Crisis polí­tica: la oligarquí­a busca una alternativa para acelerar los recortes

¿Solos o en compañí­a de otros?

La crisis polí­tica se ha instalado definitivamente en España. Zapatero es ya un cadáver polí­tico. El PSOE, lastrado por la ejecución del draconiano plan de recortes sociales, cosecharí­a hoy sus peores resultados desde la restauración de la democracia. Todos los movimientos polí­ticos tienen un denominador común: preparar la alternativa polí­tica que encargada de llevar los recortes sociales mucho más allá, tal y como exigen el FMI y la UE. ¿Puede encargarse en solitario el PP de esta tarea, a pesar del amplio margen que hoy disfruta en todas las encuestas? ¿O necesitará el apoyo de fuerzas «bisagra» como CiU o el PNV? ¿Es pensable un «gobierno de gran coalición» entre el PP y el PSOE, una especie de frente oligárquico contra la población?

Crisis olítica abierta Si hoy se celebrasen elecciones, el PP aventajaría en 10,8 puntos al PSOE. Desde las generales de 2008, el PSOE ha pasado de representar el 43,7% de los votos a tan sólo el 32,3%. Y la mitad de esta gravosa pérdida, se ha producido desde el pasado mes de mayo, cuando el gobierno de Zapatero dio el pistoletazo de salida a la carrera de recortes sociales.Zapatero ostenta el dudoso honor de ser el presidente con menos apoyo popular de la reciente historia democrática. Hasta un 76% de los encuestados desaprueba su gestión. Un rechazo incluso mayor que el cosechado por Aznar en los peores momentos de la guerra de Irak. La debilidad política del gobierno de Zapatero y del PSOE es manifiesta. Y le incapacita para ser, a corto y medio plazo, una alternativa creible.Pero tampoco el PP está en una situación de fortaleza. A pesar del descalabro socialista, el primer partido de la oposición tan solo ha subido 3 puntos desde las últimas elecciones. Y Rajoy concentra hacia su persona el rechazo del 71% de la población.La brutal oleada de recortes sociales impuesta en los últimos meses ha dado lugar a un terremoto político. Ninguno de los partidos que representan los intereses oligárquicos se ha librado de la onda expansiva.Pero, amortizado el gobierno de Zapatero, cuya continuidad es imposible dado su actual grado de descrédito, todas las jugadas buscan fórmulas para impulsar un nuevo gobierno.Y todas las opciones están sobre la mesa. Desde la convocatoria de elecciones anticipadas en septiembre hasta un relevo de Zapatero por un recambio surgido de las filas del PSOE. Desde un gobierno en solitario del PP, cuya ventaja en las encuestas es cada vez más amplia, hasta un pacto que incluya también apoyos puntuales, o participación en el gobierno de CiU o el PNV. Incluso, tal y como ha propuesto Javier Arenas, uno de los más destacados cuadros del PP, una “gran coalición” entre las dos principales fuerzas políticas.Detrás de la proliferación de alternativas políticas -algunas de ellas aparentemente imposibles, como un acuerdo de gobierno entre PP y PSOE- nacen de la necesidad de llevar, tal y como exigen el FMI y la UE, el programa de recortes sociales mucho más allá de donde ha llegado Zapatero. Washington y Berlín quieren más Tras el hundimiento y saqueo de Grecia, España es el principal objetivo de los ataques norteamericanos y alemanes. Los principales centros hegemonistas exigen una drástica degradación de España en el concierto mundial, persiguiendo con ello un salvaje trasvase a sus arcas de al menos un 25% de la riqueza nacional.No estamos, pues, ante un plan de recortes coyuntural que pueda saldarse con los sucesivos tijeretazos aprobados por Zapatero. Berlín, a través de la UE, ha dejado claro que para 2011 serán necesarios más recortes, por un valor de 18.000 millones de euros, colocando la “reforma de las pensiones” como el próximo campo de batalla. Mientras Washington, por boca del FMI, no se ha limitado a respaldar los recortes ejecutados por Zapatero, sino a exigir que se vaya mucho más allá en la reforma laboral, se abra definitivamente el mercado financiero a la entrada de capital extranjero, o se profundicen los recortes sanitarios.Asistimos a un ataque desde el exterior, auspiciado desde las principales potencias mundiales. Y el problema es que quieren más. No se conforman con los recortes ya aplicados. Necesitan imponer un ajuste mucho más duro, que suponga un trasvase mayor de la riqueza nacional a sus arcas.Fue la llamada de Obama a Zapatero el factor que aceleró la aplicación de los recortes en España. Frente al ritmo más pausado con que Zapatero pretendía imponer el ajuste, consciente del altísimo precio político que debería pagar, la Casa Blanca impuso una aceleración sin precedentes de los ataques contra la población.Todo esto, en un escenario global donde es previsible que se agudicen las turbulencias internacionales, marcadas por la emergencia de nuevas potencias y la necesidad, cada vez más aguda, de Washington y Berlín por trasladar las pérdidas sobre los eslabones más débiles y dependientes de la cadena imperialista.En un escenario donde prefigura un incremento de los ataques y presiones sobre España, la oligarquía está tomado posiciones para salvaguardar sus intereses.La degradación de España afecta también a la capacidad de bancos y monopolios para conservar la posición en el ránking mundial alcanzada durante los últimos años. Los distintos sectores oligárquicos necesitan llevar el plan de recortes hasta el final, trasladando su factura al 90% de la población y evitando que las turbulencias que se ciernen sobre España supongan una