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Solvencia, confianza, financiación y PIB

La reforma financiera aprobada por el Consejo de Ministros este viernes pasado no devolverá el crédito a la actividad económica de un día para otro, pero ayudará bastante a su retorno en el medio plazo. Esta podría ser la respuesta a la pregunta más veces planteada al Gobierno y a los expertos desde que se conocen las intenciones del primero sobre la materia. Pero hay otras finalidades previas que deben ser atendidas por su orden para que finalmente la banca pueda justificar para qué está aquí, y que no es otra que poner en contacto al ahorro con la inversión, y hacerlo con unos estándares de rigor irreprochables que destierren la criminalización que ha encajado en los últimos años por la crisis financiera.

La primera pregunta a la que debe dar respuesta la reforma Guindos es si la banca, con el saneamiento exigido, restablece sus niveles de solvencia como para ser acreedora de la confianza de los mercados internacionales y con ella restablecer también el prestigio de las finanzas del Estado. Dado que ambas cosas están estrechamente relacionadas, ambas son el único génesis que devolverá los precios de la financiación a la banca, al Estado y, por ende, a la economía española para consolidar el crecimiento.