“Historias para no dormir” fue una serie mítica de la televisión en España. Impulsada por Chicho Ibáñez Serrador, se asomó a las pantallas en 1966, y nos ofreció hasta 1982, su última temporada, 29 historias que dejaron una huella en varias generaciones.
Revolucionaron la forma de narrar en televisión, y algunos cineastas, como Alex de la Iglesia o Enrique Urbizu, las reconocen como una de las influencias que marcaron su educación visual.
Y consiguieron aterrorizar, perturbar, inquietar, a millones de españoles.
Ahora, podemos disfrutar algo más que un remake de esta serie mítica. La podemos ver ya en Amazon Prime, y dentro de seis meses en RTVE.
Cuatro directores jóvenes nos ofrecen la radical actualidad de una de las series míticas de la televisión en España
La apuesta es sugestiva. Algunos de los mejores directores jóvenes actuales han cogido en sus manos episodios de la serie original y les han dado una “vuelta de tuerca”, ofreciéndonos su visión personal de cada uno de ellos.
Algunos de ellos han sido ya protagonistas en los Goya, como Rodrigo Sorogoyen, ganador de dos de los principales premios del cine español con “El Reino”, o que ya han acaparado varias nominaciones, como Rodrigo Cortés por “Buried” o Paula Ortiz por “La novia”. Otros han creado grandes éxitos internacionales, como Paco Plaza, que firmó “REC” junto a Jaume Balagueró.
¿Qué nos ofrece esta nueva versión de “Historias para no dormir”? ¿En qué se parece y en qué se diferencia del original?
Los miedos de ayer y de hoy
Chicho dividía los capítulos de su serie en las “historias para no dormir”, por un lado, y por otro las “historias para pensar”.
Las primeras solían visitar autores clásicos del terror, desde Poe a Henry James, y buscaban provocar el miedo, “uno de los sentimientos más primarios del ser humano”, según solía comentar Ibáñez Serrador.
Recurriendo a los motivos más clásicos del género, a los que Chicho añadía un humor negrísimo y una capacidad para crear atmósferas turbias e inquietantes.
Las segundas, aquellas destinadas a “pensar”, no incluían fenómenos extraordinarios, pero eran mucho más inquietantes. Creaban un mundo irreal pero cercano, donde ocurrían cosas impensables en una realidad que reconocíamos como cotidiana.
En plena dictadura, aquellas “historias para no dormir” eran mucho más que un divertimento. A través del terror, utilizado como una forma de burlar la censura, se dibujaba la realidad tétrica que el fascismo imponía, y se daba cuerpo a aquellos miedos reales, muy reales, pero que no podían denunciarse explícitamente.
¿Estas “historias para no dormir” han perdido su carácter de exorcismo colectivo? ¿Vivimos ya “en democracia” y los miedos y terrores que se cernían sobre nosotros a causa de la dictadura han desaparecido?
Las “historias de miedo” siguen siendo un afilado bisturí para sacar a la luz esa realidad que se intenta ocultar
En una parte importante sí, no hay duda de ello. Y hoy disfrutamos de unas libertades antes negadas. Pero en otro sentido, más profundo, perviven muchas de las cosas que ya nos inquietaban y perturbaban hace más de cincuenta años.
Por eso historias concebidas en la España de finales de los sesenta, nos siguen provocando escalofríos cuando nos las presentan en 2021.
Es el caso de “El asfalto”, una delirante historia donde literalmente la tierra se come a un hombre cualquiera, sin que nada pueda evitarlo, sin que nadie le ayude. Paula Ortiz elige como protagonista de esta tragedia, ambientada en una ciudad que podría ser en la que vivimos cualquiera de nosotros, a un “rider”, personificación de los nuevos sectores del pueblo trabajador avasallados por nuevas formas de explotación. Y entonces, la perturbadora historia de ayer adquiere una rotunda actualidad.
Cada uno de los cuatro episodios de la primera temporada de estas nuevas “historias para no dormir” nos inyectan el miedo bajo formas muy diferentes.
Paco Plaza convierte “Freddy” en un inquietante homenaje a Chicho, convertido en personaje de la historia. Retorciendo el clásico tema del muñeco asesino hasta, literalmente, instalarlo en nuestra cabeza.
Rodrigo Sorogoyen sitúa “El doble” en un deshumanizado futuro, donde los individuos pueden “fabricarse” para disponer a voluntad de ellos.
Hasta llegar a “La broma”, de Rodrigo Cortés, la más cáustica, la más demoledora de estas nuevas historias. Servida por tres espléndidos actores, Eduard Fernández, Raúl Arévalo y Nathalie Poza, que conforman un trío macabro embarcado en la autodestrucción mutua. Donde las diferencias y tensiones de clase, junto a la necesidad de destruir al contrario para triunfar, se convierten en los motivos que desencadenan el conflicto.
Cada una de las cuatro historias puede verse y disfrutarse por separado. Pero juntas forman un tríptico inquietante, que nos engancha y nos deja ganas de más. Confirmando que, también en 2021, las “historias de miedo” siguen siendo un afilado bisturí para sacar a la luz esa parte de la realidad que normalmente se intenta ocultar.