«La del presidente de la Reserva Federal es la más reciente de las cautelosas posiciones de economistas en EE UU acerca de la vulnerabilidad de la fase de recuperación de la economía estadounidense. Otros vienen advirtiendo desde hace tiempo de esa fragilidad y de los riesgos derivados de la prematura retirada de las excepcionales medidas de política económica. El mayor riesgo es no reducir pronto el paro, considerado por el propio Bernanke el principal problema de su economía, situado algo por debajo del 10%.»
Las robabilidades de recaída en registros negativos de crecimiento del PIB no son descartables tampoco en Europa. En la actualización que ha hecho recientemente el FMI de sus previsiones macroeconómicas, el conjunto de la UE es el bloque con el peor ritmo de crecimiento del mundo. La española es la economía que más tarda en superar la recesión. Europa es, en efecto, el bloque que más ha tentado esa recaída en la recesión (una double-dip recession), a tenor de las políticas asumidas por la totalidad de sus Gobiernos. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Antoni Castells debió de torcer el gesto el pasado viernes, cuando el gobernador del Banco de España aseguró que como todo el mundo sabe "el problema no es de falta de crédito sino de falta de demanda solvente de créditos", tal como explican los bancos.¿Basta esto para decir que las finanzas de la Generalitat están en quiebra? No, sin duda. Pero están sometidas a un estrés que, salvo si se produce un cambio radical en el entorno económico general, no se disipará en los próximos meses. Lamentablemente para la Generalitat, el optimista mensaje del viernes de Fernández Ordóñez sobre la magnífica salud de la banca española vino acompañado del recordatorio de que esto no significará la vuelta al crédito fluido. Editoriales. El País Riesgos de recaída Lleva razón Ben Bernanke al advertir, el miércoles pasado, acerca de los riesgos de interrupción de la recuperación en su país y en la economía global. De "inusualmente inciertas" calificó el presidente de la Reserva Federal las perspectivas de la principal economía del mundo, debilitando la ya precaria confianza de consumidores y empresas. Un peor comportamiento que el esperado en el todavía muy sensible y significativo mercado de la vivienda durante el pasado mes es el último de los indicadores que invita a la prudencia a la hora de valorar las posibilidades de abandono definitivo de todos los peligros que trajo el crash financiero. La del presidente de la Reserva Federal es la más reciente de las cautelosas posiciones de economistas en EE UU acerca de la vulnerabilidad de la fase de recuperación de la economía estadounidense. Otros vienen advirtiendo desde hace tiempo de esa fragilidad y de los riesgos derivados de la prematura retirada de las excepcionales medidas de política económica. El mayor riesgo es no reducir pronto el paro, considerado por el propio Bernanke el principal problema de su economía, situado algo por debajo del 10%. Las probabilidades de recaída en registros negativos de crecimiento del PIB no son descartables tampoco en Europa. En la actualización que ha hecho recientemente el FMI de sus previsiones macroeconómicas, el conjunto de la UE es el bloque con el peor ritmo de crecimiento del mundo. La española es la economía que más tarda en superar la recesión. Europa es, en efecto, el bloque que más ha tentado esa recaída en la recesión (una double-dip recession), a tenor de las políticas asumidas por la totalidad de sus Gobiernos. No solo fueron las economías con más elevados desequilibrios en las finanzas públicas las que decidieron planes de austeridad suficientemente explícitos para que los no siempre mercados financieros se calmaran, sino que también Alemania, Francia y desde luego Reino Unido se han incorporado de forma absolutamente sincrónica al ajuste. Es verdad que se trata de una suerte de masoquismo que no favorecerá la recuperación y, en consecuencia, el pretendido saneamiento de las finanzas públicas. Se trata de señales reivindicatorias de una ortodoxia poco útil. A los mercados de bonos tampoco les gusta que una economía no crezca o lo haga con poca intensidad durante años: sin demanda no es fácil pagar las deudas. Evidencias tales avalan las posiciones que defienden el mantenimiento de los estímulos económicos excepcionales que se adoptaron para evitar que esa crisis constituyera, en efecto, la segunda edición de la sufrida en los años treinta del siglo pasado. El alargamiento de aquella recesión y la conformación de la depresión tuvo mucho que ver con la impaciencia de la Administración americana de entonces para mantener medidas de compensación del desplome de la demanda agregada. Por