Rajoy pacta con sindicatos y patronal un incremento del SMI de hasta 850 euros en 2020. Lo que necesitamos es una auténtica redistribución salarial, que acabe con una realidad donde la mitad de los trabajadores cobra menos de 1.000 euros y los bajos salarios se disparan fruto de la temporalidad de los nuevos empleos.
Rajoy ha firmado con los dos sindicatos mayoritarios -CCOO y UGT- y las patronales CEOE y CEPYME una subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que se añade a la pactada con el PSOE el pasado año.
El SMI, que hoy se sitúa en 707 euros, subiría progresivamente un 4% en 2018, un 5% en 2019 y un 10% en 2020. Hasta situarse al finalizar este ciclo en 850 euros.
Toda subida salarial es una buena noticia. Se beneficiarán directamente de ella 530.000 trabajadores cuyos salarios están fijados por el SMI. Y, según los secretarios generales de CCOO y UGT, confían en que “tenga incidencia en la negociación colectiva de los salarios más bajos”.
Consciente de su debilidad, el gobierno de Rajoy está obligado a ofrecer contraprestaciones -como estas, aunque mínimas, subidas salariales- que desde luego no forman parte de su programa.
Sin embargo, esta subida del SMI ahora firmada tiene trampa y es totalmente insuficiente.
La trampa es que se condiciona a que la economía crezca por encima del 2,5%, y a que se creen cada año 450.000 nuevos empleos.
En el último plan presupuestario enviado a Bruselas, el gobierno de Rajoy redujo sus previsiones de crecimiento para el próximo año al 2,3%. Mientras para el Banco de España España crecerá al 2,4% y para la Comisión Europea al 2,1%.
Es decir, todas las previsiones anunciadas convertirán esta subida del SMI en papel mojado que no se aplicará el próximo año.
Además, en el mejor de los casos, esta sería, caso de poder aplicarse, una subida totalmente insuficiente.
Con 850 euros, el SMI español seguiría estando en 2020 bastante por debajo de la media de la UE, fijada hoy en 998 euros, a pesar de que España es la cuarta economia por volumen de PIB de la zona euro.
Seguiría sin cumplirse lo que todos los organismos internacionales fijan como un mínimo: que el salario mínimo sea cuanto menos el 60% del salario medio. Hoy en España apenas llega al 40%.
La subida del SMI anunciada por Rajoy beneficiaría a 530.000 trabajadores… que solo suponen el 2,7% del total. Y dejaría fuera a 2,4 millones de trabajadores temporales que seguirían cobrando menos que el salario mínimo.
Además, la reforma laboral seguiría ofreciendo mecanismos para bajar salarios, y se mantendrían abiertas las vías -“falsos autónomos”, horas extraordinarias…- que permiten en los hechos pagar salarios por debajo del SMI.
Rajoy presume de haber creado medio millón de empleos esta legislatura. Pero el sueldo medio bajó el año pasado un 0,8%, a pesar de que el empleo había aumentado un 2,6%.
Se crean nuevos empleos temporales y precarios, con salarios cada vez más bajos y condiciones laborales más precarias.
En estas condiciones, cualquier subida del SMI queda poco menos que en papel mojado.
Es necesario un cambio en el modelo productivo, reindustrializando el país, que cree empleo fijo y de calidad.
Lo que necesitamos en España es una auténtica redistribución salarial, donde ningún salario pueda estar por debajo de 1.000 euros mensuales.
Hoy casi la mitad de los trabajadores españoles -un 47%- ni siquiera son mileuristas, y casi un tercio -un 30%- cobran menos de 800 euros mensuales.
Mientras que solo 136.502 altos directivos ganan más que los 5,7 millones de trabajadores con los sueldos más bajos.
¡Claro que hay suficiente dinero para subir todos los salarios a un mínimo de 1.000 euros! ¡El problema es quién se queda ese dinero!