Brasil

Temer en su ratonera

¿Estamos ante la voladura «controlada» de un Temer extremadamente impopular para sustituirlo por otra figura “renovada” y carismática ante la cercanía de las elecciones presidenciales de 2018?

Las investigación de las tramas de corrupción contra el actual presidente, Michel Temer -que precisamente ocupa el Palacio de Planalto tras el juicio político que desalojó fraudulentamente y sin pruebas a la legítima presidenta, Dilma Rousseff- ha cruzado el Rubicón. La Fiscalía ha denunciado formalmente al presidente interino por «corrupción pasiva», y aunque si el caso sigue adelante, todavñia deberá pasar por la Corte Suprema y por el Parlamento antes de producir una eventual destitución de Temer, ya no es descartable. La implicación en el caso de los mismos aparatos del Estado que decidieron la defenestración de Rousseff o que persiguen implacablemente a Lula, da que pensar. ¿Estamos ante la voladura «controlada» de un extremadamente impopular presidente para entregar el cargo a una figura política más potable para la opinión pública ante la cercanía de las elecciones presidenciales de 2018?

La acusación de corrupción contra Temer -ya formalizada por la Fiscalía- complica la ya compleja situación de un mandatario que -tras un año en que ha acometido los más draconianos ataques contra las condiciones de vida y trabajo de las clases populares en Brasil- tiene un índice de popularidad que ralla lo patético. La aprobación de su gobierno no llega al 7% y el 76% piden su renuncia inmediata, mientras que el expresidente Lula -que se presentará a las elecciones en 2018 por el Partido de los Trabajadores (PT)- no para de subir en las encuestas.

Temer no se enfrenta a un impeachment o juicio político, sino a una acusación formal por delitos de tipo penal. Es la primera vez que se acusa en Brasil a un mandatario en el cargo por delitos de este tipo. Se le acusa de «corrupción pasiva»: según las investigaciones policiales, Temer habría recibido «ventajas ilícitas» del grupo empresarial JBS, que supuestamente negociaba su antiguo asesor Rodrigo Rocha Loures, hoy en la cárcel. Las confesiones de varios directivos de JBS han acusado a Temer de recibir sobornos desde 2010, y han aportado una grabación muy comprometedora de marzo pasado -es decir, con Temer como presidente- en las que el político escucha en silencio y hasta consiente unas maniobras irregulares que el dueño de JBS, Joesley Batista, dice que realiza en favor de su grupo tanto con autoridades del Gobierno como con representantes del poder judicial. La Policía Federal acusa al presidente brasileño de incurrir «vigorosamente» en prácticas corruptas, así como de “obstaculizar investigaciones” y “dejar de comunicar a las autoridades” las maniobras corruptas de las que tuvo conocimiento.

El primer análisis de la denuncia será hecho por el juez instructor del caso en la Corte Suprema, quien decidirá luego si la remite a la Cámara de Diputados, que tendrá la última palabra sobre el asunto por normas constitucionales, según las cuales Temer será suspendido de sus funciones por 180 días si fuera aceptada. Esta cámara -que tan hostil fue ante las infundadas acusaciones de corrupción contra Rousseff, pero donde el partido oficialista el PMDB, tiene sólidas alianzas- debería decidir por mayoría de dos tercios del pleno suspender a Temer de sus funciones. ¿Es pensable que pueda pasar esto?

Si la investigación sigue adelante y las pruebas audiovisuales se airean ante la opinión pública, la precaria situación de un Temer que ya huele a cadáver político puede acabar obligando a su marcha. Ante las recientes -y masivas- huelgas generales y movilizaciones en su contra, el presidente siempre ha contestado arrogantemente “no me voy a ir”. Pero ahora es diferente: el presidente del Senado, Renán Calheiros, tambien del PMDB, y el expresidente Henrique Cardoso (PSDB) y aliado del gobierno ya han pedido su renuncia. Los mismos aparatos de Estado -la Fiscalía y la Policía Federal- que han servido -y siguen sirviendo- de arietes contra el PT, contra Dilma y Lula, son los que ahora usan munición pesada contra Temer.

¿Estamos ante una reconducción en Brasil para forzar la marcha de un Temer que -aunque ha cumplido un brillante papel imponiendo salvajes e impopulares reformas políticas, en beneficio de la oligarquia brasileña y del gran capital extranjero, en especial de Wall Street- ya ha sido “amortizado” y no es útil… para sustituirlo por otra figura “renovada” y carismática capaz de disputar a Lula la carrera a la presidencia en 2018?.