Ricardo Puchades, Psicólogo Clínico y Psicoanalista de la Sociedad Psicoanalítica Internacional y miembro de la Junta Directiva del Centro Psicoanalítico Valenciano. Puchades es también profesor del Máster de Arteterapia en la Facultad de Bellas Artes de Valencia y del Instituto de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.
¿Cuáles son los principales problemas psicológicos asociados a una situación de confinamiento prolongado?
Múltiples. ¿Cuál no es principal para el que lo sufre? Curiosamente la manera “oficial” de calificar la situación general como “estado de alarma” es muy coincidente con la denominación técnica cuando se refiere a una persona en particular. “Estado de alarma” es un estar alerta, una reacción de atención vigilante. La llamamos también “angustia señal”. Nos avisa de que hay peligro para nuestra integridad. Es la señal de que tenemos un problema. No es el problema mismo, pero se convierte en problema añadido cuando deriva en “angustia traumática”, desbordando los límites realistas de contención. Se produce pánico, parálisis o hipertrofia de defensas psicológicas y entonces el miedo, la preocupación, el gasto adecuado de atención y prudencia, cede el paso a la producción de síntomas, sentimientos de indefensión, impotencia y desvalimiento.
Lo cierto es que estamos viviendo una realidad traumática, potencial y en acto. El que sea prolongada e incierta la fecha de su terminación agrava la dificultad psicológica para hacerle frente. La capacidad de espera disminuida y la sobrevaloración de la inmediatez en solventar la frustración, tan propias de nuestra cultura de mercado, no nos favorecen precisamente.
Entonces, y contestando a tu pregunta, en la agresión a la estamos expuestos por causas externas, los principales problemas psicológicos son los derivados de la reacción inadecuada por su exceso o su defecto: pánico, desesperanza, negación de la realidad, bloqueo emocional, así como alteraciones provocadas por la presión psicológica continuada, el celebérrimo estrés, que se manifiesta en una pléyade de somatizaciones, en el mejor de los casos leves o “benignas”…
¿Tenéis una valoración o unos datos aproximados de cómo está afectando a la población?
Aún es pronto. Estamos intentando, que no siempre consiguiendo, atender las necesidades sanitarias primarias e inmediatas, pero sin duda los datos van quedando y tendrán tratamiento estadístico y epidemiológico pronto.
Es muy importante reconocer que el miedo, el sufrimiento, el dolor, la preocupación, el cansancio, los estados de duelo, la irritabilidad, la desorientación, la desmemoria y tantos otros sentimientos no deseados son, sin embargo, sanos y desde luego estadísticamente normales. También es comprensible un cierto aumento de procesos psicológicos defensivos, como la disociación operativa y la negación, que nos permiten disfrutar de cosas con la que está cayendo, o la “bella indiferencia” histérica o los controles obsesivos y fóbicos.
Al mismo tiempo es esperable una intensificación del espectro adictivo, propio del campo informático y televisivo, del alcohol, el tabaco, los tranquilizantes, y la cantidad de procedimientos autocalmantes (descarga física, deporte, etc.). Algunas somatizaciones “benignas” entrarían en este capítulo (alteraciones pasajeras del sueño, del tracto digestivo, del sistema muscular, la espalda, etc.). Es cuestión de dosis. Mucho de todo esto aparecerá tras la fase aguda en los próximos meses.
Dicho esto y entrando en el campo de la patología franca, los estados psicológicos que estamos atendiendo (al margen de las patologías habituales) pertenecen a los espacios ansiosos y depresivos predominantemente.
¿Cómo afecta a nivel psicológico esta situación a las personas pertenecientes a grupos de riesgo?
Los dos grupos de riesgo más señalados son el de las personas mayores y el del personal sanitario. En ambos casos, el trabajo rompedor del virus y el estado de alarma se ve facilitado por la fragilidad propia de la edad, en un caso, y a la oportunidad de una invasión frecuente y/o masiva, en el otro. Esto quiere decir que en ambos casos el riesgo de quiebra es mayor y, por tanto, también es mayor la intensidad de alarma, por lo que el agotamiento puede ser más rápido, a pesar de que unos dispongan de todo el tiempo para entretenerse y otros estén demasiado “entretenidos” todo el tiempo. En consecuencia, la necesidad de atención, de cuidado, de descanso estudiado, es mayor en ambos casos.
