La crisis del coronavirus ya no es meramente sanitaria. Tiene toda una dimensión social, política y económica inesperada
Es necesario, antes que nada, no confundir alarma con alarmismo. Se trata de un virus que provoca un síndrome parecido a la gripe y de baja mortandad (2 o 3%) para la mayoría de la población, pero que entre determinados grupos de riesgo -edad avanzada, defensas bajas, enfermedades subyacentes, problemas coronarios o de coagulación- puede producir complicaciones que desemboquen en un resultado fatal.
El problema de este nuevo virus es su elevada capacidad de contagio, incluso cuando es asintomático. Si la actual propagación del COVID-19 no logra contenerse en el mundo, este nuevo agente patógeno pasaría a engrosar el catálogo de infecciones crónicas estacionales, con importantes repercusiones sanitarias, sociales, políticas y económicas en todo el mundo
Esta crisis pone de manifiesto la absoluta necesidad de defender y potenciar nuestro Sistema Público de Salud. La sanidad española es reconocida como una de las mejores del mundo. Un sistema nacional, universal, público y de calidad. Y que debemos luchar por que esté al servicio del pueblo.
Gracias a la robustez de nuestro sistema público de salud, nuestro país puede responder de forma coordinada a esta crisis sanitaria, y puede tomar resoluciones en el ámbito de la salud colectiva. Nuestros profesionales sanitarios -a raíz de crisis como la del ébola- se han venido preparando para contener y tratar virus como el COVID-19
La importancia de poner todos los medios humanos y financieros necesarios para que los organismos científicos públicos -CSIC, Universidades, instituciones de I+D+i- encuentren pronto tratamientos de combate y prevención -vacunas y antivirales- para el COVID-19.
Nuestro país cuenta con varios equipos que llevan años estudiando este tipo de virus, y que podrían hacer así una contribución comparativamente valiosa a la humanidad en la contención de esta amenaza a la salud pública mundial. Y no está de más recordar aquí la importancia de fortalecer la investigación básica: hasta las crisis de los anteriores coronavirus (MERS y SARS), este tipo de agentes infecciosos no eran especialmente importantes. Ha sido gracias a los años de investigación acumulada por lo que ahora estamos en condiciones de dar una respuesta (desde kits de detección a futuros fármacos) en el corto-medio plazo.