SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Susana, la nueva estrella

Hubo presidentes madrileños, gallegos, pocos castellanos y muchos andaluces. El acento andaluz, según Ortega, hegemónico en España desde Cánovas y Silvela, siguió con Felipe González y ahora insiste con Susana Díaz, la nueva estrella de la política en un cielo cubierto de cadáveres estelares.

A la presidenta del Gobierno andaluz se le queda pequeño el emirato y piensa mucho en Madrid, adonde viene, va, llama e intriga. Nadie sabe si quiere gobernar Andalucía, España o los dos reinos, lo cual es posible dado el vacío de poder y su gran talento para ocupar las oquedades. En la película de suspense del partido socialista interpreta el papel de Cleopatra, y Pedro Sánchez, el de Ptolomeo, su hermano que fue rey. Ella niega esa ambición y Pedro Sánchez también, pero la bicefalia del poder socialista es visible y faraónica. Pedro Sánchez está siempre haciendo primarias o preprimarias, tiene una posición ganada legítimamente, pero no acaba de hacerse con los mandos, no sé si por enredos internos o porque no da más de sí.

Susana Díaz, de Triana, en la cercanía es peligrosa, envuelve, domina la política de las emociones, es la demagogia con gracia, capaz de besar uno a uno a quienes la escuchan; enredadera, seductora, con habilidad para salir de los líos. Topó con la Iglesia a la que acusó de haberse apoderado de la Mezquita, el Cabildo de la Catedral de Córdoba le contestó que la Iglesia es propietaria de ese templo desde el siglo XIII y ella, enseguida, cambió la palabra sin cambiar la sonrisa; dijo que nunca ha dudado que la gestión del cabildo era excelente.

Sus enemigos dicen que es hipócrita y más falsa que un duro de madera y Susana aguanta bien las críticas, y confirma la idea de que el mundo sería inhabitable e insoportable si no existiera la hipocresía. En el oficio de gobernar la hipocresía se soporta mal, aunque la política no es sino el arte refinado de la hipocresía. Lo confirma el éxito de la presidenta de un gobierno de izquierdas, que según las encuestas ganará las elecciones a pesar del paro y la corrupción que heredó de sus padrinos.

La describen como el perfecto animal político, con aura. Lo confirmó en la arena del plató la semana pasada en la La Sexta noche, rodeada de cocodrilos. Ante las acusaciones de que pertenece a la casta dijo, sin perder la sonrisa, que se siente orgullosa de pertenecer a la casta de los fontaneros. Como los políticos que gustan e hipnotizan habló mucho y apenas dijo nada, en ese arte tiene verdaderos maestros, pero convence, domina el escenario, con su empaque de maja, flamenca o cigarrera. Reconocen su mucho ángel, su mucha labia, su embrujo, pero también su siniestra condición de apparatchik implacable, su poca preparación.

Para presentarse en Madrid ha de triunfar primero en Sevilla, después de un fracaso de Ptolomeo en las municipales y autonómicas. «Puede arrasar en Andalucía, pero en cuanto cruce Despeñaperros se la comen», me dice un periodista experto en los líos del PSOE.