Año Sorolla

Sorolla: el lenguaje de la luz

La pintura de Sorolla nos enfrenta a una experiencia visual de una intensidad y emoción poco común, devolviéndonos una realidad que casi puede tocarse y olerse.

“Pintar y amarte, eso es todo. ¿Te parece poco?”. Esta frase, dirigida a su mujer Clotilde en una de sus cartas, explica toda la obra pictórica de Sorolla.

En ella se expresa una pasión por la pintura que solo puede equipararse al amor, sentimental y físico, a las emociones más intensas.

En otra de sus cartas a Clotilde, Sorolla confiesa estar “hambriento” por pintar, ávido de captar la realidad como si fuera una necesidad vital. O expresa su fascinación ante la realidad vivida: “¡el agua era de un azul tan fino! Y la vibración de la luz era una locura”.

Sólo desde esta pasión, casi enfermiza, por la realidad, y desde la intensidad de su mirada, puede entenderse la pintura de Sorolla.

Que se ha ganado un puesto de privilegio frente a toneladas de prejuicios, que hace no demasiados años la calificaban de conservadora y negaban su valor.

Ha acabado imponiéndose la pintura, como siempre sucede, la emoción que cualquier observador, tenga o no conocimientos artísticos, siente cuando está delante de un cuadro de Sorolla.

“Después del baño”, de Joaquín Sorolla.

El escritor Manuel Vicent, que comparte con el pintor una mediterraneidad rotunda y sensual, afirma que “para visitar una exposición de Sorolla hay que llevar bañador y toalla”. Ante un cuadro de Sorolla no contemplas el mar, puedes tocarlo, oler su peculiar aroma, empaparte su sabor salado, escuchar el rumor del oleaje. Es una experiencia visual, una emoción poderosa, que Vicent califica como “la sensación de una felicidad inasequible”.

Sorolla venera la luz porque es ella quien conforma la realidad, la que le otorga sus formas, su cuerpo. Es una luz rotunda, nada etérea, que se presenta bajo la forma de una explosión, que casi podemos ver, porque adquiere una forma material, y se convierte en un personaje del cuadro que Sorolla señala para que nos impacte su presencia.

Una luz que el pintor busca en todas sus formas y matices, desde la bofetada directa de luminosidad en la playa a una luminosidad filtrada por velos o cañizos, que adquiere otras tonalidades.

Una pintura donde Sorolla consigue también el milagro de captar un instante en toda su plenitud pero al mismo tiempo expresar el movimiento de la realidad. En los pasos de unas muchachas sobre la arena, en las gasas o vestidos esparcidos por el viento, en las velas de los barcos desplegándose. Una obsesión por el movimiento muy presente en la pintura del siglo XX, y que la emparenta con lo mejor de la fotografía o el cine.

Sólo desde la pasión por la realidad y la intensidad de su mirada, puede entenderse la pintura de Sorolla

Los otros Sorollas

Autorretrato de Joaquín Sorolla.

La sensualidad del Mediterráneo, la intensidad de la luz o la explosión del color son aspectos fundamentales en la pintura de Sorolla.

Pero existen otros Sorollas, muy diferentes, e igualmente valiosos, que demasiadas veces son olvidados o ninguneados.

Está el Sorolla al que Antonio López califica como uno de los mejores retratistas del mundo, al que equipara con Goya en su capacidad para captar la psicología de la persona pintada. Lo contemplamos en “Mi familia”, donde Sorolla irrumpe en el cuadro desde fuera pero dentro de la obra, como Velázquez en “Las meninas”. O en el retrato de Manuel Bartolomé Cossío, pintado con la austera dignidad de un caballero de El Greco.

Está el Sorolla de imágenes costumbristas, pero también el pintor social de “Trata de blancas”, denunciando a quienes se lucran de la prostitución, o retratando en “¡¡Otra Margarita!!” a una joven detenida por practicar un aborto.

Está el Sorolla del placer terrenal, pero también el del sabor amargo e inquietante. Con el demoledor retrato de una niña a las puertas de la muerte en “Cabeza de niña sobre el lecho”. O plasmando en la playa a niños huérfanos y enfermos, con un mar que adquiere aquí una tonalidad oscura.

Otra visión de España

En 1911, Sorolla se compromete a pintar para la Hispanic Society una de sus obras maestras. Son 14 inmensos paneles donde se recogen imágenes costumbristas de diferentes partes de España.

Fragmento del mural “La fiesta del pan”, dedicado a Castilla, dentro de la obra “Visión de España”.

Es una obra hercúlea por sus dimensiones, que requiere un esfuerzo descomunal, donde el pintor recorre todo el país para pintar cada escena al natural. Un acto de entrega a la pintura que acabó pasando una onerosa factura, bajo la forma de un derrame que acabará con la vida de Sorolla.

