada”. Así se expresaba una de las “al menos” 2000 pacientes afectadas por el escándalo del cribado de cáncer de mama en Andalucía. Y no es para menos. Han experimentado la desprotección y el abandono de la administración cuando más lo necesitaban, en su mayor vulnerabilidad. Para algunas con un diagnóstico ya confirmado y más avanzado de lo debido. Para otras con la incertidumbre, citándolas varios meses después, de si lo pueden padecer o no.

.

Pero el alcance puede tener una magnitud muy superior. UGT denuncia que sólo en la provincia de Huelva hay unas 3000 mujeres pendientes de una mamografía, 2000 fuera de plazo. Han generado una angustia y sufrimientos innecesarios en mujeres con una enfermedad que, en sí misma, ya es angustiosa, y donde el tiempo es crucial.

Y ante el justo enfado e indignación de estas mujeres, la desvergonzada respuesta del gobierno andaluz ha sido en todo momento la de escurrir el bulto. Han llegado hasta el extremo de culpabilizar a las víctimas de “manipuladoras”. Pero no señores. No es que el protocolo no funcionara como afirman en su descaro. El protocolo sólo es una guía. No se avisó a las afectadas no por no causarles ansiedad, como ha llegado a decir el presidente Moreno.

Que no nos despisten. Eran conocedores del problema, al menos desde enero del 2024 y no lo han atajado. Y en su inacción han decidido por las mujeres. Han decidido que su cáncer avanzara. Así de crudo. Y por todo ello deben de responder y pagar hasta las últimas consecuencias.

Pero no nos engañemos. La calaña de estos señoritos andaluces, jugando con la vida de las personas como si fueran Dios, es fuerte, pero no es lo principal. Eso sólo muestra la negrura de su alma. La de un alma vendida a los intereses de los más poderosos.

Lo principal es que están saqueando y atacando la Sanidad Pública hasta su total degradación. El escándalo desatado sólo es su más dolorosa punta del iceberg. Un síntoma más de esa degradación consciente y constante por parte de estos señoritos. Les importa un carajo la vida y el sufrimiento de estas mujeres y de todo el pueblo trabajador. Porque, ¿quiénes son si no las mujeres afectadas? Mujeres trabajadoras. ¿Acaso por ello su vida vale menos que la de la consejera de Salud?

Su saqueo viene de largo. Las mareas blancas andaluzas llevan años denunciando el deterioro acumulado del Sistema Público Sanitario tras los recortes sufridos por la crisis del 2008.

Pedripol en Ctxt

Sólo en Andalucía manifiestan la pérdida de al menos 9000 profesionales. A ello suman la infrafinanciación estructural presupuestaria, la precarización y temporalidad creciente del personal sanitario, la disminución de recursos instrumentales y de actividades asistenciales. Los recortes nunca se han restaurado y la pandemia del covid agudizó más este problema. ¿Quién paga las consecuencias? El personal sanitario y la ciudadanía.

Sin embargo, lejos de hacer frente a estas carencias estructurales, el actual gobierno andaluz ha ido aumentando las partidas destinadas a conciertos con la sanidad privada un 38% entre 2018 y 2025. O adjudicando a dedo, contratos por millones de euros a grandes complejos hospitalarios privados como la Quirón. Para aliviar la lista de espera, dicen. Ya vemos como la alivian.

Desde el Sindicato de Enfermería, SATSE, denuncia la deriva de la Consejería de Salud hacia el desmantelamiento progresivo de la sanidad pública en Andalucía. Una desinversión en el sistema público y una consolidación del modelo de externalización asistencial. Entre el susto o la muerte, ¿a qué nos empujan? ¿A resguardarnos en unos seguros privados para garantizar una asistencia digna? Quien lo pueda pagar, claro. Es el tanto tienes tanto vives.

Vivimos bajo una tiranía. La tiranía del monopolio farmacéutico, por ejemplo, que impone precios abusivos. Sólo de la sanidad española perciben un sobrecoste de ocho mil millones de euros al año. ¡Ocho mil millones! Esto es, el equivalente a poder crear más de 150.000 puestos de trabajo en sanidad, un 25% del que cuenta actualmente. ¿Entonces? ¿Dónde está el problema?

Los recursos financieros están, pero ¿quién se lo queda? Ahí es donde estos desalmados, disfrazados de señoritos bien, hacen su trabajo. Son los vasallos en Andalucía de las grandes multinacionales farmacéuticas y los fondos de inversión especializados en la sanidad privada. Y a ellos rinden pleitesía. Son los títeres de esos acumuladores sin fin de ganancias ajenos a la vida. Y por todo ello sólo merecen nuestro desprecio.

Frente a ellos, defender y conquistar una sanidad pública y universal, de calidad y al servicio del pueblo es más urgente que nunca. Nos va la vida en ello y las mujeres andaluzas lo pueden constatar.