El gobierno movilizó 200.000 millones de euros en efectivo y avales del Estado, para hacer frente al primer envite de la pandemia. Organismos como el Banco de España y la Autoridad Fiscal cifran en unos 100.000 millones los ajustes presupuestarios que habrá que hacer en los próximos 10 años. La mayoría de medios económicos dicen que salir de esta crisis puede costar medio billón de euros. Y todo el mundo se pregunta: ¿quién va a pagar la factura?
Tanto la actual presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, como el presidente del Círculo de Empresarios, que agrupa a las grandes empresas de la Bolsa, y la CEOE han establecido claramente su programa: además de ayudas como la renta mínima, exigen una “liquidez ilimitada” de dinero público para las empresas, que se financie con las “ayudas europeas” (hasta donde lleguen) y un enorme incremento de la deuda pública.
Es evidente que, si España puede optar como máximo a 77.000 millones de euros en transferencias del Fondo de Recuperación de la UE, el resto ha de ser en base a un superendeudamiento.
Más gasto público y más deuda, es decir, lo que están proponiendo es una gigantesca “socialización de los costes”, que pagaremos todos, para que ellos puedan seguir privatizando los beneficios.
Nos quieren hacer creer que no hay dinero y que solo podemos salir adelante hipotecando el país, a la generación actual y el futuro de las nuevas generaciones, nuestros hijos y nietos.
Sí hay otra alternativa: la redistribución de la riqueza
Parte de una premisa totalmente distinta. En España hay riqueza y recursos suficientes para afrontar esta crisis, así como capacidad para generar nueva riqueza sin hipotecar el futuro. La cuestión está en si se redistribuye, si se toman las medidas necesarias para que quienes se han beneficiado de la crisis anterior contribuyan ahora en función de sus beneficios para salir de ésta.
– Los bancos que se han quedado con el rescate y las Cajas de Ahorros. Unas entidades que en los cinco años de recuperación, desde 2015 a 2019, han ganado 63.737 millones de euros.
– Los monopolios del IBEX-35, que se han beneficiado de cinco años de recuperación en los que han ganado 100.500 millones de euros. El 45% se lo ha llevado el capital extranjero.
– Y las grandes fortunas que a través de los privilegios fiscales, de las Sicav y los paraísos fiscales han dejado de contribuir a las arcas públicas en estos cinco años con más de 10.000 millones de euros anuales.
En total, ellos han acumulado durante la “recuperación” casi 215.000 millones de euros.
La “Ley del 25%”
Si nosotros, el 90 por ciento de la población, hemos pagado la crisis anterior con el 25% de nuestras rentas y los recortes en los servicios esenciales, ¿por qué no hay que exigir que, quienes no han dejado de ganar durante la crisis y se han beneficiado de la recuperación, contribuyan con una proporción similar del 25% de sus beneficios?
El 25%, el mismo porcentaje que Paul Krugman -premio Nobel de Economía y asesor del entonces presidente Obama- decía en el New York Times que debíamos hacer los españoles: «Los españoles deben comprender que han de rebajarse un 25% sus salarios”.
¿Y si para salir de esta nueva crisis aplicáramos la «Ley de Krugman»… a la inversa?
No sería necesario endeudarnos más ni hipotecar el futuro.
Sí hay dinero y sí se puede
Hemos elaborado una primera aproximación con varias medidas de redistribución de la riqueza en el marco de la gravísima crisis económica generada por el Covid-19, partiendo de las siguientes premisas:
a) Tomar 2014 como el año del fin de la crisis económica que estalló en 2008. Por tanto, contamos como “años de la recuperación” los 5 años que van desde 2015 a 2019.
b) Esta primera aproximación se basa en aplicar la “Ley de Krugman” a la inversa, es decir aplicar ese 25% de reducción a los beneficios de banqueros, monopolistas y multinacionales, a las rentas de las grandes fortunas y al capital extranjero en el periodo 2015-2019.
c) Para las medidas que se proyectan en los próximos 4 años sobre los beneficios de bancos y monopolios, hemos partido de tomar como referencia en los años de recuperación el año en que se tuvieron peores resultados.
Manuel dice:
Si las cuentas en paraísos fiscales solo ha hecho multiplicarse? Donde están jueces e inspectores fiscales. Una solución, los delitos fiscales no prescriben. Invertir en inspectores fiscales y de trabajo. Que hace falta como el comer. No se puede hablar de democracia ni de estado de derecho con libertad de comercio para mentir como bellacos. Demasiadas mentiras y estafas
ANARKOÑ dice:
El dinero expresa la riqueza y a su vez es condición para la generación y regeneración de la riqueza (aunque no suple jamás al trabajo). Pensar que captar, recaudar o alienar o repartir más dinero a las empresas o a los monopolios significa dar riqueza y socializarla, es como pensar que estás alimentando a tus descendientes cuando te sientas a la mesa y acabas con tus propias viandas y con las de ellos también. Es como si la sociedad fuera el cuerpo humano, y ese cuerpo, por atiborrarse el estómago hasta reventarlo, pensara que de ese modo se está alimentando aportándose energía para una semana (cuando no hace otra cosa que empacharse con el equivalente a lo que sería una alimentación semanal).
Esto que planteáis es como pensar que, por el hecho de detener el motor y hélices de depuración de agua y bloquear así la atracción centrípeta del agua, uno gana en disposición de agua ya que, así sin funcionamiento del drenaje, el agua se acumula y estanca y así el cuerpo tiene más agua cerca de sus manos y de la boca sedienta.
Destuir a los capitales por expropiación, gravación sobre-tributaria, alienación, etc., es exactamente pensar que se está aprovechando la cabra cuando se la sacrifica (ya que así se la puede uno comer inmediatamente y saciarse…); cuando en realidad se está quedando uno sin la madre de los lechales, sin leche, sin lana y sin el factor productivo del que disponía.
Dificultar la reproducción del Capital sin dejar de fundamentar la adquisición del producto social en las buenas relaciones entre empresas que se abastecen recíprocamente en el mercado, es una salvaje tomadura de pelo a la población; el timo de hacer enfermar a la cabra para presentar su último ordeñamiento sano como (último) banquete populista.