Los estudios epidemiológicos mostrarán en su momento que la pertenencia a clases socioeconómicas desiguales influye en la inmunodepresión
Pero no son los únicos grupos de riesgo. Los estudios epidemiológicos mostrarán en su momento que la pertenencia a clases socioeconómicas desiguales influye en la inmunodepresión, en la incidencia de la enfermedad y en la evolución favorable o desfavorable de la misma.
El Ministerio de Sanidad apoya la ayuda a profesionales sanitarios durante la crisis del coronavirus Covid-19. ¿Qué papel cumple esta ayuda?
Desde luego es un darse cuenta necesario. Las autoridades sanitarias son conscientes del esfuerzo, psíquico también, que “todo” el personal sanitario está llevando a cabo. Sanidad cuenta a nivel autonómico con psiquiatras y psicólogos capacitados para esa función. Lo que desconozco en detalle es el alcance de la ayuda en la práctica o incluso si, por el propio desbordamiento, el personal sanitario puede asumir la iniciativa de buscar ayuda. De hecho el Ministerio de Sanidad acepta la colaboración voluntaria y altruista de otras instituciones.
¿Qué líneas de actuación estáis llevando adelante el Centro Psicoanalítico Valenciano?
El Centro Psicoanalítico Valenciano ofreció la colaboración anónima y gratuita de sus miembros a nivel central a través de la Asociación Psicoanalítica de Madrid, que aglutina psicoanalistas de Madrid, del País Vasco y del País Valenciano principalmente. Tanto el Ministerio de Sanidad como Cruz Roja España están contando con nosotros para atender demandas de consulta, con preferencia por los usuarios pertenecientes a los dos grupos de riesgo más mencionados.
A nivel autonómico también han acogido nuestro ofrecimiento la Consellería de Sanidad, así como otras instituciones de la sociedad civil, ONGs , colegios profesionales…
Es muy importante reconocer que el miedo, el sufrimiento, el dolor, la preocupación, el cansancio, los estados de duelo, la irritabilidad, la desorientación, la desmemoria y tantos otros sentimientos no deseados son sanos y estadísticamente normales.
Nuestra prestación consiste en atender y asesorar, de forma anónima y gratuita, a usuarios sin restricción, aunque con preferencia por personas pertenecientes a grupos de riesgo. La asistencia es telemática y limitada a la fase aguda en que se encuentre el usuario.
Nuestra prestación consiste en atender y asesorar, de forma anónima y gratuita
Paralelamente, hemos establecido grupos de intercambio, seguimiento e investigación, también por vía telemática, con colegas españoles y de países de todo el mundo, a través de nuestra pertenencia a la Sociedad Psicoanalítica Internacional.
¿Qué dificultades valoras para afrontar una futura etapa de fin del confinamiento?
Efectivamente, la atenuación y fin eventual del confinamiento no significará el cese de las dificultades. Por una parte, se mantendrá el riesgo de adquisición de la enfermedad, así como las secuelas médicas y psicológicas de la misma. Por otra, las patologías habituales previas a esta crisis sanitaria pasarán a primer plano, agravadas por la atención limitada o desatención inevitables, de modo que la presión psicológica, la inseguridad y el riesgo, tal vez atenuado pero continuado, seguirán acumulándose y siendo efectivos. Sobre todo hay que tomar consciencia de que la crisis económica y de modo de vida que vaticinan todos los expertos, implicará un sufrimiento y un trabajo psíquico importantes. No podemos “bajar la guardia”, como se dice coloquialmente. Hay que seguir siendo diligentes y comprometidos en conseguir la mejor evolución posible.
¿Cómo podemos prepararnos para salir con la mayor fortaleza posible?
Es difícil considerar o visualizar “soluciones”,”preparaciones” individuales en las circunstancias actuales. La vida humana intentará inevitablemente seguir creciendo. Por desgracia también lo intentará su destructividad. Lo importante será que las organizaciones sociales favorezcan más y mejor lo primero que lo segundo, la solidaridad sobre la insolidaridad, la igualdad sobre la desigualdad en la facilitación de que cada cual desarrolle sus potencialidades, la libertad de pensamiento desde el respeto por la diferencia sobre el contagio fanático indiferenciador (pensamiento único)… Los profesionales de la salud vamos a seguir intentando, y eventualmente consiguiendo, mejorar nuestra aportación. A nivel de “consejos prácticos” me remitiría a las siguientes consignas: conocimiento, asociacionismo, hedonismo legítimo, libertad de pensamiento… están en la órbita de la creatividad mencionada antes y de la “fortaleza” posible