sangría para sus negocios. Necesitan hacerlo, aunque eso suponga lanzar un ataque masivo contra el 90% de la población, que inevitablemente, tarde o temprano -lo hemos comprobado con la huelga del metro de Madrid- traerá una mayor conflictividad social a la balsa de aceite en que parecía haberse convertido España. Máximos recortes, mínimo coste político ¿Gobierno de coalición entre el PP y el PSOE? Parece una opción imposible, dado el grado de enfrentamiento entre los dos grandes partidos.Sin embargo, esto es lo que ha propuesto, sorprendiendo a propios y extraños, Javier Arenas, presidente del PP andaluz, vicepresidente nacional y uno de los históricos pesos pesados de la derecha española.Para Arenas, “la envergadura de algunos problemas del Estado hace que no puedan ser abordados por un partido en solitario (…) Un gobierno de coalición es absolutamente imprescindible en un escenario de seis o diez años”. Anunciando que “Rajoy va a inaugurar la próxima legislatura ofreciendo un gran pacto de Estado a todas las fuerzas políticas, pero principalmente al PSOE”.¿Estamos sólo ante la “salida de tiesto” de un dirigente… o detrás de esta propuesta se esconden movimientos de hondo calado?Javier Arenas no es un mero “barón regional”, sino uno de los dirigentes con más peso político en la dirección nacional del PP, conservado desde los tiempos en que Fraga dirigía Alianza Popular. Varias décadas en primera línea política le han granjeado una privilegiada relación con selectos círculos oligárquicos.Cuando un personaje con esta trayectoria aparece en la escena política no está expresando sólo su opinión personal, sino ejerciendo de portavoz de los sectores de clase a los que representa.¿Por qué entonces Javier Arenas ofrece como salida política a la crisis -justo cuando todas las encuestas auguran la posibilidad de una mayoría absoluta para su partido- una “gran coalición” entre PP y PSOE?Detrás de esta propuesta, insólita para muchos, están los intereses de amplios sectores de la oligarquía por acelerar los recortes, llevándolos hasta sus últimas consecuencias.Es en estas condiciones que la propuesta de “gran coalición” planteada por Arenas empieza a adquirir su auténtico calado.Es evidente que ni Zapatero ni tampoco el PSOE, dada la debilidad política en que están sumidos, tienen la suficiente fortaleza para llevar los recortes hasta el umbral que el hegemonismo y la oligarquía exigen.Pero, dado el calado del plan de ajuste, del que sólo hemos sufrido los primeros pasos, tampoco es, como resalta Arenas, tarea que pueda abordar “un partido por sí mismo”.Lo que se prefigura es un auténtico “frente oligárquico” que impulse los recortes hasta el final. Y que puede adquirir diferentes formas: desde un gobierno del PP con apoyos puntuales, hasta una coalición con CiU o la “gran coalición” que ahora se ha puesto sobre la mesa. Lo que la oligarquía busca es aplicar el drástico plan de ajuste con el “máximo beneficio” y el “mínimo coste”.“Máximo beneficio”, llevando mucho más allá de donde han llegado los sucesivos recortes: desde la reforma laboral al recorte de las pensiones o el tijeretazo en sanidad y gastos sociales.Y “mínimo coste”, repartiendo -y de alguna manera asumiendo colectivamente- el precio político de ejecutar un ataque masivo a los intereses del 90% de la población. Ellos toman posiciones para acelerar todavía más los recortes. Y nosotros, el 90% de la población, estamos obligados a hacer otro tanto. Organizar la respuesta popular Estos días hemos visto una huelga general en Italia contra el plan de recortesimpuesto por el gobierno de Berlusconi, y otro paro masivo en Francia frente al retraso de la edad de jubilación de los 60 a los 62 años.¿Por qué en España, donde los ataques contra la población son mucho más duros, y donde existe una tradición de lucha más arraigada, no está sucediendo lo mismo?Cada día que pasa constatamos las nefastas consecuencias de la decisión de las cúpulas sindicales, posponiendo hasta finales de septiembre la convocatoria de una movilización masiva.Se está otorgando a Washington, Berlín y a la gran banca española un tiempo precioso, que están empleando para acelerar y llevar todavía más allá el ataque masivo contra la población que supone su plan de ajuste.Es absolutamente urgente impulsar inmediatamente un amplio movimiento de respuesta popular y ciudadana frente a la oleada de recortes que nos están imponiendo.Quedan trece semanas para la huelga general, convocada para el 29 de septiembre. Cada una de estas semanas debe servir para acumular fuerzas, organización y conciencia. Para preparar el éxito de la huelga.Ellos no van a dejar escapar una sola semana, un solo día. Van a intentar aprovechar el tiempo concedido para preparar una nueva vuelta de tuerca en los recortes.Nosotros, el 90% de la población que estamos sufriendo su salvaje ajuste, tenemos el deber y la obligación de hacer lo mismo.Somos el 90% de la población. Pero para que esa fuerza se ponga en marcha, es imprescindible que se exprese públicamente, que se organice y se exprese en la calle.Las cúpulas sindicales han pospuesto hasta septiembre la convocatoria de la huelga general, con el argumento de asegurar, con tiempo de preparación, un éxito contundente.Debemos exigir que así sea. Y el éxito de la huelga nos lo jugamos en las 13 semanas que restan para su convocatoria. No podemos dejar su preparación para septiembre. No podemos esperar hasta después del verano para que la respuesta popular salga a la calle. Hay que empezar ya.