Los movimientos detrás del intento de investidura de Feijóo

¿Terremoto en la derecha?

Desde el 23-J se han dado tres movimientos de fondo en el campo de la derecha a los que conviene estar muy atentos. ¿Es la dimisión de Espinosa de los Monteros la primera salva de una operación de deshinchado de Vox? ¿Qué calado y recorrido tienen los ofrecimientos del PP a PNV y la apertura de diálogo con Junts?

Algunos sectores de la izquierda consideran que la designación de Feijóo como candidato en la primera sesión de investidura es solamente un truco, un ejemplo de “política fake” que no conducirá a nada.

Convendría no despreciar los movimientos de fondo que ya se están produciendo en el campo de la derecha. Más allá de las pocas posibilidades de éxito de la investidura a la que Feijóo se presentará a finales de septiembre, buscan crear las condiciones para que el PP se fortalezca como alternativa de gobierno.

Los intentos por jibarizar a Vox, o las insólitas ofertas de pacto de Feijóo a PNV y Junts, impensables hace pocos meses, apuntan en esta dirección.

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Cuando la extrema derecha es un estorbo… para los centros de poder

Delenda est Vox

“Matar a Vox es la nueva consigna”. Así titulaba Enric Juliana una de sus habituales columnas en La Vanguardia. En ellas anunciaba que muchos centros de poder en Madrid “están convencidos de que el partido de la extrema derecha se ha convertido en un estorbo que conviene eliminar lo antes posible para favorecer la concentración de voto en el PP”.

Los resultados del 23-J evidenciaron que Vox se ha convertido en un factor tóxico. La extrema derecha perdió más de 600.000 votos y 20 de los 52 diputados que tenía. Pero más allá de esta hecatombe, la posibilidad de que Abascal se convirtiera en vicepresidente movilizó a sectores de la izquierda que en las autonómicas de mayo se habían abstenido.

Iván Espinosa de los Monteros, un cuadro con especiales conexiones con la oligarquía y los centros de poder norteamericanos, dimitió en agosto

Para los centros de poder que buscan consolidar una alternativa de gobierno por la derecha, nucleada en torno al PP, y que cierre el bipartidismo, Vox no solo ya no suma sino que resta y mucho.

El PP no puede gobernar sin Vox, como ha quedado demostrado en numerosas comunidades y ayuntamientos. Pero la sola presencia de la extrema derecha en la ecuación impide cualquier acuerdo con otras fuerzas, alejando la perspectiva de que el PP pueda articular una mayoría de gobierno.

Ya se están dando pasos adelante para solucionar este problema.

En pleno mes de agosto, el que había sido portavoz de Vox en el Congreso, y una de las caras más conocidas de la ultraderecha, Espinosa de los Monteros, anunciaba su dimisión. Alegaba “motivos personales”, pero casi todos han visto en su salida causas políticas.

Según Juliana, Espinosa de los Monteros era “el oficial de enlace de Vox con la gran empresa”. Efectivamente, sus vínculos con los grandes nódulos del poder económico en España son estrechos. Es hijo de Carlos Espinosa de los Monteros, marqués de Valtierra, director de Iberia y la Marca España, así como presidente de Mercedez Benz España o vicepresidente del INI. Y mantiene también fuertes vínculos con el gran capital norteamericano.

El sonoro portazo de Espinosa de los Monteros evidencia que importantes centros de poder internacionales y nacionales han decidido prescindir de Vox, o cuanto menos jibarizarlo hasta conducirlo a una posición marginal.

Para los centros de poder que buscan consolidar una alternativa de gobierno por la derecha, nucleada en torno al PP, y que cierre el bipartidismo, Vox no sólo ya no suma, sino que resta… y mucho.

Estos días hemos visto como, de forma sorprendente, el PP decidía no conceder a Vox un puesto en la Mesa del Congreso -algo que sí hizo hace cuatro años-.

“Matar a Vox es la nueva consigna”. Así titulaba Enric Juliana una de sus habituales columnas en La Vanguardia.

¿Sucederá con Vox lo mismo que le ha pasado a Ciudadanos, un partido que ha sido dinamitado para que el PP pueda crecer con sus votos?

No conocemos todavía el final de esta historia. Pero sí sabemos que las mismas fuerzas que crearon a Vox y alentaron su crecimiento ahora buscan precipitar su caída.

Los grandes centros de poder internacionales y nacionales necesitan disponer de un bipartidismo engrasado. Y eso exige que junto a una alternativa de gobierno “de izquierda” -bajo su control- nucleada en torno al PSOE- exista otra “de derechas” encabezada por el PP con posibilidades reales de llegar a la Moncloa.