El pintor titula conscientemente su obra “Visión de España”. En ella aparece un país no único ni uniforme sino diverso y plural, donde todas las partes tienen cabida, desde Castilla a Cataluña, desde Valencia a Navarra o Aragón, desde Cataluña a Extremadura o Andalucía.

Mirando desde el Mediterráneo a una Castilla que en “La fiesta del pan” está representada con una fuerza que las enormes dimensiones del panel redimensionan,

Presentándonos una visión de España clara, luminosa, vitalista, que destaca la energía y creatividad del pueblo.

El año de su centenario es una extraordinaria oportunidad para dejarse atrapar por la pintura de Sorolla en las diferentes exposiciones programadas, y para descubrir los muchos universos y matices que su obra encierra.

Es una experiencia y una emoción que nadie debería perderse.

En “Visión de España” Sorolla presenta a un país claro, vital, plural y diverso

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Sorolla por Antonio López

(Declaraciones del pintor Antonio López sobre la obra de Sorolla en “Joaquín Sorolla: los viajes de la luz” de la serie de TVE “Imprescindibles”)

“Me siento muy próximo a Sorolla, entiendo muy bien su actitud hacia la pintura, sus emociones con el natural, con qué intensidad siente la luz”.

“Dedicó su vida a todos, y no ahorró esfuerzos. A mí esa parte de Sorolla me parece muy emocionante, y está en su pintura”.

“La transparencia del agua en un vaso es muy fácil de pintar. La que él pinta, de un agua que se mueve, me parece extraordinario. Nadie lo ha hecho como él, ni lo ha intentado tampoco. Él tiene una facultad para representar el mundo físico como nadie. Lo mejor de Sorolla es la capacidad que tiene de pintar, de poner un verde, de hacer el movimiento del agua, todas esas cosas las realiza con un instinto tan grande desde el lenguaje de la pintura que acaba acercándose a la abstracción. Eso salva a Sorolla, cosa que no pasa con otros pintores de ese momento”.

Sorolla pinta con un instinto tan grande que acaba acercándose a la abstracción (Antonio López)

“Su manera de pintar, de padecer y gozar del sol y de los inconvenientes. Todo eso a mí me lo acerca mucho. Se nublaba y tenía que dejar el trabajo, intentando a ver si empezaba otros con otra luz. Esa dependencia de la realidad que me parece tan interesante. Esa búsqueda de lo que está ocurriendo, para captarlo, es como el fotógrafo que está en la guerra y trata de reflejar lo que está ocurriendo, se adapta a las cosas, y cuando lo hace siempre se salva”.

“Nunca se habla de Sorolla como retratista, pero es un continuador de Goya”.

“Sorolla sabía lo que tenía que hacer. Pero lo hizo a contrapelo todo de lo que estaba pasando en el mundo de la pintura. Él no absorbe nada del cubismo, de la pintura metafísica, aguanta y pasa como si todo eso no estuviera a su lado. A mí me parece que no lo consiguen todos, porque no creo que lo haga por comodidad sino porque piensa que su destino es trabajar como él trabaja”.

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Sorolla por Manuel Vicent

(Declaraciones de Manuel Vicent sobre “Después del baño”, una de las obras de la exposición “En el mar de Sorolla con Manuel Vicent”)

“El arte consiste en detenerse a tiempo, en esa última nota que estructura toda una melodía, en esa pincelada ante la cual una imagen te dice basta. A estas muchachas con la bata rosa transparente, que se dirigen por la orilla del mar a meterse en el agua, el ritmo de sus pasos lo marca la cadencia del oleaje, hasta el punto en que sus figuras son también una forma de música. Al salir del baño la muchacha se baja el tirante del hombro, con una actitud en que el delicado erotismo es a la vez un paso de danza”.

“Es de los pocos que explican y hacen evidente el placer de vivir, y también el placer de las formas. Yo he llegado a Sorolla a través de una experiencia sensorial del sol de mi infancia, ese niño que está jugando ahí fui yo”.

“Eso lo repite mucho Sorolla, un balandro hecho de papel, que nunca naufraga, es un balandro de los sueños, uno imaginaba que iba a las islas de los piratas, era el barco más seguro que uno ha tenido en la vida”.

Ante un cuadro de Sorolla tienes la sensación de una felicidad casi inasequible” (Manuel Vicent)

“Dentro de la luz blanca siempre hay una luz negra o frustrante. Pintar la luz es su manera de atrapar las cosas. La luz es la forma de las cosas, y además en Sorolla la luz es matérica, es muy sólida, no es una luz de los impresionistas, que es la impresión fulgurante en el ojo, la luz de Sorolla es más de Cezanne porque está más apoyada en la realidad que la impresión del ojo”.

“Hace que la luz esté dentro del cuerpo del niño, ese milagro de Sorolla de pintar el sol debajo de la luz y dentro de un cuerpo mojado es un hallazgo que lo tenemos aquí con estos dos niños”.