eso es pertinente sugerir que más vale unas décimas y unos meses más de déficit público que precipitarse en una década perdida sin crecimiento, sin inflación, pero con las más elevadas tasas de desempleo de las ultimas décadas. La recaída en tasas negativas de crecimiento, o simplemente la prolongación del estancamiento, es un escenario que hay que alejar con las herramientas de política económica disponibles, y, siempre, con una estrecha coordinación entre los grandes bloques económicos. ********************* Zapatero, una década El hecho de que José Luis Rodríguez Zapatero haya pasado en La Moncloa seis de los 10 años que lleva al frente del Partido Socialista constituye el más expresivo resumen de su gestión política. Para lo bueno y, sin duda, también para lo malo. Su victoria en el 35º congreso del partido fue posible por el enfrentamiento entre corrientes internas que procedían de los tiempos de Felipe González. Rodríguez Zapatero se benefició de ser el único de los cuatro candidatos a la secretaría general que encarnaba lo que el desencantado electorado socialista reclamaba entonces: una renovación en la dirección de su opción política. La interpretación de ese deseo de cambio como una simple cuestión generacional ha arrojado más costes que beneficios. La dirección del partido se renovó por completo, pero al precio de dejar en el camino la experiencia acumulada por una de las fuerzas políticas imprescindibles en el paso de la dictadura a la democracia y en la gobernación del sistema constitucional desde 1978. La renovación no se llevó a cabo mediante una radical democratización de las estructuras orgánicas para captar el talento emergente -que fue, por otra parte, la condición necesaria para la llegada de Zapatero a la secretaría general-, sino a través de un cierre de filas en torno al nuevo líder. La formación de equipos políticos quedó enteramente sometida a su voluntad, y el debate y la crítica interna fueron desterrados. Zapatero ha sido el único líder que alcanzó la presidencia del Gobierno en las primeras elecciones generales a las que se presentaba. Ello fue posible gracias a una tarea de oposición que ofreció a los ciudadanos una alternativa a la crispación alentada por el Partido Popular (PP), llevada a sus últimas consecuencias tras los atentados del 11 de marzo en Madrid. La izquierda, que se había desmovilizado con Joaquín Almunia, regresó a las urnas y concedió la victoria al nuevo secretario general del PSOE en 2004. Una vez en el Gobierno, Zapatero tuvo la oportunidad de abandonar la agenda ideológica impuesta por su predecesor, preocupada por la estructuración del Estado, la unidad histórica o el terrorismo; prefirió, sin embargo, mantenerla, aunque cambiando el sentido de las respuestas y añadiendo nuevos capítulos como la ampliación de los derechos civiles. La crispación no remitió, pero quedó meridianamente clara la responsabilidad del PP y también la raíz ultramontana que lo inspiraba. Sobre esta base y apelando al voto del miedo, Zapatero revalidó su victoria en 2008, aunque con la inevitable consecuencia de verse obligado a gobernar un país cada vez más dividido. La crisis económica puso fin a la viabilidad de las propuestas económicas del presidente, en particular su preocupación por los avances sociales, y rompió la agenda política. Las debilidades iniciales del liderazgo de Zapatero y del partido que construyó a su medida se hicieron patentes, y solo tras el cambio de rumbo en la política económica es posible entrever un regreso a la realidad y una asunción de los ingentes problemas a los que se enfrenta el país, algunos derivados de la excesiva permanencia de la agenda ideológica. El principal aliado de Zapatero sigue siendo un PP minado por los casos de corrupción y carente de liderazgo y de respuestas. Tras una década instalado entre los actores principales de la política española, Zapatero se enfrenta a una encrucijada. También su partido. Sea o no el candidato en las próximas elecciones, el futuro del PSOE dependerá de cómo interprete ahora, pasado el tiempo, su victoria en el 35º congreso: como una cuestión generacional o como una democratización interna para atraer el talento emergente. En la elaboración de las próximas listas electorales los socialistas se juegan, o más de lo mismo, o una larga travesía del desierto. EL PAÍS. 25-7-2010 Opinión. La Vanguardia Maldito estrés Manel Pérez Antoni Castells debió de torcer el gesto el pasado viernes, caso de contarse entre los espectadores televisivos de la rueda de prensa en la que un eufórico Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España, presentaba los tests de resistencia de las entidades financieras españolas, cuando este