Y en este camino Vox ha pasado de ser muleta a un fardo pesado del que hay que desprenderse.

Para fortalecer al PP como alternativa de gobierno es necesario acabar con Vox

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El PP busca acercarse al PNV… y a Junts

¿Lo impensable?

En la ronda de conversaciones para intentar alcanzar una mayoría en la investidura, el PP “hablará con todos”, se reunirá con todas fuerzas presentes en el Congreso excepto con Bildu. Esto significa que Feijóo hablará con el PNV… y con el partido de Puigdemont.

“[Junts] es un grupo parlamentario que, al igual que ERC, más allá de las acciones que cuatro personas, cinco, diez, llevaran a cabo, representa a un partido cuya tradición y legalidad no está en duda”, afirmaba el vicesecretario de Institucional del PP, Esteban González Pons

La veda la abrió Esteban González Pons, uno de los pesos pesados del PP, vicepresidente del partido popular europeo y aupado por Feijóo a una de las vicepresidencias orgánicas del partido en España. Cuando ya había sido designado Feijóo como candidato a la investidura, Pons declaró que “Junts es un grupo parlamentario que, al igual que ERC, más allá de las acciones que cuatro personas, cinco, diez, llevaran a cabo, representa a un partido cuya tradición y legalidad no está en duda”.

Los que pocos días antes eran calificados de “golpistas” ahora son cortejados por el PP, buscando su apoyo.

Y el PP también lanza las redes sobre el PNV, buscando que el partido de Urkullu vote a favor de su investidura o al menos se abstenga. Ofreciéndoles como contrapartida -además de más inversión en Euskadi y traspasos de competencias- formar un gobierno en el que, a diferencia de lo ocurrido en muchas autonomías, Vox no tenga ninguna cartera.

Se busca que, tras reducir a Vox a la irrelevancia, el PP pueda llegar a acuerdos con la derecha vasca y catalana, con el PNV y Junts

Ya empiezan a aparecer voces en el PNV dispuestas a ello. José Alberto Pradera, ex diputado general de Bizkaia por el PNV, ha declarado que “el PNV debe abstenerse en la investidura del Feijóo porque Vox ya no está en la ecuación”. Afirmando “preferir un gobierno del PP en solitario que uno del PSOE con Sumar”.

Las razones que permiten imaginar un acuerdo entre el PP y Junts o el PNV -que antes del 23-J era impensable- las ofrece el propio Feijóo. El líder del PP afirma que se reunirán con el partido de Puigdemont para “escuchar sus reivindicaciones” y ofrecerles un acuerdo “dentro de la Constitución”. Argumentando que “el PP no es el rival político e ideológico de Junts”, que es además “desde el punto de vista económico un partido de centroderecha”.

Efectivamente, el PNV y Junts, son, como el PP, de derechas, muy de derechas. Y tienen práctica en apoyar al PP en Madrid. Lo hicieron durante la primera legislatura de Aznar. Y más recientemente, el PNV llegó a un acuerdo con Rajoy en 2018 -cuando ya se había aplicado el 155 en Cataluña-. Y en 2011 Artur Mas aprobó los presupuestos catalanes con el apoyo del PP.

Las posibilidades de Feijóo para sacar adelante la investidura a la que se someterá a finales de septiembre son escasas. Pero está sirviendo para que emerjan movimientos de fondo que están sacudiendo el campo de la derecha.

Feijóo argumenta que “desde el punto de vista económico Junts es un partido de centro derecha”. Efectivamente, el PNV y Junts son -como el PP- muy de derechas, y esa es la base que permitiría un acuerdo.

Donde aparece la posibilidad de que, tras reducir a Vox a la irrelevancia, el PP pueda llegar a acuerdos con la derecha vasca y catalana, es decir con el PNV y Junts. Toda vez que el tiempo de los desafíos independentistas ha pasado. Aunque reivindique más autonomía y mayores competencias, el PNV no va a volver al desafío frontal que supuso el “plan Ibarretxe”. Y Cataluña vive un momento “postprocés” donde todos, también Junts, saben que no será posible un nuevo 1-O.

La gran burguesía catalana intenta aportar su “grano de arena” para que esta operación sea posible. Altos representantes de Foment del Treball Nacional -la histórica patronal catalana- se han reunido con Puigdemont para intentar conducirle hacia “el pragmatismo”. A cambio de abandonar por completo los sueños procesistas, Junts ganaría influencia, pudiendo pactar tanto con el PP como con el PSOE.