Más de un millar de inmigrantes acampan en los pinares de Huelva

Sin papeles, sin trabajo

Construyen chabolas con cartones y plástico. Esperan pero el trabajo no llega. La crisis ha provocado una «saturación», muchos trabajadores que antes se dedicaban en la construcción se refugian en la fresa, otros, son marroquí­es que tienen preferencia y, otros, son contratados en origen. En esta ecuación quedan fuera los cientos de subsaharianos, quienes desesperados malviven en chabolas gracias a la asistencia de caridad.

El Alto Consejo de Malienses en Esaña protesta por cómo los inmigrantes están “abandonados a su suerte”. “Estoy en Europa pero sin comida. Volveré a mi país porque la crisis es muy dura. No tengo nada para mi esposa y tres hijos que esperan en Senegal”, afirma uno de ellos. El problema se agrava porque en la región no hay una red de albergues, los ayuntamientos dicen que no tienen medios o, incluso, denuncian los campamentos por ocupar terrenos municipales para su destrucción. Las excavadoras vienen y derriban las chabolas, luego se trasladan a 500 metros, y los inmigrantes vuelven a levantarlas. El alcalde de Moguer, José Volante, afirma con descaro “Hemos puesto 10 ó 12 denuncias contra ellos. Cuando se denuncia, se detiene a unos pocos, pero por lo menos unos pocos que nos quitamos del medio”. ¡Oiga señor alcalde, es a usted a quien habría que “quitar de en medio”! A ver si no puede colaborar en mejorar las condiciones de vida de estos trabajadores, en lugar de estarles mandando a la policía. Hasta hace poco, en época de bonanza, era gracias a estos trabajadores que se recogía las cosechas de la región ¿Qué pasa? ¿Que ahora que estamos en crisis hay que darles una patada, son trabajadores “desechables”?. Por ejemplo, que se devuelva en ayudas parte de los beneficios que empresarios y ayuntamientos han acumulado durante estos años, gracias a la mano de obra barata que les ha dado los subsaharianos que hoy se hacinan en chabolas ¿o no es de justicia?