aseguró que como todo el mundo sabe "el problema no es de falta de crédito sino de falta de demanda solvente de créditos", tal como explican los bancos. ¿Incluye el gobernador a la Administración catalana entre los insolventes en busca de crédito?, debieron de preguntarse Castells y lo suyos. El Govern de la Generalitat lleva meses intentando, sin éxito hasta el momento, obtener un crédito sindicado de 2.000 millones de euros. El objetivo de la Administración catalana era formalizarlo antes del paréntesis de agosto, pero las informaciones que llegan desde el sector financiero apuntan a que eso es altamente improbable. El diseño previsto por Economia era el de un crédito a tres años con un tipo referenciado al Euribor más 250 puntos, bastante generoso para tratarse de una administración pública pero, a la vista de las circunstancias, insuficiente en las actuales condiciones de parálisis del mercado financiero. En un primer momento, el Govern consiguió el apoyo de dos de los grandes, La Caixa y Santander, que habían abierto la posibilidad de liderar la operación con una aportación de 250 millones de euros cada uno. Pero en los últimos días el banco de Emilio Botín ha decidido quedarse al margen, en un movimiento que, de rebote, han secundado BBVA, Banesto y Popular. Total, que ahora Castells debe optar por firmar una operación por un importe mucho menor, 400 o máximo 500 millones de euros, o seguir buscando alternativas. De momento, las cosas parece que van por la segunda vía. De esta situación algunos deducen que la Generalitat no es solvente, debiendo por este motivo soportar la ineludible filípica de Castells. Como prueba traen a colación el retraso en el pago a los hospitales del concierto sanitario. Se trata de algo más de 440 millones de euros mensuales que el Govern ha pasado de abonar el día 15 del segundo mes posterior a la prestación del servicio al día 30, es decir, de un retraso de 75 días a otro de 90. Desde Economia se quita trascendencia al asunto. Ese pago a los hospitales estaba encadenado con la llegada de una transferencia del Estado que este,aprincipios de año, pasó a abonar 15 días más tarde. Economia intentó mantener el calendario tradicional de pagos hasta que las dificultades financieras lo hicieron imposible. Por eso ahora el Govern encadena el pago con la llegada del dinero del Estado. Esta es la llamada "tensión de tesorería" de la que hablan los responsables del departamento. Con la cadencia de los pagos del Gobierno central, la Generalitat tiene sus propias tensiones consecuencia de la necesidad de financiar su déficit con dinero prestado. Nada raro, puesto que acudir a los mercados para cubrir las necesidades financieras es la práctica habitual de todas las administraciones del mundo. Salvo que ahora esos mercados están cerrados, poseídos por la desconfianza y muy reacios a quedarse emisiones de deuda de administraciones periféricas de los estados del sur de Europa. El fluido mecanismo que durante muchos años ha permitido a los gobiernos acudir de manera rápida, previsible y estable a los mercados ha quedado interrumpido y esto si que está generando tensiones. En el caso de la Generalitat las cosas se complican porque las agencias de calificación de riesgo, unas entidades desprestigiadas y cuya historia está jalonada de sonados fracasos y, en el mejor de los casos, clamorosos silencios, pero que siguen siendo la referencia para definir si un deudor es fiable o peligroso, han ido degradando su valoración de la deuda pública catalana. A causa de ello, para la banca es menos rentable y tiene menos margen para financiar a la Generalitat. El Govern había previsto al elaborar sus presupuestos para este año que sus necesidades de financiación implicarían una emisión de deuda de unos 9.000 millones de euros. Con el recorte impuesto por el Gobierno de Zapatero a principios del ejercicio y posteriormente ampliado, esas necesidades se rebajaron a 8.000 millones. Hasta el pasado mes de junio se había colocado, de diversas maneras, una cifra cercana a los 5.000 millones. Es decir, que aún debe obtener unos 3.000 más este año para cubrir todas sus obligaciones. El crédito sindicado es, por lo tanto, vital y una de sus principales prioridades. ¿Basta esto para decir que las finanzas de la Generalitat están en quiebra? No, sin duda. Pero están sometidas a un estrés que, salvo si se produce un cambio radical en el entorno económico general, no se disipará en los próximos meses. Lamentablemente para la Generalitat, el optimista mensaje del viernes de Fernández Ordóñez sobre la magnífica salud de la banca española vino acompañado del recordatorio de que esto no significará la vuelta al crédito fluido. LA VANGUARDIA. 24-7-2010